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Diario YA


 

la crisis económica general ha venido a dar la puntilla

Paro y manifestación justificados, pero...

José Morales Martín. Las organizaciones agrarias definen la actual situación del agro como la mayor crisis de la historia del campo español. Situación a la que la crisis económica general ha venido a dar la puntilla en forma de nuevas bajadas de precios en origen que han llevado al cierre de muchas explotaciones y al precario mantenimiento de muchas más, cuyos dueños luchan por mantenerlas a flote sin obtener apenas rentabilidad tras tanto trabajo.

 Pero la crisis sólo ha venido a acelerar el proceso y evidenciar la cada vez más delicada situación de un sector agrario vapuleado en estos últimos años en forma de continuos recortes de ayudas, desmantelamiento progresivo de la PAC, desidia política, competencia en muchos casos desleal de terceros países o abuso negociador de parte de la distribución.

 Por ello, pienso que están más que justificados el paro general del viernes 20 y la gran manifestación de Madrid del sábado 21, que han convocado de forma conjunta las tres grandes organizaciones agrarias, finalmente se ha adherido una cuarta, y a la que se han adherido prácticamente todos los agentes del sector. Será, por tanto, un grito unánime del campo español al que deben prestar atención tanto el Gobierno como la sociedad.

 Pero más allá de eso, también es cierto que el propio sector debe anticiparse a los previsibles acontecimientos futuros –menos ayudas, más concesiones en el comercio agrícola o mayor concentración de la distribución- para llevar a cabo una reestructuración interna en la que se dé prioridad a actuaciones que le permitan ganar en competitividad, como una mayor dimensión de las explotaciones, la concentración de la oferta o la puesta en marcha de estructuras comerciales que le permitan llegar de forma más directa al consumidor.

 Por tanto, a la vez que los agricultores y ganaderos hacen oír su voz ante la sociedad, deben ser conscientes de que la solución pasa indefectiblemente por ellos porque, desgraciadamente, el campo no es una prioridad en los despachos de Bruselas, ni en los de Moncloa, ni en los de la Plaza San Jaime. Esas son las cartas y con ellas debe jugar.