Irene Briones. Aunque la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) se destaca por ser una de las principales reformas del Ejecutivo, en realidad se trata de una reforma parcial, así que conservará parte de la herencia recibida como ocurre con todos los sistemas anclados en tradiciones legales democráticas, pero aporta novedades sustanciosas para ofrecer una educación integral a los alumnos, siguiendo la tendencia que algunos pedagogos anglosajones conocen como the whole child.
Destacan las pruebas de evaluación al final de cada etapa educativa para cultivar la cultura del esfuerzo y evitar el fracaso escolar, y se adelanta la edad para elegir las opciones de futuro. Respetando estas directrices, asegura autonomía a los centros educativos para diseñar e implantar métodos pedagógicos propios y modelos como la educación diferenciada, pero quizá hubiera sido el momento legal pertinente para dar una oportunidad al homeschooling, la educación en familia, otorgándole un cauce jurídico estricto y adecuado; recordemos que esta alternativa es seguida en EE UU y en muchos países europeos con notable éxito.
Tras la imposibilidad de que los padres pudieran objetar a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, según declaró el Tribunal Supremo en 2009, otro tema de capital interés es que desaparece, excepto en 2º de la ESO.
En algunos estados de EE UU, todo estudiante debe presentar una autorización previamente escrita de sus padres para tener acceso a algunas clases, y también se
permite la objeción al material didáctico tanto curricular como extracurricular por
su contenido, cuando los padres aleguen una objeción por cuestión de creencias
basadas en diferentes referencias sexuales, moralidad o religión.
No es que EE UU sea un modelo a seguir en materia de educación, pero sí aporta
criterios para diseñar un proyecto en el que la familia y la escuela se comprometan a
trabajar juntas.
Irene Briones
Profesora de la Universidad Complutense de Madrid