Mª Elena Vizcarro. Nunca hubo tanta desinhibición como en la actualidad y nunca hubo tantos desequilibrios psíquicos como hoy, y no precisamente entre los "reprimidos" sino mas bien entre los mas "liberalizados" por aquel proceso de oscurecimiento de la inteligencia que ya denunció Kierkegaard en su obra La enfermedad mortal. Cuando Freud atribuyó a la represión sexual la causa de los trastornos psíquicos, quizá no supo o no pudo prever a dónde conduce la liberación de los instintos. Las expresiones, las costumbres, las modas y modales de muchos señalan la pérdida o deterioro de las nociones de bien y mal, de lo verdadero y de lo falso, de lo elegante y de lo zafio. Invocando la defensa de derechos y libertades se ha dado entrada a la cultura de la muerte: muerte por sobredosis de droga, muerte causada por el fanatismo terrorista, muerte del gravoso anciano por la eutanasia...
La inversión de valores: el amor por el placer, la dignidad por la utilidad, la libertad por la irresponsabilidad, la vida por la muerte...hace a muchos exclamar:"el mundo se ha vuelto loco".
Pero no podemos tener una visión pesimista sino optimista. El psiquiatra judío Victor Frankl afirma que "el hombre no ha de pedir algo a la vida, sino preguntarse qué da él a la vida, porque sólo cuando un hombre reconoce su propia tarea -mas allá de su sola autorrealización o de la satisfacción de sus instintos- por medio de un servicio o de un amor a algo o a alguien, encuentra un ideal por el que vale la pena vivir." Es un hecho comprobado que en la medida en que el individuo se obsesione por la búsqueda intencional de la felicidad, del placer o del sueño, en la misma medida no puede conseguirlo. Según Frankl el principio del placer es en realidad, autodestructor, porque violenta la naturaleza de la vida; y cuando eso se intenta la Naturaleza se venga. Pocas familias se libran hoy de algún caso de depresión, angustia, crisis de pánico, drogadicción o cualquier otro tipo de trastorno o anomalía psíquica. Las relaciones familiares, laborales, sociales, sexuales están padeciendo un proceso de degradación creciente: el egoísmo impera y se ha constituido en el gran protagonista de ese deterioro individual y social. Las consultas psiquiátricas se van saturando, los tratamientos psicofarmacológicos se van haciendo de uso habitual y generalizado. Muchos están perdiendo la capacidad de sonreír y de mantener un trato cordial y afable, abrumados por múltiples tensiones internas y externas. La prensa, la radio, la televisión, nos bombardean con todo tipo de noticias deprimentes...
Pero no todo está perdido como afirma el psiquiatra Juan Cardona "estoy convencido de que, tarde o temprano, la verdad y el bien acabaran imponiéndose fundamentados en un genuino sentido de la libertad y del amor, que constituyen los sólidos pilares para el reencuentro del sentido y la verdad de vida."