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Diario YA


 

Rousseau se cuestionaba quién había de educar a los hombres nuevos para la sociedad nueva

Rousseau y Zapatero

Xus D. Madrid. El Card. Antonio Mª Carles, escribía hace unos días “El raciocinio de los ilustrados era tan sencillo y simplista como esto: la naturaleza nos ha destinado a ser felices. Por eso, seguir lo agradable es moralmente bueno. Lo desagradable y doloroso, he ahí el mal. Lo que llamamos pasiones –decían–, que la moral cristiana ha condenado, no son sino los apetitos indispensables para el desarrollo de la vida.”

 En el “Emilio”, Rousseau se cuestionaba quién había de educar a los hombres nuevos para la sociedad nueva. La repuesta era obvia. La sociedad nueva ha de conformar a los niños. La sociedad se identifica con el Estado, por tanto, si está encargado de los asuntos del bien común, tendrá también la misión de educar a todos los ciudadanos.

 Y es que en nuestro tiempo, los últimos herederos españoles de la Ilustración siguen la misma táctica del injusto monopolio estatal, aunque con métodos más cautelosos. La nueva asignatura EpC, las guías de educación sexual para los niños son ejemplos. Los resultados se aprecian hasta en la propia familia del inductor.