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Diario YA


 

El dilema de la inocencia perdida

Presentación en el Teatro Real de la ópera “Otra vuelta de tuerca”

Fotografía Javier del Real - Teatro Real

Luis de Haro Serrano

El Real, de acuerdo con la nueva propuesta de G. Mortier para esta temporada, presenta en seis sesiones la ópera “The turn of the Screw” (Otra vuelta de tuerca) compuesta por Benjamín Britten con un prólogo y dos actos sobre libreto de Myfanwi Piper basado,  con bastante fidelidad, en la novela corta del escritor Henry James publicada en 1898.  Se estrenó en el Teatro La Venice de Venecia el 14 de septiembre de 1954. El Real la ofrece por primera vez con una producción propia procedente del Teatro Mariinski de San Petesburgo. La Zarzuela la presentó en 1998 en una excelente versión que contó con la presencia de Ros Marbá como director musical y Rania Kabainawska en el papel de institutriz.

La novela  de James es una historia de fantasmas que trata del impacto sicológico que sufre una joven institutriz, soltera y, posiblemente, reprimida sexualmente, al verse envuelta en una aventura amorosa complicada por el hecho de que los amantes están muertos. Su obsesión con el tío de los niños a los que tiene que cuidar y educar, así como la sospecha de que han sido expuestos a algún tipo de conducta sexual por los amantes fallecidos y la falta de una narración clara confunde al espectador al pensar en la certeza de la interpretación que la institutriz, única narradora, hace de los hechos, llegándose por ello a dudar de la veracidad de la existencia de los fantasmas que crea en su mente. Circunstancia que no llega a resolverse ni al final de la obra con la muerte del pequeño Miles. Esta historia fue considerada en su época como un simple cuento de fantasmas, pero la lectura  que  de ella puede hacerse entre líneas ofrece la posibilidad de realizar una interpretación freudiana, sicológica y hasta pirandeliana.

“Otra vuelta de tuerca” supone un giro de  180 grados respecto a lo que hasta entonces se había publicado en  esta materia, en la que lo que es evidente resulta que  no lo es. La acción transcurre en una antigua casa victoriana del siglo XIX. Situada al este de Inglaterra

Este viejo  tema atrajo la atención de numerosos directores de cine que llegaron a realizar hasta cerca de veinte producciones. En España el director Alejandro Amenábar lo trató también en su película “Los otros” y en TVE Narciso  Ibáñez Serrador lo abordó igualmente en el capítulo “El Muñeco” perteneciente a la controvertida serie “Historias para no dormir”. RNE no permaneció tampoco ajena a esta moda y le dedicó un serial novelado de seis capítulos.

Al final de la obra cabe preguntarse ¿Existen, entonces, los fantasmas? Tras “Otra vuelta de tuerca” podría decirse que sí, pero claro, la primera y última palabra la debe tener el espectador, tal y como habría deseado Henry James.

Benjamín Britten fue  uno de los autores más interesantes del siglo XX. Sus óperas suelen tener como tema la inadaptación, la intolerancia y  la  obsesión por la muerte, además de  una fuerte complejidad sicológica. Igual que  Mozart, fue considerado como un auténtico niño prodigio. A los seis años compuso su primera ópera “The Royal Falily” que preparó en pequeños ratos antes del desayuno porque tenía que ir al colegio. Tiene como argumento la muerte del  Príncipe Juan,  hijo del Rey Jorge V. Su última obra “Death in Venice (Muerte en Venecia),  está también relacionada con la muerte al basarse en la novela del mismo título del escritor Tomas Mann.

Según el director musical Josep Pons su música  está compuesta con una melodía bitonal realizada sobre la base de dos temas que aparecen, desaparecen y se mezclan de forma alternativa. Discurre de tal manera que se ensambla con el texto como si fuera un personaje más.

Al no utilizar ningún número coral y emplear solo seis intérpretes y trece instrumentos se le considera como una ópera de cámara. Pero, a pesar de esa plantilla tan reducida la partitura está genialmente orquestada por Britten que la ha dotado de una sonoridad llena de colorido, similar a la   que pueda tener una orquesta más nutrida.

Su  argumento musical se desarrolla a través de  un esquema de doce notas distribuidas en variaciones, escenas, variaciones y escenas (dieciséis, ocho en cada acto) realizadas sobre un mismo tema melódico. La dificultad de su interpretación  estriba el ritmo y la extraordinaria precisión con que el autor la compuso.

En las notas del programa de mano, el crítico José Luis Téllez comenta que “Otra vuelta de tuerca” es la representación de una fatalidad puesta en escena a través de una trama teatral y otra musical.

Puesta en escena: Joseph Pons con su habitual sensibilidad realizó un magnifico trabajo. Dirigió con bastante acierto al reducido grupo de instrumentistas pertenecientes a la orquesta titular del Teatro (Orquesta Sinfónica de Madrid) para obtener los ricos y variados matices que tiene la partitura, algunos de ellos muy comprometidos. El conjunto vocal, tanto en la parte musical como en la escénica estuvo bastante correcto, con la salvedad de que Maríe Maclaughlin en el papel de  institutriz, estuvo un poco desdibujada  y poco clara en los agudos. Excelentes los niños Piter Sufran, Miles, y Nazan Fikret, Flora.

El montaje general de David Mcvicar resultó atractivo gracias al fluido cambio de los paneles que utilizó para presentar las diversas habitaciones de la casa y al contínuo movimiento de los ocho figurantes, que sirvió para situar al espectador en el dramatismo de la obra.  Deliciosa la escena de la clase de música, así como la secuencia del trágico final con la muerte de Miles. A pesar de  estos aciertos tuvo  varias incongruencias en algunos detalles de la presentación de los ambientes.

Tanya McCallin como figurinista y Adam  Silverman en su trabajo de iluminador, no acertaron con el enfoque que dieron a la presentación de los fantasmas, Quint y Miss Jessel. Su  equivocado planteamiento creó bastante   confusión en el espectador. Maquillaje, vestido e iluminación deberían haber tenido otra orientación.

Es de agradecer el esfuerzo informativo que el Real está llevando a cabo para acercar al espectador a estas obras tan poco habituales en las programaciones de la mayoría de los teatros de ópera, con objeto de que pueda tener un mejor conocimiento de ellas. Conferencias, coloquios, contactos directos con los intérpretes realizados en la Sala Gayarre y notas informativas distribuidas antes de las representaciones contribuirán, sin duda, al éxito de su puesta en marcha