Sergio Ramos y su ‘bipolaridad en el rendimiento’
J.A. El mejor central del mundo. Mucha gente cuando escucha esa contundente afirmación se le viene a la cabeza el nombre de Sergio Ramos, el brillante defensor del Real Madrid. Lo cierto es que el debate podría ser muy extenso, pero en este caso voy a aludir a la bipolaridad de rendimiento del sevillano para razonar que sí es el mejor central del mundo, pero no siempre.
Me explico. Sergio Ramos tiene tendencia a la relajación. Combina etapas esplendorosas con otras en las que comete errores impropios de un jugador de su calidad, de su categoría. Es evidente que ningún jugador puede mantener un nivel óptimo de rendimiento durante una temporada entera, ni siquiera Leo Messi o Cristiano Ronaldo lo consiguen, pero no lo es menos que pasar del blanco al negro sin transitar por el gris resulta cuanto menos llamativo. Y ese es el caso de Sergio Ramos.
Desde mi punto de vista, pienso que al de Camas el elogio le debilita, le empuja a la relajación. Sin irnos muy lejos en el tiempo, nos remontamos a aquel minuto 93 en la final de Lisboa donde Sergio Ramos, que llegaba en un momento sensacional tras unas semifinales de ensueño frente al Bayern de Múnich tanto atrás como adelante, mete al Real Madrid en el partido y finalmente se convierte en el héroe de La Décima. En esos instantes, con o sin golear (hay que recordar que es defensa) Sergio Ramos está en la cima de las promociones de fútbol de bet365. En esos momentos es el mejor central del mundo. Inexpugnable por abajo y por arriba, contundente al cruce, brillante en salida de balón y, además, decisivo en ataque. El jugador total. Entonces llegan los elogios…y el Mundial.
La Copa del Mundo de España no dejó libre de pecado a nadie pero cabe recordar que Sergio Ramos estaba llamado a liderar al equipo en la zaga, seguramente la zona más castigada por la crítica, y con razón. Incluso bajó el nivel de un Piqué ramplón con errores de conceptos y de concentración impropios del ‘mejor central del mundo’. Sin pena ni gloria, el Mundial pasó para España y, evidentemente, para Ramos. Ya de nuevo con el equipo blanco, sin la más mínima intención de establecerse en tonos grises, Ramos empieza sin demasiada chispa pero enseguida vuelve a despuntar como antes de la cita mundialista.
Gana todos sus duelos individuales, contribuye a la gran racha de victorias del Real Madrid y, además (siempre además, hay que recordar que es defensa), colabora con goles decisivos en el Mundial de Clubes, del que es elegido MVP. La crítica le adora, Ramos vuelve a ser el mejor central del mundo con todas las de la ley. Todo le sale bien, la prensa le adora…y vuelve al negro. Falla en Valencia en la derrota del Real Madrid, falla en el Vicente Calderón en la ida de la Copa del Rey y repite errores en la vuelta, todos ellos determinantes en contra. Además, anota el 1-1 en el Bernabéu.
Ahora está debilitado. No es uno de los señalados porque su bagaje no lo merece así pero él tiene claro que ha fallado y seguro que pone remedio. En un corto plazo Ramos volverá a deslumbrar a propios y extraños y esperemos que consiga esa regularidad, instalarse en tonos grises cuando no esté pasando por su mejor momento para poder realmente ser el mejor central del mundo. Porque ese distintivo no se coge y se pierde de mes a mes o de racha en racha. Para ser el mejor, léase Messi o Cristiano, hay que serlo siempre o ‘casi’ siempre. Seguro que Ramos, para mí el central con mejores cualidades del mundo, consigue controlar su bipolaridad en el rendimiento.