Raíces cristianas de Europa II
Joaquín Jaubert. 8 de mayo. Los obispos, en su función de enseñar, como pastores de la Iglesia “tienen la obligación y el derecho de orientar el discernimiento moral que es necesario hacer cuando se toman decisiones que han de contribuir al pleno reconocimiento de los derechos fundamentales de todos y a la promoción del bien común” (30 – I – 2008). Así el episcopado español no ha dejado de iluminarnos en los procesos electorales para que podamos decidir desde una “conciencia rectamente formada” (17 – II – 2000). La soberbia de nuestra sociedad reacciona negativamente cuando alguien afirma querer orientarla, es decir prefiere la manipulación mediática que nos haga creer que todo lo hemos pensado solitos. Lo cierto es que el católico no ha asumido su relación con el Magisterio Eclesial creyendo que el Papa y los obispos no deben hablar más que de la Santísima Trinidad y administrar los sacramentos. Sin embargo, lo que afecta a la moral y a lo social tiene grave incidencia en la enseñanza de la Iglesia. Incluso el voto debe ser coherente con la fe que se profesa en materias como el derecho a la vida, a la protección del matrimonio y de la familia, a la educación, al trabajo, a la vivienda, a la sanidad, a la información veraz.Resumiré, muy brevemente, en sus puntos fundamentales, tres notas de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española fechadas el 17 de febrero de 2000, el 18 de febrero de 2004 y el 30 de enero de 2008. Se parte del hecho constatado de que las distintas opciones, en lo que concierne a lo público o político, no agotan ni el Evangelio ni la doctrina de la Iglesia, pero también de que hay un variado espectro de posiciones que incluye desde las opciones que, con sus limitaciones, no las contradicen y las que en diversos grados sí lo hacen.
En todos estos documentos, se refiere nuestro episcopado a la cultura de la muerte. En este tema, creo que la exposición siguiente es muy completa: “La tutela efectiva del derecho a la vida de cada ser humano desde su concepción hasta su muerte. La producción de embriones humanos y, en particular, su destinación premeditada a la investigación que los mata; el aborto procurado, en cualquiera de sus formas, y la eutanasia, son atentados contra el derecho a la vida que dañan gravemente el bien común y que deben ser justamente prevenidos por las leyes. Declarar que tales acciones serían supuestos derechos civiles, significa llamar bueno a lo que es malo y es situarse en abierta contradicción con el derecho fundamental a la vida” (14 – III- 2004). Por tanto, de ningún modo se puede apoyar, en conciencia rectamente formada, a los que promueven leyes o las mantienen, asumiendo centenares de miles de crímenes.
En referencia a la familia, citando a Benedicto XVI: “Es preciso afrontar - señala el Papa - con determinación y claridad de propósitos, el peligro de opciones políticas y legislativas que contradicen valores fundamentales y principios antropológicos y éticos arraigados en la naturaleza del ser humano, y a la promoción de la familia fundada en el matrimonio, evitando introducir en el ordenamiento público otras formas de unión que contribuirían a desestabilizarla, oscureciendo su carácter peculiar y su insustituible función social”. La legislación debe proteger al matrimonio, empezando por reconocerlo en su ser propio y específico (30 – I – 2008). El apoyo claro y decidido a la familia, fundada en la unión indisoluble de vida y amor de una mujer y un varón, es decir, en el verdadero matrimonio (14- III – 2004).
Promoción de una cultura dignificante de la persona y respetuosa con los valores morales y las creencias religiosas, base del verdadero progreso (2000) pues “No es justo tratar de construir artificialmente una sociedad sin referencias religiosas, exclusivamente terrena, sin culto a Dios ni aspiración ninguna a la vida eterna” (2008).
Y, en referencia al bien moral de buscar la unidad, recuerdan las palabras de Juan Pablo II a los obispos italianos - “superar decididamente las tendencias corporativas y los peligros del separatismo con una actitud honrada de amor al bien de la propia nación y con comportamientos de solidaridad renovada” por parte de todos. (2008).
La realidad, con meridiana claridad, nos muestra que el pensamiento y la práctica de gobierno de los partidos mayoritarios se han apartado de algunos fundamentos básicos de los recordados en este resumen, razón que llevó a recordar al entonces Obispo de Pamplona-Tudela Mons. Sebastián que “Hoy en España hay algunos partidos políticos que quieren ser fieles a la doctrina social de la Iglesia en su totalidad, como p.e. Comunión Tradicionalista, Alternativa Española (…). Tienen un valor testimonial que puede justificar un voto (…) podrían llegar a entrar en alianzas importantes si consiguiesen el apoyo suficiente de los ciudadanos católicos (…) son dignos de consideración y de apoyo (17 – III – 2007).
Las raíces cristianas de Europa, con sus valores y principios reseñados en este artículo y que tanto han preocupado a los dos últimos papas están en juego, ¡católicos sed coherentes!