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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

Pintadas Callejeras

Manuel Parra Celaya. Con esto de las redes sociales, las pintadas callejeras han perdido su garra y la pretendida efectividad que tenían antaño. Los mensajes, más o menos atrayentes, subversivos o iconoclastas, se transmiten ahora por medios diferentes a los del spray o del sencillo  bote de pintura y la brocha gorda de mis  años mozos. Porque no me da reparo confesar que yo también  embadurné alguna que otra parad ciudadana para comunicar a la población en general mis ideas, a base de eslóganes que siempre incidían entres aspectos: la unidad y afirmación de España  -entonces  cuestionada por una minoría aparentemente- , la necesidad  y de justicia social y de transformación de estructuras –eso cuestionado por la misma oligarquía influyente  de ahora, aproximadamente- y la denuncia entre palabras y hechos en el Régimen de entonces; en punto a esta actitud  contestataria, la clandestinidad ponía su nota de emoción y de aventura en esa obsesión por el pincel.

      Los años de la Transición fueron pródigos en pintadas, pero la ausencia de esa clandestinidad les hacía perder incentivos; tampoco debe desdeñarse el efecto de la edad, que hacía desconfiar de la eficacia de la salida nocturna. Con los primeros gobiernos del PSOE la pintada llegó casi a la extinción; es evidente que nadie iba a escribir contra los suyos, y las voces opositoras elegían otros foros más rentables en apariencia; la generación del  68 se estaba volviendo carrozota y disfrutaba de suntuosos despachos cuyas paredes no iban, por supuesto, a embadurnar. 
 
     La aparición fugaz de los indignados devolvió cierta dignidad a la técnica de la pintada  y a alguno, como el que suscribe, la añoranza, al advertir que, por lo menos, la letra  del mensaje coincidía con aspiraciones juveniles de antaño, sobre todo cuando los destinatarios eran los políticos corruptos (véase la redundancia) y los financieros; confieso que llegué a sentir un estremecimiento de entusiasmo cuando leí en una pared que se pedía la nacionalización de la banca. Pero, como antaño, todo quedó en agua de borrajas.
 
     Por otra parte, las ordenanzas municipales proscriben la pintada; si las transgredes, ya no te expones a ser mártir de una causa sino a que la avidez recaudatoria del  Ayuntamiento te imponga una multa, cosa muy poco romántica, especialmente en los tiempos que corren. Un grupo barcelonés, a cuyos miembros desconozco pero confieso que me caen muy bien, ha resuelto el problema legal escribiendo sus mensajes en gigantescas tiras de papel engomado, cosa que al parecer no está prohibida, Si añado que los carteles defendían, en catalán, la unidad de España y la Hispanidad en plena fiebre y clamor separatistas, queda explicada mi simpatía por ese grupo.
 
     Esta tarde he visto una pintada oportuna. Su texto, muy sencillo, rezaba: Arriba los que luchan. Me ha agradado, sea quien sea el autor; primero, por lo de arriba; segundo, por la invitación a no desalentarse ante lo que está cayendo. Desconozco la filiación política que la inspiraba (no llevaba firma), pero quizás un subconsciente familiar o social le ha he hecho una, en este caso buena, jugada. Como me agradó otra que vi, hace un par de años, en otra población, firmada con el anagrama anarquista de la “A” rodeada por un círculo; su texto: No parar hasta conquistar, así, literalmente; me imagino que los huesos de Ramiro Ledesma Ramos se estremecieron de alegría en su tumba. Otra pintada que gozó de mis preferencias fue la que afirmaba Sin mujeres no es posible la revolución, a medio camino entre el feminismo, la rebelión de Pancho Villa y la cachondez hispánica, lo que prueba que, por lo menos en lo que se refiere a los mensajes sociales, no ha decaído la imaginación.
 
      Es curioso este mundillo de las pintadas.