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Diario YA


 

Tras la aparición de un "cachas" Aznar (foto Corriere de la Sera)

Presidentes en chándal

La Lupa del YA. En los últimos días andaba el gentío gabacho pelín preocupado por el arrechucho que sufría el marido de la Bruni mientras sudaba la camiseta. Quedose la cosa en susto y, muy probablemente, prescipción facultativa para hacer menos uso y abuso del matrimonio, mesié Sarko. Bastante envidia suscita ya en el mundo rescatando azafatas en apuros y cediendo la silla de tijera a ZP, ese su colega del Africa que empieza en los Pirineos.
 
Hace ya tiempo que muchas de las rivalidades entre naciones se dirimen en los estadios, los mandamases presumen de forma física, y no hay presidente que se precie que no trate de exhibir sus habilidades con el trote cochinero, jugando al baloncesto o, como sucede en Italia, tapando agujeros que nada tienen que ver con el déficit ni la deuda externa.
 
Famosos fueron el intercambio de bravuconadas entre Bush y nuestro Mr. Ansar con los pies sobre la mesa, las cabriolas de su entrenador personal en la magna boda de El Escorial, o sus partidas de ese ping pong con los pies sobre la mesa que es el pádel.
 
Incluso el eterno líder del rojerío mundial, el idolotrado Comandante, ha mudado su vestimenta verde oliva, Patria o Muerte, por ese chándal hortera con el que siempre aparece, como si todos los días fueran domingo y estuviese a punto de salir en busca del pan y la prensa.
 
Fortaleza, poderío, exceso de testosterona. Todo ello tratan de exhibir cual machos cabríos a punto de iniciar la berrea. Hasta algún cabrón se presta al juego.
 
Nuestro presidente Rodríguez no podía ser menos, pero... Deporte, deporte, deporte. Demasiado esfuerzo para él y demasiado olor a sobaco trabajado para la fina pituitaria de su cantarina esposa. Más chulo que un ocho, decidíó quedarse en la última redecoración de su gabinete con el ministerio del ramo todito para él. Y ayer, ejerció. Y ya era hora, porque con Nadal depre, Alonso en tres ruedas, y la Roja dejando de ser invicta, poca oportunidad había tenido de apuntarse triunfo alguno. Por fin, venció Contador. Y el presidente, en calidad de Ministro de Deportes, tuvo ocasión de recoger los laureles y fotografiarse con el campeón de Pinto en La Moncloa.
 
Enhorabuena, Sr. Ministro. Siga perseverando en su afición. Quizás hasta le coja el gustillo y decida abandonar la Presidencia del Gobierno. No caerá esa breva.