Se acabó lo que se daba. Y lo que se daba, en esta ocasión, era vender el pollino de que CR7 estaba cada vez más cerca del Madrid, tanto que en un momento dado del tortuoso trayecto se debió pasar de frenada como si de un "Sete" acosado por Valentino se tratara.
El caso es que el luso ha dejado bien claro que se queda en la gris e industrial Manchester. Y a nosotros se nos ha acabado el verano porque uno también mide el tiempo y las estaciones por sensaciones y yo cuando leí que el portugués acababa de un plumazo con su posible fichaje, me sentí como si estuviera viendo el último capítulo de Verano Azul, con sus títulos de crédito y esos Manolo y Ramón cantando que el verano se fue y que este amor es imposible.
Y lo de Ronaldo de blanco era imposible. Y sin culebrón, señores, no hay verano. Esta vez el período estival se nos fue con los primeros días de agosto. Nos lo arrebató un chaval muy bien parecido y con pinta de asiduo a discoteca de extrarradio. Sólo le hizo falta para ello pronunciar la frase de marras "Me quedo en el United" y todo terminó.
Los ilusos al final eran los que creyeron a los periodistas de cámara de Don Ramón. A los que incluso pusieron fecha de presentación. Decían y aseguraban en rigurosa exclusiva que la fecha elegida era el siete de julio. Y la fecha llegó y pasó y no ocurrió nada, no hubo chupinazo en el Bernabeu.
Y llegó agosto y con él un estruendo. Pero no, no era el chupinazo de la presentación de Cristiano que llegaba con retraso, se trataba de un nuevo petardazo, de una gran cantada, de un nuevo fichaje fallido del presidente madridista. Un nuevo resbalón. Una caída, principalmente suya, pero también en cierto modo de todo su coro mediático del que yo, hoy, me río.
Don Ramón, mida sus palabras, no vaya de sobrado en estas lides de fichajes faraónicos porque la historia no le avala. Que de lo de Kaká y Cesc ya ha pasado un tiempo pero la gente tiene buena memoria. Y ahora Cristiano y siempre una sensación, un regustillo de prepotencia que no puede ser bueno y que hace que otros grandes del fútbol europeo miren ya al Madrid con recelo.
Al hilo de esto último dice hoy el periódico que anunciaba el fichaje de Ronaldo para el día de San Fermín, que Ferguson estaba dispuesto a traspasar al 7 de Portugal al Barcelona por la mitad de precio que al Madrid. Pero vamos a ver, señores, eso no se le ocurre ni al que asó la manteca. Y tengo para mí que Ferguson no tiene un pelo de tonto. Déjense ya de milongas y de estirar la canción porque el estribillo no tiene ninguna gracia y además ya se ha demostrado que tenía truco.
Y, Don Ramón, salga ya a la palestra y diga algo sobre este asunto, dé la cara, que se ha tirado todo el verano mareando la perdiz y ahora, cuando ya sabemos que el jugador seguirá en su equipo, no dice esta boca es mía.
Y para la próxima vez, un consejo: intente negociar con el club que tiene los derechos de la pieza deseada. Lo digo, más que nada, porque convencer al chico para que muestra disposición a venir y luego dejar la pelota en su tejado para que monte el pollo en su casa y accedan a su traspaso no es un derroche de clase y no está a la altura del club que preside. Pero usted mismo.