Para una ‘Crítica de la razón crítica’. (I) Introducción
Eduardo de Prado Alvarez. Se avecinan elecciones en España, no una ni dos, si no varias en muchas, en varias fechas y zonas; y en todo el país. Con tal motivo, se escuchan y se leen opiniones para todos los gustos.
Sé que en el cuerpo electoral, y en la ciudadanía, hay diversas contradicciones, clásicas unas, modernas las otras (izquierdas versus derechas; conservadores versus progresistas; ricos versus pobres; clases medias versus los de arriba o los de abajo; religiosos versus laicistas radicales); y un largo etcétera. Y esto en todos los países, más aun en nuestra España, con los temas secesionistas de aquí.
Pero hay una contradicción que cada vez me parece más importante y que hoy ya es clave, en mi opinión, por lo que se lee, se oye y se ve.
La clave está en si se es demócrata o no se es demócrata, y ello con todas sus consecuencias.
La clave está en si se es demócrata, o por el contrario se es elitista. Y elitista en diverso grado.
Antes seguir, anotaré que creo parcialmente en la aseveración marxista de que ‘la forma de vida determina el pensamiento’, lo que dicho en moderno informal sería: cada cual piensa como vive. Algo más pegado a tierra, en el pueblo de mi abuela materna, montañas de la Provincia de León, solían reiterar a quien quisiera oír que ‘cada cual cuenta la feria según le va en ella”, que he oído también en gallego –simplificando bastaría con cambiar la palabra feria por ‘feira’, y casi era suficiente… – en zonas leonesas más gallegas y hasta en la misma Galicia). Siempre salvadas las excepciones que haya que salvar. Que no harán otra cosa que confirmar la regla general.
No soy determinista y tampoco soy materialista –estuve a punto de serlo en mis años jóvenes y universitarios, pero no– por lo que entiendo que ‘el saber científico y técnico’ y ‘la razón’ pueden ser matizados, completados y muy complementados –y hasta enmendados y superados en ocasiones– con, por ejemplo la fe, la creencia, el credo. “Creer para entender’, es el titulo de un interesante escrito, largo artículo en el diario español La Vanguardia de nueve laicos catalanes católicos, de hace unas semanas [La Vanguardia de 5 de abril de 2015, página 44]. Creo que Ratzinger, Joseph Aloisius Ratzinger, luego Papa Benedicto XVI, hoy Papa emérito, sabe bastante de eso.
El demócrata entiende que una reunión de cien catedráticos de economía y ciencias políticas, no es lo mismo que una reunión de cien trabajadores de la SEAT, del cuerpo de Bomberos de Madrid y Barcelona y de conductores, mecánicos y controladores de tiquetes del Metro de la ciudad de Bilbao, Sevilla y Valencia. Y sin embargo defiende que el primer grupo tiene derecho sólo a 100 votos, uno por persona, en las elecciones generales españolas y que el segundo grupo de cien tiene derecho sólo a otros cien votos. Y que todos los doscientos, son iguales.
El elitista entiende también que una reunión de cien catedráticos de economía y ciencias políticas, no es lo mismo que una reunión de cien trabajadores de SEAT, del cuerpo de Bomberos de Madrid y Barcelona y de conductores, mecánicos y controladores de tiquetes del Metro de las ciudades citadas arriba. Y por ello mismo, si bien no tiene más remedio que aceptar la democracia establecida por ley, constitucionalmente, en el fondo… en su fuero interno, y a veces de forma explicita y manifestada, desprecia al pueblo, descalifica propuestas que vengan de personas, grupos y partidos de los trabajadores, o, como ellos dicen, de personas ‘sin título universitario’; y pese a que aceptará, de mejor o peor grado, que el segundo grupo tenga derecho a 100 votos, uno por persona, en las elecciones generales españolas, y en todas, igual que el primero, no perderá ocasión de manifestar menosprecio, más o menos encubierto. Del tipo: ‘van como ovejas’, ‘tontos que votan a los de siempre’, ‘borreguetes de aluvión’… y un sin fin más de la cáustica, que les ahorro ahora y aquí.
Discernir, conocer y encauzar este tipo de opiniones y posiciones, morales, éticas, filosóficas, políticas, es sustancial para el mantenimiento de la democracia, por eso considero que no es ocioso reiterar el valor de la regla democrática, y del principio sustancial de que ‘una persona un voto’, y todos del mismo valor; una y otra vez.
Quizás, debiera de haber titulado estas Líneas “Para una ‘Crítica de la razón crítica elitista’ “. Pero lo dejo así.
Y ya continuaremos.