Ignacio Torre-Brizuela.
-Hay cosas que el dinero no puede comprar…
-¡Y una mierda!- le solté: -¡Todo es un negocio hoy día, todo! ¡No me puedo creer que no lo sepas!
V. sigue enfadado conmigo, porque piensa que me excedí. Nada más lejos de lo contrario. Tal vez sobraba gritarlo a plena voz, pero es que es la verdad: nada está libre del negocio. Aunque nosotros publiquemos en Internet de forma gratuita, hasta ahí estamos vinculados al negocio.
Pero claro, quien algo quiere algo le cuesta. Llámenme cínico, pero vivir de la generosidad de la gente no me parece buena idea. Habrá quien si, pero yo creo que para eso debes de ser de una pasta especial y tener mucho talento. Talento que por desgracia, yo no poseo. Y aunque daría lo que fuese por tener talento como escritor, tengo que pensar mis posibilidades dentro de mi alcance: soy un periodista que va a tener que ser MUY bueno si el día de mañana pretende vivir de su éxito.
Y no va a ser fácil: con Internet, queramos que no, las editoriales de pago están prácticamente condenadas. Ejemplo de ello es Orsai, un curioso caso que tuve que investigar hace unos días. Puede disfrutar uno sus contenidos sin rascarse el bolsillo, y no dejará de leer una prensa de calidad. Como expone su autor, Hernán Casciari: el “sistema antiguo se muere” y que “la cultura debería ser libre y gratuita”. Aunque a mí no me convenga realmente, no podría estar más de acuerdo.
El problema viene cuando realmente ya NADIE va a estar dispuesto ni a pagar por lo que les gusta. Es decir, lo que me da miedo es que el pensamiento de buscar la gratuidad llegue a un momento en que solo unos pocos podrán vivir de escribir y redactar ya que NADIE realmente paga por ello. Jolín, a los escritores y redactores como un servidor no les gusta trabajar gratis. Pero si realmente debo esperar no recibir nada a cambio de mi trabajo… ¿Para qué trabajar? Ya habrá otros que les bastará con que se les reconozca, aunque sean cuatro gatos anónimos en Internet. O ya que se quiere todo gratis… pues no leas, imagínate la historia. ¿Es gratis, no?
Ya se, exagero mucho. Pero que quieren que les diga: a veces tengo la impresión de que a raíz de buscar un mundo con oportunidades para todos, ahora estamos haciendo lo contrario: contraernos de modo que cada vez menos puedan ser “útiles” a la sociedad. O eso o nos estamos encaminado a una utopía en la que realmente nada cuesta nada