Miguel Massanet Bosch. Un antiguo proverbio dice: “pares cum paribus facillime congregantur” ( los iguales se juntan muy fácilmente con sus iguales) En ocasiones, algunos de los países norteños, de estos que parece que están nadando en la abundancia y cuyos ciudadanos se vienen a socorrar la piel en nuestras playas, poniéndose como lagartijas al sol hasta quedar como tomates; da la sensación de que están dispuestos a hacernos la pascua y a volvernos a instalar en la incertidumbre, cuando parecía que las cosas de España empezaban a encarrilarse y a tomar un rumbo más optimista. No sé si será porque, en el fútbol, no se comen un rosco hace ya muchos años o porque no entienden la mentalidad mediterránea o porque tienen envidia de nuestro sol y nuestras paellas; pero parece que están decididos a dejarnos sin el pastel, cuando ya estábamos a punto de hincarle el diente. Tanto Dinamarca como los Países Bajos han expresado su intención de bloquear el acuerdo logrado la semana pasada por los líderes europeos, por el cual el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) pudiera adquirir deuda soberana de la zona euro a través de los mercados secundarios.
Como es sabido, para que se pueda poner en marcha dicho mecanismo, se precisa que el acuerdo se tome por unanimidad lo que podría no ocurrir si, los países que han dicho que se opondrán, continúan manteniendo su postura contraria al acuerdo. Uno se pregunta ¿qué clase de organización es esa que cuando se toma una decisión por los estados integrados en la UE, se puede revocar tan sólo a los pocos días del acuerdo? ¿Estamos ante una unión seria, responsable y soberana o nos hallamos en una especie de jaula de grillos, donde cada cual tira para sí sin contemplar lo que es más conveniente para la comunidad? No estamos hablando de una pequeñez ni de una decisión baladí porque, señores, aquí se trata de dar una ayuda a una nación importante, mucho más que aquellas que quieren perjudicarnos, que ha venido cumpliendo sus compromisos y que ahora precisa resolver el problema de su deuda, que viene siendo objeto de ataques feroces por parte de los expertos en la especulación a gran escala.
Es posible que, en su actitud egoísta, exista intereses que no alcanzamos a averiguar, que los inciten a oponerse a que la banca española pueda beneficiarse de un crédito especial o que intenten crearle problemas al Gobierno español, para acelerar algo que, dentro de la propia Alemania, ya se ha venido formulando en varias ocasiones: el que se cree una Europa a dos velocidades, para decirlo claramente, la de los estados ricos y la de los estados pobres que, naturalmente, no tendrían ninguna opción de progresar si no fuera sometiéndose a las normas que les dictaran los primeros. Ya sabemos que la señora Merkel ha transigido con esta decisión a regañadientes y que, en su país, va a tener dificultades para explicar que, Europa, a través de sus mecanismos de rescate, pueda conceder préstamos a los bancos españoles con dificultades. Parece que quieren que el que pida el rescate soberano el país como tal; lo que, para España, supondría tener que someterse a la Troika, o sea, los esbirros del FMI, el BCE y la CE.
Tampoco nos sorprendería que, la Europa del norte, esté considerando demasiado costoso el mantener el euro a costa de tener que sacar de sus apuros a los denominados PIIGS, y se comenzaran a plantear, pese a las negativas rotundas de la señora Merkel, el dejar que las naciones que tienen dificultades con su deuda o que pudieran constituir un verdadero peligro para la estabilidad del euro, se las compongan como puedan; renunciando, de hecho, a seguir formando parte de la CE para volver a refugiarse en sus propias divisas antes de que, el coste de sostener la divisa europea, les pudiera llevar a una situación insostenible. Sabemos que la canciller de la república alemana está pasando, en el interior de su país, un verdadero Vía Crucis. El castigo recibido por su partido, la CDU, en las sucesivas elecciones que se han ido celebrando, y que, una gran parte de los ciudadanos alemanes, empiecen a dudar de las ventajas que les reporta el euro, y empiecen a añorar el Marco, no le hacen fácil defender aumentar las ayudas a los países del sur.
Probablemente el señor Hollande de Francia, al apoyar las propuestas de España e Italia sea consciente de que, seguir estrangulando las economías de los países del sur, con medidas exclusivamente fiscales y austeras, exigiéndoles sacrificios excesivos a sus ciudadanos, puede ocasionar que, en un momento determinado, la presión social se haga tan insostenible que los gobiernos respectivos no puedan controlar a un pueblo al que se le ha pedido demasiado, sólo para que se le permita seguir vegetando. Francia sabe que, después de Italia y España, le va a tocar a ella el afrontar la misma enfermedad que ahora nos afecta a nosotros. Nadie discute que, en España, se ha despilfarrado mucho dinero, que las CC.AA han sido el peor invento de la democracia y que, su sostenimiento, cada vez parece ser más complicado, teniendo en cuenta que existen algunas de ellas que van por libre y ya nos anuncian que no van a aplicar las medidas de ahorro que se les piden desde el Gobierno de la nación.
Lo cierto es que, después de un día de euforia desatada en el que, las bolsas, nos hacían pensar que lo peor de la crisis estaba superado; parece ser que, de nuevo, los nubarrones del pesimismo nos vuelven a cubrir de desánimo ante la noticias que nos llegan de Holanda y Dinamarca que, como es natural, ya se han dejado sentir en los mercados bursátiles elevando la prima de riesgo española hasta los 490 puntos básicos. Una esperanza: el señor Simon O’Conor, portavoz de Asuntos Económicos de la Comisión Europea ha explicado que, en efecto, la decisión de activar la compra de deuda debe adoptarse por unanimidad de los países del euro, “excepto en los casos en que sea necesario actuar de forma urgente, para salvaguardar la estabilidad de la Euro Zona”. Si sucede lo anterior, el fondo puede activarse con la aprobación de los Estados miembros que representen el 85% del capital suscrito. Lo que no permitiría, a Finlandia y los Países bajos, bloquear el acuerdo en el caso de que la Comisión y el BCE dictaminaran que se trata de una situación de urgencia; porque los disidentes sólo suman el 7’5% de los votos, del 15% necesario para vetarlo.
Una situación complicada para España e Italia si, como pudiera suceder, algunos otros países, especialmente del norte de Europa, decidieran hacer causa común con los disidentes. La posición de Alemania es fundamental en este contencioso, si tenemos en cuenta que ha sido uno de los países más reacios a las ayudas propuestas y más empeñado en la línea dura de conseguir atajar el déficit de los países, para que alcancen los topes que se les han venido exigiendo, aún a costa de recortar las posibilidades de crecimiento económico y desarrollo social. No parece demasiado lógico que los sacrificios que estamos obligados a hacer y que aceptamos como penitencia por el despilfarro de bancos y cajas, que, una vez más son los que nos uncen el yugo cuando, a costa de los españoles, se les han de dar préstamos por sus errores y su mala gestión.
Los próximos días seguramente podremos averiguar qué es lo que se está cociendo en la Comisión Europea y cuales van a ser los próximos movimientos del Gobierno español. Espero de todo corazón que acierten unos y otros, porque de ello depende nuestro futuro. O esta es, señores, mi particular opinión sobre tan delicado tema.