Pedro Sáez Martínez de Ubago. El líder del PP ha recibido un claro mandato de las urnas en un momento especialmente complicado: aprobar urgentemente reformas estructurales en cuanto asuma la presidencia del Gobierno. Pero la firmeza que exigen las decisiones no debe estar reñida con la vocación de diálogo y consenso de que ha hecho gala el jefe de los populares, porque casi nadie, ya lo anunció el suegro de Iñaki Urdangarín, duda de que las medidas van a ser dolorosas si se quiere enderezar el rumbo y evitar el hundimiento de España, un barco a la deriva desde hace años.
Precisamente, por la delicada e inusual coyuntura por la que atravesamos, habría que hacer del Congreso de los Diputados, -al igual que sucediera en la legislatura constituyente- un espacio de consenso con la participación de todos los partidos representados donde la oposición obre sentido de sacrificio, si España necesita un Gobierno fuerte, sin coacciones, que dé respuestas, no a la canciller Merkel ni al comisario Almunia, sino al conjunto de los ciudadanos españoles, y a tal fin se necesita una oposición seria y rigurosa que trabaje por la salida de la crisis, actuando todos con el máximo sentido de Estado.
La cómoda mayoría absoluta del PP debe gestionarse desde la convicción a la hora de adoptar cuantas medidas sean necesarias, pero ese arrojo no significa evitar los consensos políticos, que suponen uno de los mejores instrumentos de trabajo para cualquier gobernante. El éxito de Rajoy será reducir el paro y cambiar la tendencia de una economía en recesión, una responsabilidad de la que no pueden apearse tampoco ni el resto de fuerzas políticas, ni los agentes económicos y sociales.
Pero todo dentro de un límite y un orden que es el marcado por la unidad de España y la legalidad vigente y nunca al precio de ignorar o desacatar éstas ¿Por qué esta aclaración, aparentemente de Perogrullo? Ni más ni menos porque Arnaldo Otegui ya ha manifestado desde la cárcel de Logroño que “Si hay voluntad, la mayoría absoluta del PP puede ser una ventaja para avanzar en el proceso”. Además este destacado delincuente ha destacado que el lehendakari López debe ejercer de “portavoz de las exigencias de transformación y humanización del conflicto” frente a Rajoy, apuntando o amenazando veladamente que espra que el presidente del Partido Popular “sea lo suficientemente responsable para saber que tendrá en sus manos la posibilidad real de dar una solución definitiva al conflicto vasco”, porque, “si hay voluntad política y talla de estadista en el presidente de España, paradójicamente la mayoría absoluta puede ser una ventaja”. Por último, el exportavoz de Batasuna, refiriéndose a la posibilidad de que se pida perdón a las víctimas del terroriamo no se ha recatado en afirmar que “Como el IRA, ETA reconocerá el dolor causado, en el tiempo y términos que ella decida”, pues el tema de la estrategia penitenciaria “sólo podrá ser abordado y resuelto de forma integral y definitiva en el marco del desmantelamiento y desarme definitivo de ETA y lo más eficaz es que sea abordado en el espacio para el diálogo reservado a los gobiernos y a ETA” . He aquí un bonito fruto de los traidores que internacionalizaron el chantaje de una jauría de delincuentes comunes gracias a su envenenada pantomima de San Sebastián, donde aparentaron equipararse a los estados soberanos de España y Francia.
Y no olvidemos que tras Otegui, pueden estar, unos más soterradamente que otros, los 7 escaños de Amaiur, los 5 del PNV, el de Geroa Bai, y quién sabe hasta qué punto, los 2 del BNG y los 16 de CIU y 3 de ERC, sobre todo después de que sectores del radicalismo vasco condenaran el atentar en Cataluña. Si así fuera o poco margen para el consenso le quedaría a Rajoy o mucho margen a la ETA para la derrota del estado de derecho. Desde esta consideración, invito a don Mariano Rajoy a que, con su mayoría, rehúya los cantos de sirenas de nocivos consensos y recapacite sobre lo acertado de estas palabras del conservador italiano Cesare Cantú: “Las riendas del gobierno político corresponde llevarlas a quien sea más capaz de hacer prevalecer la ley común de la sociedad, es a saber, la justicia, la razón y la verdad”.
PEDRO SÁEZ MARTÍNEZ DE UBAGO