La Lupa del YA. La Conferencia Episcopal Alemana ha decidido que sus clínicas y hospitales católicos puedan suministrar la “píldora del día después” u otros fármacos anticonceptivos a mujeres que han sido violadas siempre y cuando el fármaco empleado tenga un uso preventivo y no abortivo. No obstante, aunque se asegura que esta medida tiene el apoyo de la Congregación de Defensa de la Fe y la Academia Papal, no consta la aprobación de Su Santidad Benedicto XVI, quien siempre ha defendido la no viabilidad del fármaco abortivo. Por otra parte, varios expertos pro vida de diferentes países afirman que la decisión de los Obispos alemanes genera un peligroso precedente.
Antes de continuar analizando la sorprendente medida, es importante contextualizar la posición reformista y aperturista de muchos teólogos católicos alemanes, austríacos y suizos, que desde hace un par de décadas llevan solicitado cambios sustanciales en la Iglesia católica como la abolición del celibato, esto es, permitir casarse a los sacerdotes, autorizar a las mujeres a ser sacerdotes e incluso a aceptar las uniones entre personas del mismo sexo (* petición titulada "Iglesia 2011: la imprescindible renovación")
Volviendo al tema que nos ocupa, si bien los obispos germanos puntualizan que no se puede aplicar métodos médicos o farmacéuticos que conlleven la muerte del embrión, la doctrina alemana se separa en este aspecto una vez más de la Iglesia Católica, puesto que ésta considera que la vida empieza en el mismo momento de la fecundación, mientras que el Estado alemán estima que el embarazo empieza cuando el cigoto anida en el útero de la madre.
En efecto, el uso de “anticonceptivos de emergencia” son una forma más de “evitar” la procreación que se basa en la falsa teoría de que el embarazo comienza con la implantación del óvulo ya fecundado, es decir, de la nueva vida humana en el útero, en vez de la fecundación. Basándose en esta idea errónea se les dan el nombre de “anticoncepción de emergencia”, cuando en realidad se trata de un aborto.
La ‘píldora del día después’ es una píldora abortiva que contiene estrógeno y progestina elementos que constituyen un aborto químico dentro de las 72 horas después de haber tenido relaciones sexuales. La píldora impide que el óvulo fecundado se implante en la membrana del útero, el diminuto ser humano muere de hambre y de asfixia, siendo finalmente expulsado del útero.
El argumento planteado por el Cardenal Joachim Meisner, Arzobispo de Colonia para defender la medida de utilizar la píldora se basa en que “las nuevas tecnologías hacen posible distinguir entre una situación de prevención y otra de impedir que un óvulo ya fecundado se implante en el útero, “en cuyo caso su uso no es aceptable” justifica Meisner.
Otro de los puntos muy poco claros es que los Obispos germanos hablen de “respetarse la decisión de la mujer afectada” a la hora de decidir si toma o no la píldora, algo que suena un poco al “yo decido” o “mi cuerpo es mío” que lleva a una absoluta indefensión del niño. Para los obispos, las víctimas de una violación deben recibir “atención humana, médica, psicológica y espiritual” -algo que ya se venía haciendo antes de que los obispos tomaran su polémica decisión-, solo que ahora, “podrán decidir si quieren tomar la píldora”.
Hay que analizar también el momento en que se produce todo esto, cuando Benedicto XVI ha anunciado su salida y a pocos días de producirse la situación de “Sede vacante” en el Vaticano. Los Obispos alemanes lo justifican en la necesidad de dar una respuesta al precedente inmediato de la polémica por el caso de una chica que fue violada y dos hospitales de Colonia no quisieron suministrarle la píldora del día después. Ante este hecho, el Obispo de Colonia, Meisner, no solo no explicó la doctrina católica que avala y justifica la decisión de los hospitales, sino que se disculpó y trató la cuestión en la asamblea plenaria de los obispos alemanes en Trier.
Aunque no se trata solo de Meisner, según el presidente de la Conferencia Episcopal alemana Robert Zollitsch, Arzobispo de Friburgo, el cambio de parecer sobre la píldora del día después se aprobó “por unanimidad”.
Zollitsch insiste en que la píldora no debe ser utilizada como método anticonceptivo, sino como remedio en una situación extrema para impedir la fecundación, y anima a que los obispos alemanes comiencen a informar de los cambios a los médicos de sus diócesis.
Aunque como apuntábamos, los obispos alemanes afirman que el tema lo han decidido “de acuerdo con la Congregación para la Doctrina de la Fe y la Academia Pontificia para la Vida", lo cierto es que recientemente un miembro de esa Academia Pontifica dijo que no habían aprobado esa medida. Por lo que se hace necesario que se explique todo este asunto para ser clarificado convenientemente.
Hasta el momento, Georg Gänswein, Secretario pontificio muy cercano al Papa, ha desmentido que Benedicto XVI haya dado su visto bueno a la medida, según recoge el diario de Colonia Kölner Stadt-Anzeiger, en el que se afirma que Gänswein escribió en un e-mail que el arzobispo Meisner había dicho cosas que “no son verdad”, posiblemente en referencia al hecho de afirmar que el tema ha sido admitido por “la Congregación para la Doctrina de la Fe y con la Academia Pontificia para la Vida”.
Es posible que se produzca en estos días un pronunciamiento oficial sobre este tema, del que les mantendremos informados.