Luis Montero Trénor. Horas antes de que ayer domingo se abrieran las urnas, el presidente venezolano violaba flagrantemente la ley electoral con una rueda de prensa a la que acudieron informadores de todo el mundo, principalmente hispanoamericanos. Con las cámaras retransmitiendo en vivo para todo el país, Hugo Chávez recordó las infinitas bondades de su régimen y exhortaba a luchar contra el supuesto golpe de estado que la “extrema derecha” tenía previsto llevar a cabo tras conocer la victoria del Comandante. Una vez terminada la comparecencia pública, a todas luces ilegal, las cacerolas comenzaron a sonar por todo Caracas como signo de protesta.
Pero lo cierto es que solo veinticuatro horas más tarde, un exultante Chávez aparecía en el balcón del Palacio de Miraflores exhibiendo la espada de Simón Bolívar, entonando el himno nacional y festejando un nuevo triunfo con sus seguidores. Con un altísimo índice de participación, el chavismo consiguió el cincuenta y cuatro por cien de los sufragios frente al poco más del cuarenta y cuatro obtenido por el opositor Capriles. De este modo, y logrando además una considerable diferencia en gran parte de los estados -incluyendo Caracas-, Hugo Chávez gobernará el país hasta el año 2019 si la salud se lo permite.
El principal líder opositor, al contrario de lo que alertó el reelegido presidente, ha reconocido la derrota de forma inmediata y pide que en esta nueva legislatura se tenga en cuenta la nueva realidad de “un país que tiene dos visiones”. Chávez, por su parte, pidió a los detractores del Régimen que “dejen de promover el odio” y trabajen por una Venezuela que -dijo- atraviesa su mejor momento en doscientos años.