Covadonga Sourbé. Me ha llegado una carta que habla de difundir una cadena de oración por el padre de sacerdote que está enfermo, y al que operan este viernes 1 de febrero, de cáncer. El texto decía “Con el sufrimiento de un miembro de la Iglesia todos somos convocados a la oración y a renovar nuestra confianza y amor al Corazón de Jesús”. Abrazo esta idea de solidaridad para que nos una cada cuenta de la novena al Sagrado Corazón de Jesús, por él, y por la niña de cuatro años de un buen amigo nuestro que lo está pasando mal, y por todas las personas que están enfermas, para que Dios les de fuerzas a ellos y a sus familias.
Oración para todos los días
Corazón de Amor, en Ti pongo toda mi confianza, pues todo lo temo de mi fragilidad y todo lo espero de tu bondad.
A tu Corazón confío: LA SALUD CORPORAL Y ESPIRITUAL DE JOSÉ MARÍA ALSINA y la FORTALEZA Y CONSUELO PARA SUS FAMILIAS.
Míralo todo y después haz lo que tu Corazón te diga, deja obrar a tu Cora-zón… ¡Oh Jesús!, yo cuento contigo, me fío de ti, me entrego a ti, y estoy seguro de ti. Me abandono en tu Misericordia.
Lectura para cada día
(Ver día correspondiente)
Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Invocaciones
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
Sagrado Corazón de Jesús, creo en tu amor por mí.
Sagrado Corazón de Jesús, venga a nosotros tu Reino.
Dulce Corazón de María, sed nuestra salvación
San José, rogad por Nosotros
Día 1
Es la fiesta del discípulo amado (27 Diciembre 1673). Está Margarita en el coro bajo en presencia de su Amor Sacramentado. El la hace reposar en su divino pecho, donde le descubre «las maravillas de su amor y los secretos de su Corazón que siempre le había tenido ocultos hasta entonces, cuando se le abrió por primera vez».
«Mi divino Corazón, le dice, está tan apasionado de amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en él las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti, y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo...».
Día 2
«Una vez entre otras, escribe la vidente, que se hallaba ex-puesto el Santísimo Sacramento, después de sentirme retirada en mi interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentidos y potencias, Jesucristo mi amado Dueño se presentó delante de mí todo resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas brillantes como cinco soles, y despidiendo de su sagrada Humanidad rayos de luz de todas partes, pero sobre todo de su adorable pecho, que parecía un horno encendido: y, habiéndose abierto, me descubrió su amante y amable Corazón, vivo manantial de tales llamas.
»Entonces me explicó las inexplicables maravillas de su puro amor, y hasta qué exceso había llegado su amor para con los hombres, de quienes no recibía sino ingratitudes».
Día 3
«Estate atenta a mi voz, continúa Jesús, y le dirige varias peticiones:
»Todas las noches del jueves al viernes haré que participes de lo que Yo quise sentir en el huerto de los Olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía más difícil de sufrir que la muerte. Para acompañarme en la humilde oración que hice entonces a mi Padre en medio de todas mis congojas, te levantaré de once a doce de la noche para postrarte durante una hora conmigo, el rostro en el suelo, tanto para calmar la cólera divina, pidiendo misericordia para los pecadores, como para suavizar, en cierto modo, la amargura que sentí al ser abandonado por mis Apóstoles, obligándome a echarles en cara el no haber podido velar una hora conmigo; durante esta hora harás lo que yo te enseñaré...».
Día 4, La Gran revelación
Es un día infraoctava del Corpus, probablemente el 16 de Junio de 1675. La Hermana Margarita María está ante S. D. M. expuesta. De la blanca nube de los accidentes Eucarísticos se destaca radiante N. S. Jesucristo, le descubre su divino Corazón y le dice con acento insinuante y amoroso ademán: «He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor, y que no recibe en reconocimiento de la mayor parte sino ingratitud, ya por sus irreverencias y sacrilegios, ya por la frialdad y desprecio con que me tratan en este Sacramento de amor. Pero lo que me es aún mucho más sensible es que son corazones que me están consagrados los que así me tratan. Por eso te pido que se dedique el primer viernes de mes, después de la octava del Santísimo Sacramento, una fiesta particular para honrar mi Corazón, comulgando ese día, y reparando su honor con un acto público de desagravio, a fin de expiar las injurias que ha recibido durante el tiempo que he estado expuesto en los altares. Te prometo además que mi Corazón se dilatará para derramar con abundancia las influencias de su divino amor sobre los que den este honor y los que procuren le sea tributado».
Día 5, Ardiente deseo de ser amado
Me hizo ver que el ardiente deseo que tenía de ser amado de los hombres y de apartarlos del camino de perdición, adonde Satanás los precipita en tropel, le había hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los hombres con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracia, de santificación y de salvación que contiene. A todos aquellos que quisieren tributarle y procurarle todo el amor, honor y gloria que esté en su poder, los enriquecerá con abundancia y profusión con esos divinos tesoros del Corazón de Dios, que es la fuente de ellos. Pero es preciso honrarle bajo la figura de ese Corazón de carne, cuya imagen quería que se expusiera y que llevara yo sobre mi corazón, para grabar en él su amor, llenarlo de todos los dones de que Él estaba lleno, y destruir todos sus movimientos desarreglados. Y dondequiera que esta imagen fuere expuesta para ser honrada, derramaría sus gracias y bendiciones.
Día 6, Una nueva redención amorosa
Esta devoción era como un supremo esfuerzo de su amor que quería favorecer a los hombres en estos últimos tiempos con esta redención amorosa, para sacarlos del imperio de Satán que Él pretendía arruinar para colocarnos bajo la dulce libertad del imperio de su amor, el cual quería restablecer en los corazones de todos los que quisieran abrazar esta devoción.
(…) Uno de mis mayores suplicios era cuando este Divino Corazón se me presentaba, diciéndome estas palabras: «Tengo sed, pero una sed tan ardiente de ser amado de los hombres en el Santísimo Sacramento, que esta sed me consume; y no hallo a nadie que se esfuerce, según mi deseo, en apagármela, correspondiendo de alguna manera a mi amor».
Día 7, Reinaré
No deben sorprendernos las contradicciones y oposiciones que el demonio nos suscitará, porque esté seguro de que el Soberano de nuestras almas sostendrá El mismo su obra, y que será más poderoso para defenderla que sus enemigos para combatirla. En fin, yo creo que se cumplirán aquellas palabras que hacía oír de continuo al oído del corazón de su indigna esclava, entre las dificultades y oposiciones que fueron grandes en los principios de esta devoción: «Yo reinaré a pesar de mis enemigos y de cuantos se opongan a ello». Me infundían éstas tanto consuelo y esperanza de que así sería, que cuanto más me privaban de los medios con que contaba, prohibiéndome que hablara más de ello, tanto más yo confiaba y esperaba que Dios, siempre fiel a sus promesas, realizaría la obra por sí mismo, antes que dejarla imperfecta, porque siempre ha prometido a su indigna esclava que cuidará de procurarle todos los medios necesarios para el cumplimiento de sus designios, y que nada le faltará. Así lo ha cumplido siempre, hasta excediéndose de sus promesas.
Día 8, Amar al amor no amado
Este Corazón [de Jesús] se encuentra (…) siempre abrasado de amor para con los hombres; siempre abierto para derramar sobre ellos toda clase de gracias y bendiciones; siempre sensible a nuestros males; siempre apremiado del deseo de hacernos partícipes de sus tesoros y de dársenos a sí mismo; siempre dispuesto a recibirnos y a servirnos de asilo, de mansión, de paraíso, ya en esta vida.
A cambio de todo esto no encuentra en el corazón de los hombres más que dureza, olvido, desprecio, ingratitud. Ama y no es amado y ni siquiera es conocido su amor; porque no se dignan los hombres recibir los dones por los que quiere atestiguarlo, ni escuchar las amables e íntimas manifestaciones que quiere hacer a nuestro corazón.
En reparación de tantos ultrajes y de tan crueles ingratitudes, oh adorable y amable Corazón de Jesús, y para evitar en cuanto de mí dependa el caer en semejante desgracia, yo os ofrezco mi corazón con todos los sentimientos de que es capaz; yo me entrego enteramente a Vos. Y desde este momento protesto sinceramente que deseo olvidarme de mí mismo, y de todo lo que pueda tener relación conmigo para remover el obstáculo que pudiera impedirme la entrada en ese divino Corazón, que tenéis la bondad de abrirme y donde deseo entrar para vivir y morir en él con vuestros más fieles servidores, penetrado enteramente y abrasado de vuestro amor.
Día 9, Signo de salvación para nuestro tiempo
Entre todos los testimonios de la infinita benignidad de nuestro Redentor resplandece singularmente el hecho de que, cuando la caridad de los fieles se entibiaba, la caridad de Dios se presentaba para ser honrada con culto especial, y los tesoros de su bondad se descubrieron por aquella forma de devoción con que damos culto al Corazón Sacratísimo de Jesús, «en quien están escondidos todos los tesoros de su sabiduría y de su ciencia» (Col 2, 3).
Pues, así como en otro tiempo quiso Dios que a los ojos del humano linaje que salía del arca de Noé resplandeciera como signo de pacto de amistad «el arco que aparece en las nubes» (Gn 2, 14), así en los turbulentísimos tiempos de la moderna edad, serpeando la herejía jansenista, la más astuta de todas, enemiga del amor de Dios y de la piedad, que predicaba que no tanto ha de amarse a Dios como padre cuanto temérsele como implacable juez, el benignísimo Jesús mostró su corazón como bandera de paz y caridad desplegada sobre las gentes, asegurando cierta la victoria en el combate .