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Diario YA


 

Vi religiosos jóvenes con su hábitos de las órdenes a las que pertenecen

Reflexión sobre la jornada de los Mártires beatificados en Tarragona

Jesús Tanco lerga. Jornada histórica en Tarragona. El  Mediterráneo olía de manera especial en la jornada de proclamación como beatos de estos 522 mártires de la Gran Persecución a la Iglesia Española en el año 1936 y adyacentes. Un día para vivirlo intensamente, fue el del domigo día 13 de octubre de 2013, en la recta final del año de la Fe, y también de esa llamada a la Nueva Evangelización.

En lo humano,  el agradecimiento a la organización con 800 chicos voluntarios en el escenario de la Universidad Laboral de Tarragona, institución que como las análogas de Gijón o Córdoba ofrecieron oportunidades a jóvenes para trabajar en una formación profesional superior en los años Sesenta y Setenta, al menos, y que prepararon una mano de obra especializada y culta que se integró en los planes de ajuste, de estabilización y de desarrrollo, que tras la reconstrucción de la paz de 1939 España hubo de acometer. Tarragona era ayer el presente noticiable , el pasado  martirial con la representación y evocación del martirio de su obispo san Fructuoso bajo el emperador Valeriano en 259, y también esperanza de futuro al ver cómo la fe se palpaba en los que tuvimos la suerte y la gracia de estar allí.

La proclamación de los mártires se hizo de modo solemne y con imágenes. El cardenal prefecto de la congregación de los Santos, mons. Amato, con un estilo impresionante, en su homilía habló claro y comprensible sobre el significado de estos bermanos próximos,  de nuestros pueblos y de nuestra sociedad, de nuestro ambiente social, que dieron apenas hace setenta y siete años, su vida por Cristo.

Vi religiosos jóvenes con su hábitos de las órdenes a las que pertenecen, familiares emocionados que no cabían de gozo al tener a sus parientes en lo más alto del reconocimiento de la Iglesia a su valor, y vi la ilusión con la que a estos nuevos intercesores se implora ya. Por un lado justicia con los mártires, por otro, la memoria de la Iglesia hacia quienes abrazaron la palma del martirtio y salvaron sus vidas, perdiéndolas en lo humano. Don Jaime Pujol, arzobispo de Tarragona, a quien tantos años hemos visto en las aulas de la Universidad de Navarra enseñando la mejor pedagogía catequética, dio la bienvenida a todos los peregrinos que nos congregamos al lado del puerto tarraconense.

El presidente de la Conferencia Episcopal, mons. Antonio Mª Rouco agradeció el esfuerzo de postuladores, familias religiosas, organizadores, y todos los que han contribuido en esta causa así como en las anteriores, desde la primera beatificación de 1987, por llevar adelante esta tarea de  trabajar, reconocer y preparar las beatificaciones. Como es  natural, la proclamación tras los procesos laboriosos corresponde al Papa, muy presente el actual, y también sus precursores, Benedicto XVI y Juan Pablo II, que como sabemos tuvo la sangre martirial en primera persona y será canonizado junto a Juan XXIII el 27 de abril próximo. Mucha emoción en esta Tarragona que siempre sorprende y agrada, que está a la altura de las circunstancias y que el domingo fue escenario de un gran acontecimiento eclesial y español, la beatificación de 522 católicos que antepusieron su testimonio consecuente en el contexto de una locura y demoniaca persecución antirreligiosa contra los católicos religiosos en la España convulsa de 1936. Y van 1523 y seguirán otros que están en Camino. Y aunque no fueron combatientes, pensemos la cifra incrementada de mártires que  se hubiese producido de haber ganado la Guerra los que la perdieron. Nosotos debemos andar por la misma senda que han trazado estos santos, beatos y mártires, con el valor de la fe y el sentido de la esperanza. Hoy como ayer y en siglos pretéritos, la Iglesia Católica sigue ofreciendo al Mundo el inmenso valor de estas vidas sacrificadas.Casi nada.