Principal

Diario YA


 

Dia de la Inmaculad

Nicolas Arroyo lleva 46 años presidiendo la comisión de la Gran Vigilia de la Inmaculada

Nicolas Arroyo.  Hijo de Dios. Es el Redentor, el Salvador de la humanidad y por tanto mi Redentor y mí Salvador.
 
Sin Jesucristo mí vida no tendría sentido. Tengo necesidad de vivir con Él a través de la oración y de mí encuentro diario a través de la Eucaristía. Él es el que me da fuerzas para vivir, trabajar y darme a los demás.
 
Hace algún tiempo, en un momento de problemas graves en mí vida, encontré grabadas en la puerta de un sagrario dos palabras que decían: Yo soy. Ese día recibí la gracia de descubrir que detrás de cualquier acontecimiento estaba Él. Que en las tempestades estaba Él, y que en las buenas noticias estaba Él. Que no tenía que preocuparme por nada, que Él estaba detrás de todos los acontecimientos, y que me daría las fuerzas necesarias para sobrellevarlos. Que me bastaba con su gracia.
 
A mí me ayuda pensar que Jesucristo es la "debilidad" de Dios Padre y mí fortaleza. Cuando Jesucristo nos dijo que todo lo que pidiéramos al Padre, en su nombre, se nos concedería, descubrió su amor misericordioso y nos dio la llave de su corazón. Él no puede mentir y dijo todo. Por eso hay que pedirle, con confianza, todo lo que necesita el mundo y todo lo que necesitamos nosotros, diciéndole siempre que nos lo conceda sí es conveniente para nuestra vida.
 
Pienso que hay que ser ambiciosos en la petición de sus gracias. A mí me gusta repetir continuamente: Padre de los Cielos, por los méritos de Jesucristo, en el nombre de Jesús, envíanos el Espíritu Santo con todos sus dones. Envía el Espíritu Santo sobre la Iglesia, sobre la humanidad, sobre los que sufren, sobre los que te persiguen, sobre los que te odian, sobre los que te ignoran, sobre mí, pobre pecador, que tanto lo necesito,…
 
Si supiéramos la fuerza que tenemos en Jesucristo, no la desaprovecharíamos y estaríamos en contacto continuo con Él.
Yo le pediría a la Virgen que me identificara cada día más con Jesucristo, pues es el único camino para la santidad a la que todos somos llamados. Que nos haga todo suyo, para que seamos todo de Jesús.