"No todas las ideas son respetables, en absoluto"
Rafael Nieto. 25 de marzo.
Siempre se aprende de un maestro. Y Miguel Ángel Velasco lo es. Después de muchos años llenando de buen periodismo las inolvidables páginas del YA en papel, asumió la dirección de Alfa y Omega para hacer de él un semanario católico de enorme prestigio, calidad y rigor informativo. Nos recibe en su despacho para hablar de periodismo y de fe, para darnos su receta contra la tibieza en la pluma que a menudo se corresponde también con la tibieza de espíritu.
¿Qué significa Alfa y Omega en el periodismo español, y qué recorrido ha tenido a lo largo de los años?
Bueno, Alfa y Omega comenzó, tras la caída del YA, había miles y miles de lectores en España que de repente se quedaron en el vacío, y había un hueco que había que llenar profesionalmente y católicamente, con una voz católica, entendiendo la información religiosa como yo la entiendo, que no es hablar de curas y monjas, porque eso es chismorreo religioso, ni de obispos…Es contar la vida entera de la gente, del Parlamento a las discotecas, al fútbol, al viaje del Papa…, en definitiva, lo que es la vida, pero con ojos católicos, con ojos de fe. Eso se ha ido haciendo con una fórmula, gracias a Dios, de éxito que es estar encartados los jueves en un periódico de tirada nacional, con distribución nacional en todos los quioscos, que es donde tiene que estar un periódico de papel, en el quiosco, ese es su sitio. Y es una fórmula acertada, que está teniendo éxito con cerca de dos millones de lectores semanales y por tanto con una exigencia de profesionalidad y de identidad muy clara. No hay ningún tipo de hipoteca con el ABC, nosotros les servimos la información el martes, con todo hecho, y como digo, no hay ninguna hipoteca de tipo ideológico, hay un respeto y una sintonía perfecta. Ellos cobran, naturalmente, el papel y lo que tienen que cobrar, prestan este servicio, y nosotros le damos el jueves al ABC un aire de seriedad, de responsabilidad y de periodismo bien hecho. ¿Qué quiere ser Alfa y Omega, al menos qué quiere ser en la cabeza de su director? Pues un semanario que cuente el mundo a la Iglesia y la Iglesia al mundo. Con fidelidad a unos principios irrenunciables de la fe católica y al magisterio pontificio, fidelidad absoluta, sin fisuras, con una identidad muy clara, sin ningún tipo de complejo, ni de superioridad ni de inferioridad, ni somos los más ni los menos. Somos unos profesionales de la información que sabemos hacerla al menos tan bien como cualquiera, y ahí estamos, al servicio de nuestros lectores, sin alharacas, sin ruido…Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece. Y nosotros queremos ser bosque que crece, como todo lo grande, calladamente y con apertura, al servicio de la verdad, lo cual no es una cuestión de mayorías y de minorías, que no es una cuestión de consensos, que no es una cuestión de “27 votan a favor y 2 en contra, y entonces ya vale la EpC”, no, no, oiga usted, no. No sé lo que tendrá que decir un masón, o un budista, pero yo sé lo que tiene que decir un cristiano. La verdad es el Señor, Jesús, que dijo: “Yo soy la Verdad”; pudo haber hecho un referéndum, pero no lo hizo. Y por tanto, en la medida en que un periodista católico se acerque a esa verdad, se acerca a Jesucristo. Y en la medida en que se aleje, se aleja de Jesucristo. Así de claro, sin complejos.
Tenemos una enorme preocupación por el periodismo que se hace hoy en España, con múltiples ejemplos de mala praxis profesional…¿cómo debe actuar un periodista católico en la España de hoy?
En primer lugar, con profesionalidad no inferior en ningún caso a nadie. Yo soy de la escuela de don Ángel Herrera y siempre nos decía que le hace muy flaco favor al adjetivo católico el no ser, como sustantivo, buen periódico. Lo sustantivo es ser periódico, o semanario, o una buena televisión, ese es el mejor servicio que se le puede hacer a lo católico, que es adjetivo en el terreno de lo profesional. Y tenemos que trabajar y arar con estos bueyes que tenemos, en esta realidad que tenemos en España en este momento. Una España que sí está secularizada, yo sería un insensato si no dijera que está secularizada. Pero menos lobos. Menos lobos. Yo, a quien se empeña en que estamos secularizados, le digo: “Vente conmigo a un pabellón de terminales, y vemos lo secularizada que está”. O al Cristo de tu pueblo, que no te lo toquen. Y tu niña se quiere casar por la iglesia, aunque sea del PSOE. ¿O no? Y ¿qué va a pasar esta Semana Santa en las procesiones de toda España? Y la Virgen de tu pueblo, que no te la toquen. De modo que…, sí, que sí, que ya sé que está secularizada, pero que menos lobos. Y luego esto aún no es Francia, y mucho menos Holanda. Tampoco es Italia, por cierto. Ahora mismo, poro ejemplo, estamos hablando en un despacho que da a una calle que se llama Sacramento, y al lado está otra que se llama Calle del Nuncio. En pleno Madrid de los Austrias. Bien, ¿usted quiere renunciar a esas raíces cristianas? Pues explíqueme el Museo del Prado, explíqueme la vida de la gente normal y corriente, de una familia normal. Oiga, que ochenta de cada cien padres siguen queriendo educar a sus hijos en la fe católica. Y en democracia, ya que tanto se habla de mayorías, esa mayoría hay que respetarla. ¿Y cómo tiene que trabajar un periodista católico en esto? Con afán de servicio, con respeto a la persona humana, a toda persona humana, Zapatero incluido. Pero no a sus ideas ni a sus comportamientos. Todos somos hijos de Dios y creados por él, y por tanto todos tenemos la misma dignidad. Pero las ideas no. Puede haber ideas muy respetables, otras menos respetables, y otras que no son respetables en absoluto, y ya va siendo hora de decirlo. “Es que todas las ideas son respetables”, ¡que no señor!, ¡que no, señora Bibiana, que no!, ¡usted sí es respetable como persona, y porque usted es respetable como persona, como hija de Dios, me interesa mucho! Si no, no perdía el tiempo con Vd. Porque la respeto le tengo que decir que lo que Vd. dice y hace no es verdad y no es de recibo. Y esa es la más alta forma de caridad cristiana que existe, y no lo digo yo, lo acaba de decir Benedicto XVI, a quien han preguntado en qué consiste la caridad verdadera. ¿Y sabes lo que ha dicho? “La caridad verdadera consiste en decir la verdad, cueste lo que cueste”.
¿Qué importancia cree que tiene la figura de Benedicto XVI en medio de este mundo de relativismo, a dónde nos puede llevar este Papa?
Dios dirige los destinos de la Iglesia de manera que sólo el que no quiere verlo no lo ve. Después del grande Juan Pablo II parecía que iba a ser imposible encontrar a alguien que congregara de aquella manera…Y resulta que igual que aquel Papa cuando más congregó a su alrededor fue en los momentos de la debilidad y del sufrimiento final (ahí están los millones de fieles en la plaza de San Pedro), el Papa actual, que es un intelectual y un teólogo, es también un pastor, y un pastor que habla con la sencillez y con el corazón con el que ha hablado en esa última carta verdaderamente impresionante, quejándose como un padre…, cosa que a mí no me extraña. Yo soy hijo de militar, y ya mi padre me decía: “Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros”. De modo que no me extraña. Satanás, que algunos dicen que no existe, hace horas extra, y las hace en la Iglesia. Horas extra en la Iglesia, porque sabe que ahí es donde se la juega. Y tenemos a un Papa que es un don de Dios para esta hora presente del mundo, que sabe decir las cosas más complejas y más abstractas con una concreción…Y consigue divulgarlas, que lleguen al corazón y a la mente de los más sencillos, que es donde está el futuro, por cierto. Lo creeremos o no, pero el Evangelio dice que Dios esconde a los soberbios e intelectuales las cosas que la gente sencilla (tu madre, la mía) hacen efectivas cada día. Yo creo que es un gran Papa para la hora presente, que es para darle muchas gracias a Dios por él y que nos dará, como nos dio Juan Pablo II, más de una sorpresa. Especialmente, en la forma de aplicar correctamente lo que fue el Concilio. Hubo un momento, después del Concilio, que aquello fue lo que fue, pero las cosas se van sedimentando poco a poco, y se va volviendo a la identidad, a lo esencial, a lo que no puede ser cambiado, a lo que es inmutable en la Iglesia, y que la ha hecho sobrevivir a lo largo de más de 2000 años. Los seres humanos somos vasijas de barro, estamos en la Iglesia y cometemos errores, todos. Pero la Iglesia permanece. Cualquier otra institución, la que quieras, teniendo las vasijas de barro que somos los seres humanos, se van, se destruyen. La Iglesia sigue, porque el señor nos dijo: “Yo estoy con vosotros”, y no prevalecerán, nos lo harán pasar mal, pero no prevalecerán.
No podemos irnos sin pedirle un consejo para el futuro de este diario digital católico.
No tengáis miedo. “Yo he vencido al mundo”, dijo nuestro Padre. Sed vosotros mismos, siempre, un día tras otro, tened constancia.