Que bonito es el Adviento
María Luisa García. Torre del Mar (Málaga).
Imagino su rostro, bellísimo; su mirada limpia y su pureza perfecta y me emociono.
La siento cerca, muy cerca. Es aquella muchacha que se puso incondicionalmente en las manos de su Creador. La misma que se recogía en oración en una aldea perdida de Palestina.
No le rondaban los lujos, ni la fama, ni el poder. Era una más entre la chavalería del lugar. Muy distinta, pero aparentemente igual.
Le rondaban los chicos y se desposó con José. Ambos habían tomado la decisión de vivir la castidad. Héroes del amor, con absoluta sencillez.
Ella fue escogida, pero tuvo libertad para responder. Y dijo sí.
Myriam, "María en hebreo". De religión judía, de origen humilde y humildes gestos.
Iría de casa a la fuente y lavaría la ropa en el río y se afanaría en amasar la harina y cocer el pan. Charlaría con las amigas y aprovecharía cualquier ocasión para llevar el amor de su Hijo por las calles del pueblo, incluso antes de tenerlo.
Tus hijos pequeños, que somos todos los que andamos sufriendo y viviendo en este destierro, te salimos al encuentro y queremos regalarte el Universo, aunque lo que más te gusta es que seamos buenos y más allá del conformismo, santos, locos, enamorados, ciegos...de amor a Cristo.
Ya se acerca la fiesta de
¡El Niño Dios crece en tu seno y se hace Hombre para llevarnos al Cielo!
Cómo esperarías su llegada, cómo le contarías cuentos, cómo le cantarías nanas hasta adormecerlo...
Conocería tu voz incluso antes de poder mecerlo y reconocería la voz de José, el más fiel de los hombres que ha pisado suelo.