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Diario YA


 

Puentes de plata

Rafael González. 21 de diciembre. 

Es verdad que el Partido Popular está haciendo méritos por ganarse la deserción de muchos de sus votantes. Pero hay que arar con los bueyes que se tengan. La campaña feroz que están realizando algunos medios afines contra el PP y, en concreto, contra Mariano Rajoy y otros dirigentes del partido, está haciendo un daño incalculable. Están  dejando a los pies de los caballos a cuantos sueñan con un cambio. Por muy desastre que sea el PP –que no lo es tanto- algo menos desastroso será, digo yo, que lo que sufrimos. A la postre, esos ultras “que hacen la guerra al cetro en nombre del trono, y a la mitra en nombre del altar; que fustigan el tiro de caballos para que vayan más de prisa, aun a riesgo de atropellar a los que andan a pie; que censuran a la hoguera porque quema pocos herejes; que hallan en el Papa poco papismo, en el rey poco realismo, y mucha luz en la noche; que son partidarios de las cosas, hasta el punto de ser sus enemigos”; (Victor Hugo dixit); esos ultras, digo, les están haciendo el caldo gordo al partido socialista. ¡La gran satisfacción que sentirá José Blanco cada vez que oye esas terribles diatribas contra Mariano Rajoy! Seguro que da por bien recibidas las que le dirigen a él.

No seré yo quien defienda la línea que sigue el Partido Popular, y menos arriesgarme en analizar si ha cambiado tanto como se dice. Lo que sí puede decirse es que quien en algunas cosas ha cambiado es el gobierno del señor Rodríguez Zapatero. Sólo en algunas, ojo. ¿O no es verdad que la lucha contra ETA ha variado en los últimos tiempos? ¿Acaso la escalada de sonadas detenciones de etarras no es algo que nos retrotrae a los tiempos de Aznar? Luego, el Partido Popular, que en la legislatura anterior tanto insistió en que se respetara el pacto antiterrorista y que en ésta repitió hasta la saciedad que apoyaría al Gobierno en todo lo que fuera acabar con ETA, hace muy bien en reconocer los esfuerzos que se están realizando en ese objetivo. Otra cosa es que ande vacilante el Gobierno respecto a echar a los terroristas de los ayuntamientos vasco que gobiernan. Pues, si finalmente, el Gobierno da ese importantísimo paso, el PP hará bien en reconocerlo, elogiarlo y respaldarlo. Nobleza obliga aunque el otro no lo sea.

No es porque estemos en Navidad, sino porque es de gente sería: las rectificaciones de los adversarios hacia las posiciones propias siempre han de ser bien recibidas. El puente de plata no hay que tenderlo sólo al enemigo que huye, sino también al adversario que rectifica y se acerca a nuestras posiciones, aunque no tenga la nobleza de reconocer su error y no le diga a su contrario: tenías razón.

Si en política antiterrorista el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero ha experimentado una importante modificación, y se está pendiente de que esa modificación sea más completa si deja de engañarse y de engañarnos, y adopta otras decisiones tajantes, sin esperar a los resultados electorales de las autonómicas vascas, hay que celebrarlo sin rodeos.

Como hay que celebrar que haya cambiado también en política de inmigración. Aunque tarde, con el anteproyecto de reforma de la ley de extranjería, el Gobierno viene a reconocer que se equivocó. Eso está bien. Le falta decir, tenía razón el PP. Pero tampoco hay que ensañarse. Lo que importa es que la sociedad española se beneficie con el giro en política de inmigración y que también los inmigrantes salgan beneficiados. No en vano han contribuido de manera eficaz al desarrollo que ha experimentado nuestro país en los últimos años.

En síntesis, la reforma del anteproyecto de ley de extranjería trata de armonizar las recientes directrices de la Unión Europea sobre inmigración ilegal con la doctrina impartida por nuestro Tribunal Constitucional al respecto. Políticamente, sin embargo, la reforma es un mea culpa de errores pasados y un reconocimiento tácito de que asume algunas de las propuestas que siempre ha venido planteando el Partido Popular, algo similar a lo ocurrido con la política antiterrorista, pero sin reconocerlo; es decir, sin el gesto noble, que tanto se le engrandecería, de reconocerlo públicamente. No obstante, insisto, la rectificación es bienvenida. Nunca es tarde si la dicha es buena, aunque hubiese sido mucho más eficaz haberlo hecho antes de que la crisis económica, y no las proposiciones del PP, que en su día fueron tachadas de “xenófobas” y “racistas”, abrieran los ojos de los gobernantes actuales.

No obstante, lo dicho: puente de plata a los adversarios que “se pasan” a las posiciones más justas de sus contrarios.   

 

 

 

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