David Martín. 10 de enero.
Quedaban pocas horas para decir adiós al 6 de enero y Tele-5 quiso hacernos su regalo de Reyes a modo del estreno de “Guinness World Records". Para entendernos, la versión televisiva del famoso libro que anualmente recoge los mejores registros de todo aquello que se puede medir por extravagante que sea y que ya se pudo ver en nuestro país, años atrás, a través de Antena-3. Un programa potencialmente atractivo, pero con alto riesgo de convertirse en soberano aburrimiento si no se seleccionan convenientemente las proezas.
Gracias al programa pudimos ver, entre otras lindezas, el cuerpo casi desnudo del hombre más tatuado del mundo, a la persona capaz de mantener en la boca mayor número de abejas, el perfume más caro o el intento de un aragonés por enfundarse el mayor número de calzoncillos posible. Peculiaridades con escaso poder de motivación para aguantar delante de la televisión las algo más de dos horas que duró el espacio y más propio de la insensatez que del poder de superación. Lo mejor vino casi al final con las hazañas del hombre capaz de aguantar la respiración más de 17 minutos bajo el agua y de doce personas, convenientemente protegidas, aguantando 30 segundos con su cuerpo envuelto en llamas. Acciones que permitieron salir de la impasibilidad y el letargo a quien aún no hubiera cambiado de canal. Demasiado tarde. Si en un programa especial sobre las mejores marcas mundiales lo más interesante que se le ofrece al telespectador, mientras acaba con el último trozo de roscón, son la lengua o las piernas más largas del mundo, fruto más de la genética que del esfuerzo personal, lo que se nos avecina, con los programas ordinarios, puede ser digno de la plusmarca del tedio.
Semejante dádiva fue presentada por los Magos televisivos Carmen Alcayde, en su día presentadora de “Aquí hay tomate”, y el debutante en esta tarea, el Mister España 2007, Luis Muñoz. Ambos no estuvieron ni bien, ni mal, ni tampoco todo lo contrario. La primera aparicion de ella, en la que anunciaba un programa increíble donde se iban a dar cita la magia, los retos imposibles y la gente única, invitaba a quedarse viendo áquello toda la noche, pero todo se fue diluyendo como el azucarillo en el café y la pobreza del guión o la falta de imaginación de Alcayde aconsejó el uso del mando a distancia en más de una ocasión. Que las palabras más utilizadas en un programa con los Guinness como protagonistas fueran “fantástico”, “increíble” o el vulgar “guau” es demasiado pobre además de previsible. De él, poco o nada se puede decir porque más que presentar, lo que le dejaron hacer, guión en mano, es irrumpir de vez en cuando en el plató para tener su minuto de gloria. Para tan corto viaje no era preciso tanto equipaje. Invitados al evento, a modo de pajes como mandaba la ocasión, estuvieron el presentador del concurso “Pasapalabra”, Christian Gálvez, y la actriz María Castro, pero poco pudieron hacer para poner una mínima dosis de sal a un producto que estaba quedando bastante soso.