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Diario YA


 

"Pobreza y silencio"

Pobreza y silencio

Un antiguo compañero de andanzas de Pedro Almodóvar, llamado Fabio McNamara, ha dicho que nuestro mundo necesita pobreza y silencio. Y lo ha dicho añadiendo que la enseñanza es de Ntra. Sra. la Virgen. La vida da muchas vueltas, a Dios gracias. Esto sucedía el domingo 27 en el programa De las artes y las letras dirigido por Javier Paredes en Radio Intereconomía.
Pobreza y silencio. La pobreza, como hecho físico, no tiene ningún valor moral. No tener dinero no es ni bueno ni malo moralmente. La pobreza es virtud y es digna de alabanza sólo cuando es una relación de señorío sobre los bienes materiales. Es pobre, en ese sentido, quien es señor, o, por decirlo en forma negativa, quien no está dominado por el dinero y cosas semejantes. Permítaseme llamar «burgués», en sentido moral, a quien no es pobre en ese sentido.
Dada esa diferencia entre pobreza física y pobreza moral, puede haber ricos pobres y pobres burgueses. La pobreza física no implica la pobreza moral, ni la riqueza económica garantiza un ánimo burgués en quien la tiene. Hay ricos que, sin embargo, son moralmente pobres. Como hay también pobres en lo económico que tienen el alma envenenada, sólo pendiente de su indigencia y monopolizada por el deseo de poseer.
Así las cosas, ¿no llama la atención lo mucho que nos importa hoy trabajar poco y disfrutar de muchas vacaciones, fines de semana, televisiones, ropa, coches, etc.? ¿No será la sociedad de consumo la institucionalización de la mentalidad burguesa? Si ello es así, nuestra sociedad está moralmente enferma.
Ha hecho fortuna en los tiempos recientes la llamada a atender primordialmente a la economía. Ante la economía en crisis –se dice- ha de ceder la discusión acerca de asuntos menores, como la educación, la familia o la cultura. Con el reclamo de la crisis se nos invita a ser más burgueses.
Y el silencio. Por cierto: en el Metro de Madrid hace tiempo que fueron instaladas pantallas y altavoces para que los usuarios, mientras esperan los trenes, se entretengan con noticias y anécdotas. Una estación de Metro era antes un paraíso de silencio, por debajo del tráfico de coches en las calles. Ya no existe. Hay también muchos que por las calles llevan auriculares y se aíslan del mundo. No está mal, en general, si no es un medio para llenar la cabeza de sonidos y evitar encontrarse a solas con la propia intimidad. Como si no se debiera permitir que la conciencia tenga ocasiones para recordar lo hecho.
En el silencio se da la posibilidad de encontrar el propio centro. No el nirvana, que es una aniquilación del yo. El silencio es el marco necesario para poder hablar cara a cara con uno mismo. El alma sólo puede encontrar su centro en el silencio. Por el contrario, el ruido es la vía de escape para que no advirtamos en nosotros el hambre de verdad y de felicidad que nos define. Pobreza y silencio son las señas de identidad de una civilización digna del hombre.

 

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