Abel Ros
Los efectos colaterales de los actuales “recortes neoliberales” han infectado la herida colectiva de las angustias civiles. Hoy más que ayer, la “pandemia del desempleo” como ha sido etiquetada por la prensa internacional, sacude por encima de los colores a una España inmersa en ruidos de sables electorales y escéptica ante la lenta agonía de su clase trabajadora.
La paradoja entre los mensajes utópicos de las “élites tóxicas” del poder y la realidad trágica de cuatro millones de vidas amargadas por llegar a final de mes, ponen en evidencia la percepción ciudadana del “vaso medio vacío del CIS” en contraste con las marchitadas hojas de aquellos “brotes verdes” de antaño, vislumbrados desde el falso espejismo de la ingenuidad.
La lógica interpretativa del peor mes de septiembre en 15 años, destaca por la finalización de los contratos surgidos de la eventualidad estacional del verano y el incremento de las “víctimas de paro cualificado“, emergidas por los recortes en pupitres y camillas auspiciados por el filo azul de las “tijeras marianistas”.
La “americanización de España” como se conoce en el registro coloquial a esta involución jurídica del Estado de lo Social, siembra el caldo de cultivo para la agonía económica del millones de “mileuristas” que bajo una adscripción cómoda a la clase media descienden de forma precipitada hacia los preámbulos de la clase baja.
Entre los síntomas de este empobrecimiento paulatino de la “clase trabajadora”, cabe destacar, entre otros los siguientes:
Los pronósticos recesivos para el próximo 2012, según el banco de inversión Goldman Sachs, junto con la austeridad extrema del gasto realizada por los “probables ganadores del 20-n”; siembran las bases del empobrecimiento acusado de la clase media. Hoy más que ayer, estamos a punto de codearnos con la cultura del extremo. Ya estamos más cerca del modelo americano. Las privatizaciones, el copago sanitario, los recortes sanitarios y educativos, la posible factura del bachillerato, el replanteamiento de la prestación de desempleo, en palabras de Cospedal, y otras medidas de corte neoliberal serán el camino de Rajoy y los suyos que nos elevará a la modernidad, eso sí, siempre bajo el argumento cómodo de la “herencia socialista” y del calado discurso de “la culpa fue de ZP”.
La defensa exacerbada de los recortes autonómicos y el aumento del desempleo como consecuencia de los mismos, pone al descubierto la “mentira desnuda” de aquellos que inmersos en la crítica destructiva y cegados por la Moncloa; no son conscientes de los preámbulos de pobreza que están causando sus medidas.