Señor Rajoy, ¿qué ha de suceder para que ponga coto al desmadre catalán?
“Cuando los abusos llegan hasta cierto punto y llenan cierta medida, si no se levanta un reformador, Dios suele consentir un destructor” A. Parisi y Guijarro
Miguel Massanet Bosh. Es posible que la templanza en un gobernante sea una cualidad necesaria; puede que la paciencia y el saber esperar sean virtudes que sea conveniente que atesore un dirigente, pero de lo que parece que no hay duda es de que, el no saber actuar con firmeza y rigor cuando las circunstancias lo exigen, es algo que no se le puede consentir ni tolerar a un buen gobernante. En Catalunya están dándose, cada día con mayor virulencia, conductas que pueden considerarse inverosímiles e inaceptables en un Estado de Derecho. Hace ya años que las muestras de hostilidad hacia el resto de España.; las actitudes de enfrentamiento de los políticos catalanes de la Generalitat de Catalunya respecto a las sentencias judiciales, las normas y leyes estatales y el Gobierno de la nación, no pueden ser más agresivas, desafiantes y, por supuesto, menos respetuosas con la ley de leyes, la Constitución española de 1.978. El Gobierno del señor Rajoy no puede alegar ignorancia, ni puede seguir mirando hacia otro lado ni, por supuesto, olvidarse de su obligación de cumplir con el Art. 155 y concordantes de la Carta Magna, cuando lo que se está produciendo en esta autonomía ha desbordado, con creces, lo que se pudiera entender por tolerancia, paciencia indulgencia o disimulo.
El actual gobierno del señor Rajoy está empezando a dar la sensación de que no se atreve a enfrentarse con el problema catalán. Concedámosles que no es fácil de abordar, que se trata de usar la Constitución en un caso que, desde la aprobación de la misma, no se había tenido que afrontar y que, por añadidura, se produce cuando apenas la nación está empezando a vislumbrar una débil esperanza de recuperación, aunque, para la ciudadanía, apenas si se nos aparece como un lejano espejismo. No obstante, no debemos de dejar de considerar que, cuando un cáncer está en su inicio existen más posibilidades de que, extirpándolo, se evite la metástasis y, en consecuencia, mejorar las posibilidades de sanar. Quizá convenga aludir a algunos de los más recientes desafíos del Gobern catalán a las normas estatales y al Código Penal vigentes en este país.
• Declaración unilateral del presidente, señor Mas, de Catalunya como una nación
• Incumplimientos reiterados de las sentencias del TS, TC y del TSJC en materias como: la enseñanza en castellano y los derechos de los padres a elegir el tipo de educación para sus hijos.
• La implantación de la prohibición de rotular en castellano.
• La prohibición de hablar en castellano en los recreos de colegios públicos.
• La implantación ilegal de una Hacienda catalana para recaudar sus propios tributos.
• Los continuos desafíos de los políticos independentistas al Estado español. La exhibición por los separatistas de insignias y banderas secesionistas en el Parlamento de la nación.
• El vergonzoso manifiesto de 33 jueces reclamando el “derecho a decidir” un paso para pedir la independencia.
• La exhibición en calles y balcones de las banderas “esteladas” como muestra del apoyo a la secesión, sin que, por parte de las autoridades, se tomen medidas para que sean retiradas.
• A sensu contrario la imposibilidad de exhibir la bandera nacional, incluso en las solemnidades, sin exponerse a sufrir las iras de los vecinos.
• La intransigencia de las instituciones catalanas contra la libertad de expresión y sus amenazas en contra de aquellos periodistas o comentaristas que se atrevan a ir en contra de la independencia del país catalán.
• La imposibilidad de que aviones del Ejército vuelen sobre las ciudades catalanas, algo que se considera como una agresión o amenaza al pueblo catalán
Pero donde, señores, ya hemos cruzado definitivamente la línea roja de lo que se puede admitir, ha sido cuando, en un pueblo de Catalunya (Sant Celoni, de 18.000 habitantes), una pareja de la Guardia Civil, de uniforme y de servicio, que estaban investigando un robo, se disponían a cruzar la plaza del pueblo para dirigirse a una tienda de segunda mano para llevar a cabo unas pesquisas relacionadas con el delito. Entonces se vieron acosados por un individuo que les hacía fotos, lo que motivó de los guardias le pidieran que se identificara, algo que no pudo hacer porque dijo que no llevaba la documentación encima. La pareja de guardias conminó al sujeto para que los acompañase a la comisaría para identificarse. Escoltados por el Alcalde del pueblo, en calidad de testigo, se personaron en la Comisaria donde, en diez minutos, se resolvió el mal entendido. Un incidente que no debiera de haber trascendido más allá de los intervinientes.
A las dos horas este suceso era portada, en un titular único, en la prensa digital subvencionada por la Generalitat: “La Guardia Civil ficha balcones con la estelada”. La versión independentista del hecho fue que “dos guardia civiles se habían dedicado a provocar, con la plaza llena de gente, tomando notas de direcciones y de los balcones con banderas esteladas” El bloque entero de los políticos defensores del “derecho a decidir” más el PSC, llevaron el caso, indignados, al Parlamento Catalán para exigir explicaciones por tan “horroroso” atentado contra los catalanes. ¿Habrase visto, señores, una locura semejante?, ¿pero, en qué país estamos que la benemérita no puede circular por las calles vistiendo su uniforme sin tener que dar explicaciones a unos ciudadanos levantiscos?, ¿Qué hubiera pasado, como seguramente debieran de haber hecho ante unas banderas de cariz separatista, “provocativamente” expuestas en balcones; si hubieran estando tomando nota para aplicar, a los exhibidores, la sanción administrativa correspondiente? ¡Absolutamente nada, porque hubieran cumplido con su deber!
Esta parte de España, que aún sigue siéndolo, no puede impedir que los militares o la policía o la Guardia Civil, vayan de uniforme por donde quieran y ejerzan sus funciones con entera libertad, sin que se vean interrumpidos, amenazados o menospreciados por cualquier energúmeno que tenga la osadía de pretender estorbar su labor. Las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado tienen amplias competencias sobre toda España y, si cabe, más en una Catalunya en la que algunos se saltan las leyes cuando les parece. Puede que al señor Rajoy, desde su despacho de la Moncloa, vea lo que sucede en Catalunya y le reste importancia; no obstante, los millones de españoles que residimos en ella no lo vemos igual, porque tenemos que soportar una situación que nos sitúa como extranjeros en nuestro propio país.Lo peor de todo es que ya empiezan a existir, desde fuera de nuestras fronteras, algunos personajes, como la señora, Viviane Reding, vicepresidenta de la Comisión Europea, que parecen simpatizar con los objetivos indepen entistas; como se demuestra de una entrevista que La Vanguardia reproduce este domingo. Así se empieza, pero nadie puede afirmar que, de aquí unos meses, no sean más aquellos que empiecen a pensar como ella. No, señor Rajoy, no parece que usted valore en sus justos términos el peligro que supone el independentismo catalán, como no sea que prefiera desentenderse de este problema; en cuyo caso, lamento decirlo, no merece ocupar el puesto que ostenta. O así es como veo, señores, este peligroso desafío independentista catalán.