Rafael Nieto. 22 de enero.
José Luis Restán tiene la responsabilidad de dirigir los contenidos de la Cadena Cope, una emisora de radio que se ha convertido en grupo mediático gracias a Popular TV y a la renovada Cope.es. Un veterano periodista que, además, presenta el programa La Linterna de la Iglesia, los viernes por la noche, uno de los más escuchados de la cadena de emisoras. Amablemente, atiende a las preguntas de Diario YA.
España vive un momento especialmente difícil, por muchas razones, pero hablando en concreto de aspectos morales, ¿qué análisis hace de la política gubernamental en torno a materias como el aborto o la eutanasia?
Por un lado esa política expresa la cultura del nihilismo, la presunción de que el poder está desvinculado de cualquier anclaje ético y de cualquier tradición humanista. Es evidente que esa cultura ya estaba presente en muchos sectores de la sociedad española, pero el Gobierno la ha tomado como bandera de una especie de modernización suicida. Además, de esta forma el Ejecutivo ahonda la ruptura entre españoles en lugar de custodiar un tejido de valores compartidos, avalado por nuestra experiencia como pueblo.
¿Considera que los medios de comunicación de inspiración cristiana, como COPE o el Diario YA, podemos hacer que esta realidad cambie, o al menos no empeore?
Tenemos una gran responsabilidad. Primero en la apertura de un debate de fondo en el que no sea excluida ninguna voz. Sería una locura que la experiencia milenaria de la Iglesia y su conocimiento de lo humano quedasen fuera de este y otros debates, como dijo Benedicto XVI en su discurso a la Universidad de La Sapienza. Es preciso ejercer la razón abierta a la totalidad de lo humano, y es urgente mostrar testimonios que hagan evidente el valor sagrado de toda vida humana. Por otra parte los medios tienen una dimensión educativa evidente, que nosotros tenemos que poner en juego con inteligencia y creatividad. Y por último, podemos ser un punto de agregación, un factor que ayude a crear comunidad en medio del desierto en el que muchas veces se convierten nuestras sociedades.
¿Qué supone para Vd., después de tantos años en esa casa, estar al frente de la Dirección General de Contenidos, en un momento tan crucial como éste?
Supone una aventura grande y hermosa, pero también ardua. Se trata de conseguir que COPE lleve a cabo una auténtica presencia cristiana a través de su programación, es decir, que comunique la novedad humana que aporta la fe en todos los campos. Sé que no existen fórmulas mágicas, sino que se trata de meternos en la actualidad, en los debates de cada día, con la mirada que nace de la experiencia de la fe vivida en la Iglesia. Y desde ahí tomar postura y dialogar críticamente con todos. Después hay que corregir todos los días, porque el nuestro es siempre un intento aproximado e imperfecto.
Quizá lo ocurrido con el CAC en Cataluña expresa mejor que ninguna otra circunstancia que a la COPE se la persigue precisamente por esa lucha por la verdad, por no plegarse a lo políticamente correcto. ¿Son muchas las presiones que, habitualmente, reciben ustedes desde el poder, o pueden considerarse como hechos aislados?
La verdadera presión la ejerce cada día la mentalidad dominante, es algo difuso que está en el ambiente que respiras, aunque a veces haya también acciones directas del poder político que tienden a limitar nuestra libertad, como en el caso que mencionas. Pero tenemos una larga trayectoria de ejercer la libertad en contextos políticos y culturales hostiles. Lo importante es que ese ejercicio nazca continuamente de nuestra identidad cristiana, que por otro lado es algo vivo aunque se exprese de forma escrita en el Ideario.
Hablemos de la profesión: ¿cómo ve Vd. el periodismo que se hace hoy en España, en general?, ¿qué papel debe jugar la radio en plena era de Internet?
Es difícil hablar en general, pero creo que el periodismo español adolece de cierta superficialidad, que asume con demasiada facilidad los dogmas del relativismo imperante. El tratamiento de la dimensión religiosa de la vida es generalmente nefasto: parte de prejuicios y tópicos, no mira a la realidad de los hechos, y tiende a censurar las grandes preguntas sobre el sentido de la vida. Otra realidad maltratada es la familia, cuyo reflejo es a veces esperpéntico. Creo que hay una sobrecarga de ideología en muchas redacciones. Dicho lo cual, siempre se pueden encontrar servicios excelentes y periodistas que hacen honor a la profesión. También hay que decir que los medios no son meteoritos: ellos moldean a la sociedad pero también nacen de ella, y por eso reflejan sus debilidades y crisis. En cuanto a la radio, creo que en España mantiene su papel decisivo a la hora de configurar la opinión. Seguirá siendo un instrumento poderoso en el debate público, pero quizás estemos terminando un ciclo y se abran camino nuevos formatos. Creo que COPE es pionera a la hora de ofrecer programas de fondo y de análisis serio sobre cuestiones decisivas. Por ahí pueden andar las cosas.
Llama la atención un hecho que se viene comentando desde hace tiempo en foros como Crónica Blanca, por ejemplo; hay un porcentaje altísimo de periodistas (25%) que salen de universidades inspiradas en el humanismo cristiano, pero luego esa realidad no se ve reflejada en los medios de comunicación de nuestro país, ¿a qué cree que se debe esto?
Se debe a que no basta una buena instrucción para generar un periodista católico. Hace falta una pertenencia viva a la Iglesia, un acompañamiento, una ayuda continua para que el juicio sobre la realidad nazca de la experiencia de la fe. El trabajo de esas universidades es indispensable, y debemos agradecerlo y estimularlo, pero no podemos contentarnos con eso. Es preciso generar espacios comunitarios donde los comunicadores cristianos se encuentren y se ayuden verdaderamente, y en los que se pueda ir produciendo una nueva cultura de la comunicación.
Permítame que le felicite, casi a título personal, por el programa que Vd. dirige los 7) viernes por la noche, La Linterna de la Iglesia, que creo que es un verdadero manantial para los cristianos en la radio española. Además, tengo entendido que es un programa muy escuchado en la programación de COPE, ¿a qué atribuye el éxito de este espacio, siendo un viernes por la noche, cuando miles de personas salen a cenar o a divertirse?
Gracias por la felicitación, aunque el éxito es siempre algo muy relativo. En todo caso creo que el seguimiento de La Linterna de la Iglesia obedece en primer lugar a que hay una necesidad de análisis serios y cualificados sobre las noticias que genera la Iglesia. Abordamos estos asuntos no desde una dialéctica cansina, ni desde una sospecha sistemática. Partimos de nuestro amor a la Iglesia, que nos impulsa a querer comprender el fondo de las cosas. No rehuimos los temas espinosos, sino que los alumbramos desde la totalidad de lo que es la vida de la Iglesia. Por otra parte es una tertulia cordial, con buen ritmo y una aproximación radiofónica adecuada a los temas. En definitiva, mostramos que la vida cristiana es apasionante, que lo abraza todo, que no teme medirse con ninguna dificultad y que es una esperanza para todos. Muchos nos agradecen el programa porque les ayuda a vivir su fe con mayor conciencia de sus implicaciones, o porque les libera de imágenes grotescas que los medios proyectan sobre la Iglesia; pero también sabemos que hay una porción significativa de gente no creyente, o al menos alejada de la vida eclesial, que nos sigue porque le interesa lo que la Iglesia dice hoy sobre los problemas y angustias de este momento.