Otra generación perdida
La Lupa del YA. Los militares, en preparación continua para una hipotética situación de crisis, trabajan con una fórmula que parece bastante razonable: Dispuestos para la hipótesis más probable pero preparados para la más peligrosa. Muchos graves males se habrían evitado en este país, si nuestros gobernantes actuasen con igual diligencia. Pero no, ellos nunca se preparan para nada. Se adaptan sobre la marcha, reciben unas lecciones de economía en dos tardes, y que salga el sol por Antequera. De este modo, todo nos pilla por sorpresa: las nevadas, las lluvias, los apagones, las operaciones
salida y, ahora, la crisis.
En Alemania, esa estadista tildada de fracasada por nuestro orate de la Alianza de
Civilizaciones y el cambio climático, parece que empiezan a dejar de pintar bastos.
Precisamente cuando en España la salida del túnel cada día se vislumbra más lejana.
Claro, que aquí, siempre vamos con décadas de retraso respecto a los germanos.
Mientras ellos recuperan competencias para el estado central, aquí seguimos en el
frenesí desintegrador, despilfarrador y corrupto del despiporre autonómico. Desidia,
incapacidad, falta de medios, ignorancia extrema.
Mientras tanto, asistimos a la desesperación de una nueva generación de jóvenes
perdida. Esos jóvenes que inundan los correos electrónicos de los departamentos de
recursos humanos con sus currículums (curricula si lo prefieren los puristas del
latín). Esos jóvenes que, tras la ilusión de unos estudios y una carrera, tras los
sueños y el esfuerzo, van dejando los últimos restos de esperanza. Esos jóvenes
indefensos frente a empresarios sin escrúpulos que les exprimen antes de dejarles
tirados, frente a políticos que miran hacia otro lado o lo pintan de bonito, y
frente a sindicatos con más sometimiento que vergüenza.
Y cuando el milagro del trabajo llega, es con la exigencia de que estés dispuesto a
todo. Si encima tienen la osadía de tratar de mantener una familia y pagar un piso,
dense con un canto en los dientes de que no los sodomicen gratis.
Flexibilidad laboral lo llaman muchos. Cuánto eufemismo. A ver qué sucede cuando, de
tanto flexionar, se rompa el tinglado y se vaya todo al carajo, y en vez de
currículums esta generación perdida pase a enviar cartas-bomba.
Dios no lo quiera.