Nuestro ministro del Interior: un tipo muy cristiano
Fernando José Vaquero Oroquieta. El ministro español del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha agitado, de nuevo, la idea de que los “exiliados” que abandonaron el País Vasco o Navarra, por presiones terroristas, puedan votar en su tierra de origen en unas indeterminadas y futuras elecciones. Y ha afirmado, el pasado miércoles 25 de julio, en un exceso de caballerosidad y bonhomía, que no hay prisa, que ello no sucederá en las próximas elecciones autonómicas vascas, pues quiere consensuarlo con los demás grupos parlamentarios, no respondiendo tal propuesta a intereses “electoralistas”. ¡Qué bondad natural! ¡Qué generosidad política!
Seguro que sus rivales nacionalistas vascos, radicales o moderados, se lo agradecerán. Y mucho. Claro que, acaso en su fuero interno, no puedan entender que tan magnánimo rival les ceda -una vez más- semejante ventajosa posición de salida. Para ellos, expertos en el juego de las distancias cortas con la mirada en la lejanía, aprovechar cada laguna legal, cada fisura institucional, cada quiebra del sistema, es un arte, una necesidad y una de las razones de sus indudables éxitos.