NO, EL EXPOLIO NO ES UN JUEGO
Jorge Llopis Planas
Crítico de arte (AECA)
Perito Tasador Judicial (CEPTAPA)
El ejercito peruano, el ecuatoriano y hasta el colombiano están en permanente estado de alarma.
No, no se trata de una noticia de la sección de internacional. Estamos en la de Cultura…Los tres países son concientes desde hace un par de décadas del problema que supone el saqueo organizado y sistemático de sus tesoros arqueológicos en los yacimientos a lo largo de su geografía.
No nos engañemos, cuando hablamos de expolio en estos países estamos hablando de muerte desde su fase primigenia: El saqueo de las tumbas y yacimientos arqueológicos que una geografía abrupta y difícilmente controlable han provocado enfrentamientos entre las bandas de “Guaqueros” y el ejercito en países como Argentina, Bolivia, Colombia y Perú, y otros países con patrimonio cultural andino. Lógicamente son las fuerzas armadas de estos países las que cuentan con los recursos, capacidad logística y entrenamiento respecto a las policías locales, que en la mayoría de los casos está incluso implicada en este tipo de delitos…Y los Guaqueros, como en el caso de los traficantes de la droga, también están muy bien equipados gracias a los importantes beneficios que este tráfico aporta.
Los daños patrimoniales o el asesinato de tribus o poblaciones cercanas a los yacimientos para evitar curiosos son ignorados, por supuesto,. Sólo interesa el oro y las piezas que venderán con éxito en los mercados europeos o americanos, donde a los coleccionistas tampoco les importa mucho (o nada) el coste de vidas humanas con tal de aumentar su colección Precolombina.
En Europa y concretamente en España la cosa del expolio cambia y su consideración criminal. Hasta hace poco las piezas precolombinas “llegaban” a Europa en las cabinas de mando y en el equipaje de mano de tripulantes de los aviones como los puros cubanos. Sin controles ni aduanas. Eran un souvenir más que podían vender caro en Europa.
En el caso del patrimonio arqueológico submarino no pasa por parte del coleccionista de ser casi una travesura de verano ¿Quién no conoce a alguien que en su casa de la costa no tenga un ánfora, un ancla de piedra o incluso hasta un casco romano o griego?. Conozco a un ex magistrado que además presume de ello en Mallorca. ¿Cómo le explicas a un ex juez que “eso” que tiene en casa es un delito?. Imagino que pensó que si el político y coleccionista Francesc Cambó expolió y esquilmó sistemáticamente de restos fenicios Ibiza en 1912 con la asesoría artística de Santiago Rusiñol, el asunto no sería tan grave…
En el medio agro tampoco nos quedamos atrás. No conozco ninguna casa importante de campo, más próxima o no a asentamientos íberos, fenicios, griegos, romanos o árabes que conserven piezas que se “encuentran por ahí tiradas” o que se adquirieron vete tu a saber de que manera. En otros casos, auténticas colecciones con piezas importantes. Como viene siendo habitual, el problema lo tendrán los herederos cuando intenten vender esas “piedras” porque desde luego no creo que las donen a los museos. Parafraseando al replicante de Blade Runner: “He visto cosas que ustedes no creerían…Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia...
Hace unos pocos años, el arquitecto municipal de Titulcia a escasos 40 kilómetros de Madrid, me comentaba que casi el 97% de los habitantes del pueblo tenían restos romanos y árabes de importancia en casa. El funcionario incluso propuso crear un museo arqueológico municipal con donaciones de los habitantes con tres objetivos: Concienciar a la población de su riqueza patrimonial, depreciar los restos hallados y minimizar el tráfico ilícito de estas piezas.
Estamos de enhorabuena con las brigadas de Patrimonio de Guardia Civil y Policía Nacional. El pasado octubre fue el “mes de recuperaciones”: Un paso más contra estos delitos.
Los años de la pasada crisis fueron años fructíferos para el expolio arqueológico: Obras urbanísticas paralizas en zonas próximas a antiguos emplazamientos que dejaron al descubierto tumbas que no estaban identificadas o yacimientos de las universidades medio abandonados y ambos sin presupuestos para su vigilancia o protección: La “Tormenta perfecta” para un saqueo calculado, perfectamente organizado y con un mercado exterior ávido y no exento de riesgos. No olvidemos que el valor de mercado de estas piezas es muy alto.
Afortunadamente estamos de enhorabuena con las brigadas de Patrimonio de Guardia Civil y Policía Nacional ya queel pasado mes de octubre de 2019, fue un Mes de Recuperaciones como las de la Máscara de Tumaco en Barajas; Las 100 ánforas romanas y fenicias recuperadas en Formentera o los restos de la Batalla de las Navas de Tolosa con más de 2.000 piezas intervenidas. Un granito de arena, un paso más contra estos delitos. Enhorabuena porque desarticular estos grupos no son tarea nada fácil y lleva a veces años. Mucho más que las tramas de falsificación. No se trata de simples excavadores, sino que una compleja trama en la que intervienen topógrafos, historiadores, transportistas, mediadores y vendedores que trabajan con el mayor secreto y discreción posibles ya no sólo para evitar a la policía, sino a su peor enemigo: Otros expoliadores que buscan y trafican con lo mismo.
La riqueza arqueológica de España parece inagotable. Por eso tal vez pensamos que más da una vasija más o menos… Cualquier pueblo de importancia o ciudad española de hoy se asienta sobre una ciudad romana o griega, que posteriormente lo sería árabe y luego cristiana. Ciudades y costas que fueron enclaves fundamentales tanto de comercio como de producción y por tanto de nuestra historia y manera de ser. Sólo recordar que únicamente en 1933 se dictó la primera ley específica de protección del patrimonio artístico y arqueológico ¿Tal vez no nos ha dado demasiado tiempo a los españoles para asumir y entender que esos restos arqueológicos son de todos, como nuestra bandera o como nuestro idioma?.
Siempre estamos a tiempo de concienciar y divulgar sobre la importancia de nuestro patrimonio como elemento fundamental para reconocernos y enorgullecernos como país, cultura y tradición. En este sentido una campaña publicitaria institucional sería un buen comienzo. No entiendo como todavía no se haya lanzado una que denuncie esta actividad con mensajes contundentes. Llamando “chorizo” al comerciante y comprador ilícito, como se llama criminal al conductor ebrio o se lucha contra la piratería informática. Les aseguro que más de uno se sonrojará al menos ante sus hijos y amigos, que siempre es lo más efectivo.