Puigdemont en el papel de dictador desde el exilio
“El hombre selecto no es el petulante que se cree superior a los demás, sino el que se exige más que los demás, aunque no logre cumplir en su persona esas exigencias superiores” J.Ortega y Gasset.
Miguel Massanet Bosch. Este personajillo, Carles Puigdemont, que ahora se permite dar lecciones de patriotismo, desde su refugio en la nación belga, por medio de videoconferencia; demuestra haberse creído a pies juntillas que se trata de un verdadero salvador de la “oprimida” nación catalana y que se encuentra en condiciones, no sólo de imponer condiciones al Estado español, decidir cuál es el fin de las nuevas elecciones autonómicas del día 21D y dar instrucciones a sus seguidores, algunos hospedados en las cárceles españolas, desde la comodidad que le proporciona la hospitalidad del gobierno belga, intentando decidir con absoluto descaro quien ha de ser el nuevo presidente de la Generalitat, aún en el caso, como le ha hecho saber a la señora Marta Rovira, de que ERC obtuviera más votos que la formación que el patrocina, Junts per Cataluña. ¿Será por haber demostrado ser más listo, cuando puso terreno por en medio para evitar ser encarcelado en España? o ¿se deberá a que ha decidido tomar el mando absoluto de la operación separatista, dejando en la estacada al señor Junqueras, situándolo en un lugar secundario aunque las encuestas, hasta ahora, le anunciaban a este separatista una gran victoria sobre el resto de partidos concurrentes a los comicios?
Resulta preocupante que este juez, el señor Pablo Llarena, instructor de la causa contra el Gobern cesado, al que el periódico La Vanguardia, del grupo Godó, en su edición de hoy la hace la pelota de una forma escandalosa, suponemos que para reblandecerlo para que, el lunes, se muestre benévolo con todos estos que no han tenido empacho en saltarse la legislación española y la Constitución, incumpliendo las sentencias de los tribunales españoles y desafiando al propio TC, convocando unas consultas que se habían declarado inconstitucionales y, no contentos con ello, se ufanan, el señor Puigdemont el primero, de que los catalanes el 1O, “legítimamente” votaron mayoritariamente ( no llegaron a dos millones según sus propias manifestaciones) por este absurdo irracional del famoso “derecho a decidir” ¬¬¬- cuando lo ocurrido en dicha fecha no fue más que un pucherazo de tomo y lomo, en el que se cometieron todas las irregularidades que se pueden dar en una consulta popular- pudiera llegar a plantearse darles la libertad a todos aquellos que no huyeron, simplemente por pensar que nunca se les detendría pero que, si se les concede la libertad para que puedan, según dicen ellos, dedicarse a la campaña electoral; lo primero que van a hacer es compincharse para seguir trabajando, en la clandestinidad, para traer lo que ellos denominan la “república de la nación catalana” y esto, suponiendo que no aprovechan la ocasión para imitar al valeroso señor Puigdemont y se refugien en otro lugar en el que tengan el estómago suficiente para amparar a unos traidores a la patria.
Como casi estamos seguros de que van a conseguir esta libertad a la que tanto aspiran y que van a ser capaces de aceptar cualquier condición que se les proponga, haciendo una reserva mental de que, lo que prometen, no lo van a cumplir nunca; vamos a tener la ocasión de confirmar lo que ya desde todos los medios de que disponen los separatistas, se va a iniciar la campaña para darles a estas elecciones autonómicas, el valor de un plebiscito en el que los votos que reciban Junts per Cataluña, ERC, o los de la CUP y demás corpúsculos comunistoides ( es posible que los que reciban los de BenComú de la Colau también sean contabilizados como de apoyo al independentismo) van a ser considerados, por el catalanismo extremista, como el resultado de su referéndum prohibido y, como ya vienen anunciando para que nadie se llame a engaño: lo van a contabilizar como la victoria de los partidarios por la separación de España y, en su virtud, ya tendrán el argumento que han venido buscando para venderles, a los países europeos, los resultados de unos comicios “legítimos” que han dejado claro que, en Cataluña, el independentismo es mayoritario y que, la famosa “opresión” del Estado español, hace que no sean libres para constituirse en un estado independiente.
Lo anunciamos hace bastante tiempo, tan pronto como el señor M.Rajoy señaló la fecha de las autonómicas catalanas para del día 21D. Estos comicios se han celebrado cuando el efecto de la aplicación del 155 está demasiado reciente; cuando muchos, que no querían la independencia, aunque fueran catalanistas, han cambiado de opinión y ahora van a apoyar a los separatistas. No había tanta prisa y, antes de dejarse intimidar por los que criticaban la aplicación del artículo de la Constitución, de intentar minimizar los efectos de su aplicación y de mostrase proclives a que los mismos sujetos causantes de la aplicación del 155 sean ahora los que van a presentarse, para intentar revalidad las mayorías de las que se han venido valiendo en el Parlament catalá, para cometer todos los desafueros que nos han llevado a la situación actual.
Por otra parte la situación del PSC, como era evidente que sucedería cuando es el señor Iceta, quién lo preside, un individuo cargado de todos los tics de estos catalanistas que se dicen socialistas pero que, en definitiva, lo que están buscando es poder celebrar alianzas con quienes saben que van a entenderse mejor. Su apoyo al señor P.Sánchez ha demostrado que tenía todas las trazas de buscaría la recompensa en cuanto se tratara del caso catalán. Así salió el invento del secretario general del PSOE de “una nación de naciones”, un “estado federal” en el que cabrían “distintas sensibilidades” que ahora, en vísperas de una elecciones autonómicas, ya se nos revelan como claramente republicanas y, por si fuera poco, de izquierdas. El PP puede despedirse de que vaya a recibir apoyo alguno de los socialistas catalanes y, mucho menos, para que se le dé un papel destacado en el gobierno de la comunidad catalana.
Como ya manifestamos en otra ocasión, aún sin coincidir con los presupuestos del partido del señor Rivera, dadas las perspectivas electorales que se desprenden de las diversas encuestas que van apareciendo antes de esta campaña, la única esperanza de conseguir que, un partido de carácter constitucionalista consiga, una mayoría en Cataluña, quizá sea que el voto útil se concentre en la formación de C´s; lo que, por otra parte, no garantiza que, si no se produce un vuelco motivado por el miedo a que se consolide el independentismo en favor del voto para el grupo contrario al nacionalismo, puede que no sea bastante para evitar que, los que ya mandaban durante años en Cataluña, regresen a sus puestos; desde dónde, es obvio, que se dedicarán a reconstruir todo lo que se les ha destruido, aunque, visto lo visto y el hecho de que no se ha actuado ni sobre la TV3 ni contra el Diario de Cataluña y la enseñanza doctrinaria de la juventud catalana, es muy posible que no haya servido de nada, más que para empeorar una situación que ya parecía que no podía ir a peor.
Como suele ocurrir con los “iluminados” es posible que, tanto si el que llegue a presidir el gobierno catalán fuera Junqueras, un izquierdista que lleva años soñando con su revancha contra el capitalismo; como si el que se lleve el gato al agua sea Puigdemont, un “listillo” que parece estar enamorado de sí mismo y que, indudablemente, se viene creyendo llamado para sacar a Cataluña de las zarpas de una España que intenta “desvalijarla”; lo que nos viene encima a los españoles que residimos en esta comunidad no puede ser peor de lo que nos imaginamos. El Estado español, por boca del señor Rajoy, ha hablado de que no nos preocupemos, pero es muy posible que lo que vaya a suceder, a partir del 21 de diciembre, sea lo suficientemente preocupante para que nos amarguen las Navidades a muchos y que, el hecho de pensar que el 155 duraría menos de seis meses, puede que sólo sea una entelequia del gobierno. Lo malo es que todo esto se pudiera haber evitado con un poco más de energía, valentía y previsión cuando, hace ya unos años, este panorama que se empezaba a vislumbrar. No se hizo y ahora deberemos asumir las consecuencias.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos sentimos como si nos hubiéramos trasladado a otro país, a un lugar donde no nos sentimos cómodos y desde el que vemos como, todos los que pueden, principalmente importantes sociedades y empresas, se van huyendo, convencidos de que el tema catalán no se va a resolver con las elecciones de este mes de diciembre y, si es así, puede que llegue un momento en que, Cataluña, se convierta en un “paraíso” inhabitable.