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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

El sufrimiento de esta España en crisis va ligado a un apreciable incremento de la desconfianza

Recuperar la confianza

Miguel Ángel Gutiérrez.    El problema de la España actual es, en gran medida , una cuestión de confianza. El sufrimiento de esta España en crisis va ligado a un apreciable incremento de la desconfianza en el alma de muchas personas. No se confía lo suficiente en nada ni en nadie. Pocos se fían de quien tienen al lado. No hay ningún principio, sistema, autoridad, teoría o creencia que se considere auténticamente fiable y merezca crédito a la gente. Por eso estamos en una nación desunida, desgarrada por tensiones y conflictos, porque la desconfianza socava los fundamentos del orden social. El miedo, la sospecha, el recelo, el distanciamiento y el temor a ser engañados separa a las personas y las lleva al enfrentamiento, lo cual nos lleva a ser progresivamente cada vez más débiles.

Esta desconfianza afecta de lleno a la vida  social, política y económica de nuestro país y viene precedida de otra desconfianza más grave, profunda y generalizada: la desconfianza espiritual. Urge remediar esta situación porque afecta a las raíces mismas de la vida, al ser mismo del hombre y a su visión del mundo. Una sociedad no puede sostenerse mucho tiempo desvinculada de una fe común que la cohesione, pues estaría imposibilitada para avanzar confiadamente hacia el futuro, lo que la llevaría al fracaso. Es lo que está pasando ahora mismo, con mal pronóstico para el mañana si no empezamos cuanto antes una vasta labor de regeneración moral capaz de acabar de verdad con la crisis económica, política e institucional que padecemos. 
 
De lo que en cambio si sería legitimo desconfiar sería del discurso de tantos políticos y periodistas que nos siguen insistiendo en las bondades del dinero y las pasiones, de la ambición desordenada y el egoísmo mezquino. Un discurso superficial y fracasado  que sigue conspirando contra nuestra felicidad y nuestro futuro. Ellos son los que nos han traído la inseguridad y la inquietud al fomentar la desvinculación con nuestro cielo y nuestro suelo. 
 
Deberíamos empezar por recuperar la confianza en nosotros mismos, cada uno de nosotros, como seres personales y espirituales. 
 
Podemos confiar en una nueva primavera si somos capaces de volver a la honestidad intelectual y a los sentimientos más nobles. Confiemos especialmente en la Providencia que nos llama, en la Verdad que nos guía e inspira, en el Poder Divino que está presente en nuestro propio interior. Recuperar este tipo de confianza conllevaría asimismo el rencuentro con la alegría, la esperanza y el éxito. 
 
Tengamos ya el valor suficiente para educar y formar a los niños y a los  jóvenes en la confianza, hagamos de ellos personas en las que se puede confiar, que sepan valorar la confianza que en ellos se deposita y que vivan el  confianza como en su propio medio, al igual que el pez en el agua. Pero conviene recordar que para educar a las personas en la confianza no hay nada mejor predicar con el ejemplo. Es decir: hacerse uno mismo digno de confianza. 
 
Si no tenemos confianza en Dios tampoco tendremos confianza ni en nosotros mismos ni en nuestros compatriotas  y, lógicamente, se desconfiará de nosotros en el extranjero con motivo. Los famosos Mercados del mundo económico  nos lo  recuerdan casi a diario. ¿Seguiremos sin escuchar la voz de nuestra conciencia y los gritos que vienen de fuera?