Santiago Apóstol, Patrón de España
Como explica Andrés Codesal en su magnífica obra sobre el Santo (Ed. Apostolado Mariano), “Santiago ha sido proclamado Patrón de España desde los más remotos tiempos, como confirman documentos antiquísimos”. Su patronazgo se concreta especialmente en su ayuda en la Reconquista, lo que ha hecho que se multipliquen los templos dedicados al Apóstol, así como sus imágenes a caballo blandiendo la espada en lucha contra los musulmanes.
Como prueba de agradecimiento, se hace ya desde el siglo XI el “voto a Santiago”, acción de gracias por las victorias conseguidas por nuestra Patria contra el enemigo.
El origen de este voto, según las crónicas más antiguas de las que se dispone, fue la batalla de Clavijo, junto a Logroño, en el año 844. Tras negarse el rey de Asturias, Ramiro I, a pagar el tributo exigido por el emir de Córdoba de cien doncellas, fue derrotado por un numeroso ejército moro. Después de la amarga derrota, se apareció por la noche el Apóstol al rey cristiano, animándole a luchar de nuevo contra el enemigo.
Al día siguiente, puesta la confianza en Santiago, arremetieron contra los moros, “apareciendo visible el Apóstol en primera fila, blandiendo la espada y portando un estandarte cristiano”. En esta ocasión, la victoria cristiana fue tan grande que el enemigo hubo de huir con 70.000 bajas.
Desde entonces, España recurre a su protector en todos los peligros.
Discípulo de Jesús de Nazaret
Son numerosos los pasajes bíblicos en los que se muestra la proximidad que, en vida, tuvo Santiago (hijo de Zebedeo) con Jesús, y que en parte explican la posterior actividad evangelizadora del Patrón de España.
Jesús recorría pueblos y aldeas, predicando y diciendo: “Haced penitencia, porque está cerca el Reino de los Cielos”. Un día, caminando por la ribera del mar de Galilea, vio a los dos hermanos, Simón (llamado Pedro) y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores. Y les dijo: “Venid conmigo, yo haré que seáis pescadores de hombres”. Al instante, los dos, dejando el barco y las redes, se fueron con Él.
Continuando un poco más adelante, vio a otros dos hermanos: Santiago y Juan, que estaban recomponiendo sus redes dentro del barco con su padre, y los llamó. Ellos también, al punto, le siguieron. Desde aquel día ya se fueron definitivamente con Jesús y le acompañaban a todas partes.
La transfiguración de Jesús
Un día subió Jesús a un monte para hacer oración, haciéndose acompañar por Pedro, Santiago y Juan. Puesto en oración, y en presencia de ellos, Jesús se transfiguró de manera que su rostro brillaba como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. Junto a Jesús aparecieron también, gloriosos y radiantes, Moisés y Elías, hablando con Él.
Pedro, Santiago y Juan quedaron sobrecogidos de asombro, y sintieron una alegría y felicidad imposibles de explicar. Viendo que se despedían, Pedro (que no quería que aquello acabase), dijo a Jesús: “Señor, si quieres haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y la otra para Elías”. Luego los cubrió a todos una nube luminosa, y oyeron una voz que decía: “Éste es mi hijo amado, en quien tengo mis complacencias; escuchadle”. En aquel momento, sintieron como un temor mezclado con tanta gloria, que perdieron el conocimiento.
Cuando recuperaron el sentido, vieron a Jesús que, tocándoles, les decía: “Levantaos, no tengáis miedo”.
Predicar el Evangelio
Después de la gloriosa resurrección de Jesús, los discípulos se fueron a Galilea, al monte que el Maestro les había indicado. Y al verlo, lo adoraron, aunque algunos todavía dudaban.
Jesús se acercó, y les dijo: “Me ha sido dado todo el poder en los cielos y en la tierra. Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura, y haced discípulos míos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. El que creyere y se bautizare, se salvará; el que no creyere, se condenará”.
Ellos, obedientes al mandato del Señor, se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperó, confirmando su doctrina con los milagros que hacían (Mt.28; Mc.16).
Según ciertas fuentes, Santiago, en su gran deseo de cumplir lo más perfectamente posible lo que el Señor le había pedido, se propuso llegar hasta el fin del mundo, que en aquellos tiempos se creía que estaba en Galicia, y por eso al cabo más metido en el mar se le llamaba “Finisterrae”, el fin de la Tierra.
La predicación de Santiago
Como explica el historiador y sacerdote Ángel David Martín Rubio en su “Curso de Historia de la Iglesia”, hay una serie de textos que destacan la predicación de los Apóstoles por todo el mundo y su distribución según las sortes propias que cada uno había recibido, asignan Hispania a Santiago: San Isidoro de Sevilla, San Beda el Venerable, San Beato de Liébana...San Aldhelmo de Malmesbury (Inglaterra), a fines del s.VII, en el poema dedicado al altar de Santiago dentro de una basílica que los tenía dedicados a los Doce Apóstoles, señala la predicación en España: “primitus hispanas convertit dogmate gentes”. El himno a Santiago O Dei verbum, de la Liturgia hispana (s.VIII, reino de Asturias), asigna también al Apóstol como tierra de misión España, donde preside, cumpliéndose la petición de que los Zebedeos estuviesen a derecha e izquierda en el Reino de Jesús: Juan en Asia, Santiago en Hispania. Después del siglo XI, la creencia en la predicación de Santiago en España posee la universalidad en la Iglesia Occidental y se extiende también por Oriente. Es un dato firma de la literatura hagiográfica y de la liturgia.
Culto sepulcral y traslación
Siguiendo de nuevo el excelente trabajo de Ángel David Martín, aunque la Passioy otros Actos e Indices, de acuedo con Hch 12,2 ponen la muerte de Santiago bajo Herodes y la sitúan casi siempre en Jerusalén, añadiendo algunos ibique sepultus est, es notable que no haya noticia de un culto sepulcral, al menos duradero, en Jerusalén ni en otro lugar de Palestina.
El De ortu et obitu Patrum, el Breviarium Apostolorum y otros textos, incluso orientales, señalan como lugar de la sepultura de Santiago un lugar designado por dos vocablos con variantes en los manuscritos:
1. Acha o Achi (Aca - Aci) o Achaia (en copias tardías, Arca, Arce).
2. Marmarica (o Marmorica).
El modo como surge este topónimo en los textos sugiere la idea de una invención o traslado. A partir de este tiempo, en los ss.VII-VIII, Santiago (que antes no se contaba entre los Apóstoles de culto extendido) comienza a tener iglesias dedicadas y veneración de reliquias en Galicia, Francia e Inglaterra lo que requiere un foco, un sepulcro, donde quiera que estuviese.
En la primera mitad del siglo IX se nos manifiesta en Galicia un culto intenso y creciente al Cuerpo de Santiago, cuya presencia allí presupone un traslado. Ahora bien, ¿qué hay en el origen de esta veneración? ¿Un traslado contemporáneo? ¿Un descubrimiento inesperado del sepulcro? ¿Un lento proceso de identificación de un sepulcro ya conocido? ¿La simple exaltación de una devoción ya existente? Todas estas hipótesis tienen partidarios y coinciden en dar por seguro el dato de la tradición compostelana, según el cual hubo un descubrimiento en tiempos del obispo de Iría Teodomiro(c.813)y solo difieren a la hora de interpretarlo: ¿fue un descubrimiento total? ¿o sólo el hallazgo y exhumación de un cuerpo que ya era objeto de culto local, mas no era accesible por estar soterrado?
El lugar de Galicia en que recibe culto el Cuerpo de Santiago se denomina en la abundante documentación local de los ss.IX-XI Arcis, o Archis, Marmoricis o Marmaricis y sin que se pueda establecer ninguna dependencia literaria con los textos antiguos que hemos citado.
El hecho de la localización del Cuerpo de Santiago en Galicia, anterior a las leyendas, admitido con naturalidad por la Iglesia, sería inexplicable sin datos precedentes que permitiesen relacionar con Galicia una sepultura que los textos muy conocidos de los Hechos y de la Passio inducirían necesariamente a situar en Palestina. La búsqueda de esos datos es un quehacer pendiente:
― ¿Traslación en el siglo I como suponen las narraciones medievales?: es posible, aunque menos normal que después; no se opondría la edad del edificio sepulcral.
― ¿Traslación del siglo IV en adelante, con o sin etapas intermedias, en tiempo próximo a la mención del Arca Marmarica?: sería congruente con la abundancia de traslados de otros santos, con las adaptaciones del edificio sepulcral, con la cronología litúrgica (fiesta del 25 de julio).
HOY, PETICIÓN DEL ALCALDE DE SANTIAGO AL APÓSTOL
El alcalde de Santiago de Compostela, José Sánchez Bugallo, ha pedido la intercesión del Apóstol Santiago para que España tenga "acierto" para "salir" de la "difícil situación económica" actual y "recuperar la senda de la creación de empleo potente y sostenido", además de conseguir la victoria del Estado de Derecho y las libertades sobre "la barbarie del terrorismo".
En su invocación como delegado regio en la Ofrenda al Apóstol, Sánchez Bugallo solicitó que las políticas sociales "primen sobre intereses más poderosos" y alertó de que los "tiempos de estrechez perjudican más a los menos favorecidos". Además, proclamó que "más pronto que tarde" los terroristas "responderán ante la justicia".
En su tercera ocasión como delegado regio, Bugallo se refirió a aspectos como la inmigración, realidad ante la cual pidió "redoblar los esfuerzos de cooperación internacional"; la necesidad de una Justicia "más eficaz" para proteger a la infancia; o la situación de las víctimas de la violencia machista, para las cuales solicitó que puedan "salir de su jaula".
ARZOBISPO DE SANTIAGO
El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio, advirtió hoy de que "la fe no puede ser convertida en un factor político" y apostó por "la distinción y la autonomía recíproca entre el Estado y la Iglesia", de forma que se diferencie "lo que es del César y lo que es de Dios".
En la homilía de respuesta al oferente en la Ofrenda al Apóstol, monseñor Julián Barrio advirtió contra "el riesgo" de pretender "asegurar la fe a través de los poderes de este mundo" y aseguró que para que los hombres puedan disfrutar de sus derechos "no es necesario renunciar a Dios".
El arzobispo de Santiago se refirió también a la necesidad de "curar tantas llagas abiertas" como la "realidad trágica" que sufren los emigrantes, el terrorismo, que definió como "acto intrínsecamente perverso y nunca justificable", la violencia machista, los efectos de la droga, los ancianos que "se sienten olvidados" y "la desesperanza de tantos jóvenes".