Plácido Domingo, un excelente Cyrano de Bergerac
Luis de Haro Serrano
Tras lo negros presagios de tormenta que el Real ha vivido durante las últimas semanas, causados por un lamentable error administrativo, vuelve el Teatro a la normalidad de su trabajo, gracias a la cordura y sentido de la responsabilidad de la que han hecho gala los protagonistas de la misma, con el beneplácito de todos, especialmente de los aficionados que tenían puestos sus ojos en este infrecuente título que contaba con el aliciente de la presencia de Plácido Domingo
Con una producción del propio Teatro, procedente del Chatelet de París, ha subido por primera vez a su escenario el Cyrano de Bergerac de Franco Alfano realizada en cuatro actos y cinco cuadros sobre libreto de Henri Caín, basado en el drama romántico del mismo título creado por el escritor Edmond Rostand en el año 1897. El Real, como gran novedad, en esta ocasión, la ha transmitido en directo, el día del estreno, a doscientos cines de Europa.
De esta obra de Alfano, más conocido por haber sido el que, debido a la muerte de Puccini, finalizara la composición de su Turandot”, que por sus otras doce óperas, Plácido Domingo ha dicho “Ví la partitura y me enamoré de ella. Un drama extraordinario. Qué gran personaje el de Cyrano”.
Para su libreto Henri Caín agilizó la acción con que Rostand concibió su obra original. Unió los actos 2º y 3º en uno solo, de forma que el 2º consta solo de dos cuadros. El principio del 1º guarda cierta semejanza con el inicio del “Otello”, el “esultatet”. En el 2º se encuentra la conocida escena de Roxana, llena de inspiración, a partir del pasaje “Je vous aime” en el que la melodía se hace cada vez más cautivadora. En el 3º, el del asedio de Arrás, se sitúa la evocadora escena de Cyrano “Ecoutez les, les gascons” donde el solo de flauta le añade a la melodía un fuerte acento de nostalgia. El 4º acto continua con esa clara línea lírico-nostálgica, en ella el arpa se une a la flauta como instrumento principal y relevante del impresionismo francés con el que se describe el altivo carácter del protagonista, al que se le une la escena de la lectura de la carta con el adiós a Roxana. En forma de contrapunto se encuentra un delicioso solo de clarinete. Más adelante, sobre el fondo del coro “Mater Dei dolorosa”, Cyrano muere con rebuscada elegancia, gracias al sentido poético de la música de Alfano, que sabe adornar como nadie el espíritu de las atmósferas delicadas o íntimistas.
La obra de Rostand se asocia al neorromanticismo. Retoma el orgullo francés vivido a través de un héroe carismático tras la pérdida en 1870 de los territorios de Alsacia-Lorena. La acción se desarrolla en París, a comienzos del siglo XVII. El estreno de la versión francesa tuvo lugar en el Teatro de la Opera de Roma, conocido entonces como Teatro Real, el 22 de enero de 1936. El de la versión francesa –la que en esta ocasión se presenta en el Real- se va imponiendo poco a poco sobre la italiana, se realizó el 29 de mayo del mismo año en la Opera-Comique de Paris. Fue un rotundo éxito. A pesar de ello la ópera se ha representado poco, tal vez debido a las fuertes dificultades que entraña su montaje. Hasta el 2008 no se pudo presentar en la Scala. y en el 2009 en la Opera de París, precísamente la ciudad en la que se ambienta su acción
Como gran parte de la obra se centra en un diálogo ocurrente, existen pocas oportunidades para que se desarrollen los pasajes propios de las clásicas arias de ópera. El libreto contiene grandes bloques de recitativos como continuadores de la acción, dejando al compositor pocas ocasiones para que los personajes puedan reflejar sus emociones a través de esas tradicionales formas vocales. A pesar de ello, Alfano ha escrito una obra con una grandiosidad orquestal en la que se encuentran claras referencias al impresionismo francés y a las melodías de Straus, dentro del marco de la tradición lírica italiana, con lazos, que sin ser vanguardistas, se acercan a las de C. Debussy. Los momentos más conseguidos son la larga secuencia del balcón del acto 2º, la batalla de Arrás –acto 3º- y la del acto 4º en la que Alfano, aprovechando la dulce muerte de Cyrano ofrece un enternecedor final.
Hoy este título es más conocido por la obra de teatro de Rostand, que por la composición de Alfano. Desde la primera representación en diciembre de 1897 la leyenda de Cyrano se convirtió en un auténtico tema popular, tanto en la literatura como en las artes escénicas. La traducción a decenas de idiomas ha hecho que su conocimiento se haya extendido a casi todo el mundo. Ha sido adaptada para el cine, la comedia musical en Brodway, un ballet, dos operas, y el teatro musical.
El equipo artístico y los intérpretes
Petrika Ionesco ha realizado un diseño demasiado barroco para su puesta en escena, situando el inicio de su acción en el escenario de un teatro, con la idea de trasladar al espectador el mismo juego de apariencia y verdad que en su interior vive el atormentado Cyrano. Junto a detalles más llamativos por la utilización de ciertos recursos escénicos, vistosos en algunos casos, pero incomprensibles en otros, preparó algunas situaciones bastante sugerentes. Poco significativa la actuación del grupo de esgrimistas, igual que la de los integrantes de la danza aérea. Convenció más por la iluminación, la disposición y el manejo de las formas y elementos que intervienen en los momentos más brillantes situados en el tercer acto. Ainoha Arteta como Roxane, sustituta por enfermedad de Sandra Rodvanosky durante las dos primeras funciones y Michael Fabiano como Crhistian pasaron muy por encima en los pasajes de recitativos y parlatos Sus voces, en cambio, sonaron con mucha más calidad y elegancia en las arias románticas. Para abordar el personaje de De Guiche, el barítono español Angel Odena no desplegó en esta ocasión las grandes cualidades que posee. Espléndido Plácido Domingo en su parte dramática. Increíble la ligereza de sus movimientos escénicos -manejo de la espada incluido- y verdaderamente convincente en los pasajes líricos. Que bien supo transmitir ese fuerte espíritu romántico que tiene la obra de Rostand. Su voz, como siempre, sonó dulce y melodiosa, especialmente en la secuencia de su muerte.
Pedro Halfter, al frente de la Orquesta y Coro titulares del Teatro, planteó una versión bastante correcta de este Cyrano de Alfano. seguida con bastante discreción por la Orquesta y el Coro titulares del Teatro. El público, con sus sinceros y largos aplausos, reconoció la bondad y calidad del trabajo de todos los intérpretes y el grupo artístico.