Ángel del Río. 23 de diciembre.
Lo ocurrido en Pinto se sitúa entre lo burlesco y lo esperpéntico; en cualquier caso, ha sido vergonzoso, desde el principio al fin, si es que se ha puesto punto y final con la ejecución de la moción de censura. Desde el principio, cuando se supo que un concejal-veleta, representante de la fuerza minoritaria de Juntos por Pinto, que había decidido ser Juntos por el PP, cambiaba la chaqueta para ser Juntos por el PSOE, hasta ayer mismo, con el bochornoso espectáculo que se produjo en el desarrollo del pleno en el que se votó la moción de censura, un espectáculo lamentable lleno de incidentes, con abucheos, insultos e intentos de agresión al secretario general de los socialistas madrileños.
El cambio de pareja del concejal de Juntos por Pinto no es de recibo. No se puede apoyar a una fuerza política, el PP, y año y medio después pasarse al otro lado de la tortilla apoyando al PSOE. Pero ocurre que la moción de censura es una figura democrática legítima y en consecuencia da lugar a situaciones de esta naturaleza. En este caso se quejan los populares, pero en otras lo han hecho los socialistas, y ni unos ni otros se han atrevido a modificar en el Parlamento
Lamentable lo que dijo ayer el nuevo alcalde, el socialista Juan José Martín, para justificar la moción de censura, como que “la verdadera mayoría absoluta conectará a Pinto para el progreso”. Esa verdadera “mayoría absoluta” la proporciona un señor, el independiente-dependiente, que es el mismo que hasta ahora había conformado la misma mayoría absoluta, pero al revés. Dijo también el nuevo alcalde que se forma un equipo fuerte que velará por los intereses de los ciudadanos. Fuerte hasta donde quiera el independiente-dependiente, porque basta que ponga a subastar su voto para que un gobierno pase de la fortaleza a la absoluta debilidad. En cuanto a que velará por los intereses de Pinto, supongo que querrá decir que va a arrancar el motor de un planeamiento urbanístico de incalculables consecuencias, que doblará la población de Pinto. Pero que a nadie se le olvide, que nadie se engañe y que nadie se entusiasme, por que la última palabra sobre el futuro urbanístico de Pinto la tiene