Miguel Massanet. Luis Maurice Boutet de Monvel (1851 – 1913), académico pintor francés e ilustrador de cuentos infantiles, en su opereta cómica Erreur d’un moment, dejó escrito el siguiente pensamiento “Aunque es necesaria la virtud, no se necesita demasiado de ella; el exceso es siempre un defecto”.
No es que nos parezca mal que la prudencia, la paciencia, el sentido común y el saber esperar sean cualidades apreciadas en un buen gobernante pero, cuando la nación está en peligro de cuartearse; cuando se sabe que hay quienes están contemplando con interés, impaciencia y mal disimulada envidia, lo que está sucediendo en la autonomía catalana; cuando el señor Mas y todo su gobierno, del sector más duro del separatismo de CIU, demuestran cuales son sus intenciones de futuro y ponen en primer plano, como condición sine qua non, el celebrar una consulta popular ilegal previa a una anunciada declaración de independencia de Catalunya; cuando se sabe que, para mantenerse en el candelero, el President de la Generalitat se ha puesto en manos del señor Junqueras de ERC y cuando se siguen infringiendo las leyes españolas y la propia Constitución, nombrando un ministerio de asuntos exteriores catalán, usurpando funciones que no les competen, desafiando abiertamente al Estado español; es posible, señores, que los españoles de verdad tengamos algo que decir al respecto.
Si existe una manera más evidente de la falta de autoridad de una persona y de su falta de seguridad en si mismo, al menos en lo que hace referencia a la imagen que se proyecta de uno mismo es, sin duda, demostrar debilidad, excederse en darle facilidades al contrincante, ceder la iniciativa e insistir en no afrontar de cara y con energía un problema que se sabe que no tiene posibilidad alguna de solventarse cediendo. El caso del gobierno catalán, de la deriva independentista en la que han entrado los actuales gobernantes de la autonomía y de las medidas que, el Parlament catalán, está iniciando para comenzar a crear las instituciones que, en un futuro que para ellos está cercano, poder asumir las tareas propias de un estado independiente; no permiten ponerse la venda delante de los ojos y hacer ver que ¡aquí no pasa nada! Porque, desgraciadamente para España y los españoles, sí que están ocurriendo cosas graves que pueden dar al traste con la unidad de la nación, enfrentar a unos españoles con otros y amenazan con llegar a extremos de tensión tales que, las únicas soluciones posibles sean aquellas que todos deseamos evitar.
Lo mismo que en el discurso de SM el Rey, notamos a faltar, en quienes nos gobiernan, una falta de autoridad, una lentitud en la respuesta y una laxitud en las actuaciones que nos hacen pensar en que, los que piden la independencia y los que insultan y amenazan, sin el menor recato, al resto de España, son los que van por delante y llevan la iniciativa en este contencioso y, quienes debieran demostrar que no hay otra solución que respetar la Constitución, utilizando todos los medios previstos en ella para hacer que se cumpla; son los que, actualmente, están en clara posición defensiva. Nadie piense que los españoles y catalanes que vivimos en la comunidad catalana tenemos la menor posibilidad de evitar que la ruptura tenga lugar y mucho hacemos manteniendo nuestra españolidad en un territorio abiertamente hostil con quienes la defienden.
Estamos convencidos de que en el resto de España, en las tertulias de “sabios” de las radios y TV, en muchos mentideros políticos y sectores intelectuales, existe una falsa imagen respecto a la postura del pueblo catalán que, en definitiva, gracias a la permisividad de los últimos gobiernos de la democracia, no ha hecho más que ir recuperando viejas ambiciones identitarias que ya fueron expresadas por Macía y, más tarde por Companys y que ahora, agravada por la crisis que padecemos, con el famoso Estatut catalán y con la deslealtad de personajes como Pujol y Mas, se han desbordado y han adquirido dimensiones tan preocupantes, que ya es difícil que, desde dentro del territorio catalán, puedan surgir políticos, fuerzas opositoras o héroes que signifiquen una amenaza creíble para los defensores de la escisión de Catalunya de España.
Mucho nos tememos que exista la falsa creencia de que, siguiendo pagándoles las facturas a los de la Generalitat, continuando metiendo millones de euros para que puedan pagar las deudas contraídas o cediendo en determinadas pretensiones de índole fiscal o de financiación, se consiga nada más que, por una parte, prolongar lo que se anuncia como irremediable, la escisión y, por otro parte, irles facilitando a los nacionalistas la posibilidad de convencer a los que todavía dudan de la posibilidad de sobrevivir fuera de España, de que están en condiciones de continuar chupando de las ubres españolas todo el tiempo que necesiten, para poder organizar con tranquilidad su estado propio. .Parece increíble que, desde el Gobierno español no se aperciban o si lo hacen hagan como si no se enteran, de que la situación catalana ya no es posible arreglarla con paños calientes y que, en una gran parte del pueblo catalán, ya existe arraigada la idea de que España roba a Catalunya, que los catalanes son los que financian al resto de autonomías y que en el resto de la nación nadie trabaja tanto y mejor que ellos. Quien no vea esto es que está equivocado y actuará erróneamente.
Desde los más altos estadios de la Jefatura del Estado hasta aquellos en los que la CE delega velar por la unidad del Estado español, no hay ninguna institución que haya levantado la voz alertando de que estamos entrando en una situación de no retorno respecto al problema catalán; que si no se toma en serio y se aplican las medidas pertinentes para impedir que siga avanzando la carrera hacia la secesión, es muy posible que, cuando se quiera poner coto ya sea demasiado tarde para hacerlo.
Y hete aquí que, un blandengue señor Rajoy nos obsequia con frases como “acomodar mejor la diversidad” o hablar de “lealtad recíproca” o de “recuperar el diálogo” ¿Qué clase de diálogo propone usted, señor Rajoy, qué clase de cesiones está dispuesto a concederles a los que chantajean al Estado? O es que, por casualidad ¿está dispuesto a hablar ahora del Pacto Fiscal, a concederles nuevos créditos a cargo de los PGE, que comporten más sacrificios para las otras comunidades?, ¿qué puede ceder usted que ya no haya cedido antes, sin que signifique una bajada de pantalones del Estado español ante la vorágine separatista que amenaza la unidad de España?. Parece obsceno hablar de lealtad mutua, cuando el gobierno autonómico en ninguna ocasión, ni aun en los casos en los que se les han concedido lo que pedían, ha tenido la más mínima consideración, respeto y lealtad a las instituciones españolas, empezando por la persona del Rey y los símbolos patrios que identifican a nuestra nación. Quemas de banderas nacionales, ofensas a las imágenes de sus majestades, pueblos que reniegan públicamente de España y mandatarios que no dudan en incumplir las leyes de los tribunales; son los ejemplos palpables de la clase de “lealtad” que puede esperar del señor Mas y su equipo.
Es posible que se valore equivocadamente lo que está ocurriendo pero, señores, el tiempo será testigo de los acontecimientos que se pueden producir en esta autonomía cuando ya no queden otros medios para solucionarlos pacíficamente. O esto opino yo.