La Lupa del YA. Se llamaba Francisco Javier Ortega, era policía y tenía 28 años. Es otra muerte evitable de un agente. A quién iba a identificar, y posiblemente detener, era un inmigrante africano de Costa de Marfil que ya había sido detenido en nueve ocasiones anteriores.
Una vez más nuestras injustas leyes tienen consecuencias fatales. Tras nueve detenciones este delincuente seguía libre y seguía en España, hasta que a la décima detención a matado a un joven polícía que cumplía con su deber.
Al delincuente, a la cárcel. Quién la hace, que la pague, y a la primera. Y si es extranjero, deportación inmediata a su país. Así, otra muerte de un agente nos habríamos evitado. Pero nadie modificará las leyes por miedo a ser acusado de racismo.
Ah, por cierto, el hombre que amenazo con explotar la estación de Atocha es magrebí. ¿Dirán de ambos que simplemente están locos?