Miguel Massanet Bosch
A medida que el tema va convirtiéndose en un sórdido y nauseabundo lodazal, uno más se convence de que quien está detrás de todo este feo asunto, llamado caso Gürtel, no es sólo la diligencia y buenos oficios del juez Ruz, algo lento y un tanto virado hacia la izquierda; ni tampoco este impresentable sujeto que tiene todo el protagonismo de la farsa de corrupción y enriquecimiento injusto, que ha conseguido poner en tela de juicio la honorabilidad de personas a las que, el mal que se les está haciendo ya no va a tener remedio, por mucho que salgan limpios y libres de sospecha cuando, de aquí a unos años, los jueces decidan emitir su veredicto.
No, no señores, aquí los que sólo pisamos la tierra de los humildes con las suelas de nuestros zapatos y no vivimos en lujosos apartamentos, tenemos la profunda convicción de que existe una mano negra que sabe manejar, con gran habilidad, los hilos de esta trama; que es capaz de conseguir que un periodista ególatra –descontento por no haber sido nombrado ministro y tan pagado de sí mismo que, bajo la¬ excusa del deber que tiene de informar; de que su obligación es colaborar con la Justicia ( cuántas veces este mismo señor, debe haber hecho caso omiso de esta cívica obligación) y de que él se debe, ante todo, a la defensa de la verdad – le facilitara la labor a un presunto delincuente publicando unas hojas manuscritas arrancadas de un cuaderno, manifestándose convencido de su “credibilidad”, sólo porque se le antoja así al sujeto en cuestión.
Al parecer, tales manuscritos le fueron entregados a PJ por el señor Bárcenas, con la aviesa intención, no de exculparse de los delitos que se le achacan, algo que se nos antoja casi imposible, sino que con el ánimo de conseguir perjudicar a aquellos compañeros del PP a los que, con su comportamiento irresponsable y delictuoso, ha puesto a los pies de los caballos. ¿Quién sale beneficiado removiendo las aguas turbias del PP? Es evidente que, hasta al menos imaginativo acertará a la primera; lo que confirma mi convicción de que detrás de esta pantalla mediática se esconde, agazapado, el que es un verdadero experto en esta clase de insidias, el que más tiene que ganar del descrédito del partido en el Gobierno y que se agarra a un clavo ardiendo cuando su predicamento dentro de su partido está siendo puesto en tela de juicio.
Por otra parte, resulta asombroso que todavía se le siga dando crédito a un sujeto al que, cada semana que pasa, se le coge en un renuncio; un Bárcenas que ha cambiado varias veces el sentido de sus declaraciones; que ha jurado en vano y que ha amasado una fortuna en el extranjero superior a los 48 millones de euros, cuyo origen no se ha conseguido averiguar y que, por supuesto, no figura entre las anotaciones que se le atribuyen de una posible contabilidad fraudulenta del PP. ¿Cómo, si tan escrupuloso era de ir tomando nota de todas las partidas que supuestamente entregaba como sobresueldo a los miembros del PP, o de las ayudas fraudulentas para la financiación del PP; no puso la misma diligencia en consignar las cantidades que se embolsaba para su propio beneficio?.
No sé si estos papeles escritos a mano, arrancados, aparentemente, de un block, que han aparecido en un momento especialmente crítico para el PP y que, curiosamente, no han sido entregado a la Audiencia Nacional por el propio señor Bárcenas, sino por un tercero, un periodista que, “fiel servidor” de la Justicia, tan pronto como los ha recibido ha acudido a entregarlos a los jueces. El señor Pedro Ramírez, de pronto, aparece en todas las cabeceras de los periódicos enmarcado en el halo de popularidad que tanto le gusta, para ofrecer el gran notición del día. ¿Por qué el señor Bárcenas no los entregó directamente al juez Ruz? Sencillamente, porque era más impactante, se le daba más publicidad y hacía un daño mayor al partido al que defraudó, traicionó y, cuya honorabilidad y la de muchos de sus dirigentes, ha conseguido poner en tela de juicio.
Contrasta, ya lo habrán advertido ustedes, el gran revuelo que rodea a este caso Gürtel, de presunta corrupción por financiamiento ilegal del PP, con lo poco que se habla, la escasa importancia que la mayoría de los medios de información, especialmente las TV, le dan desde el punto de vista informativo, al infinitamente más trascendente, de un notablemente mayor impacto social; de una cuantía que sobrepasa en muchos millones de euros el caso Gürtel y que ha significado un fraude, un robo, una apropiación indebida de caudales públicos y una estafa de una repercusión social que convierte, si cabe, en más odioso y antisocial el caso de los ERE’s fraudulentos, que está instruyendo la juez Alaya quien, contra viento y marea, con toda la Junta de Andalucía en contra; con amenazas incluidas del PSOE e interferencias del propio CGPJ, sigue impertérrita avanzando en lo que puede ser el caso de mayor corrupción, con un número más elevado de implicados y con la puesta en duda del comportamiento de la propia Junta de Andalucía, las centrales sindicales de Andalucía, UGT y CC.OO y la Consejería de Trabajo de la Junta andaluza, cuyos principales dirigentes ya están en prisión o han debido pagar cantidades millonarias para librarse de ella.
Se cumple, una vez más, el hecho incontestable de que, cuando se trata de que las izquierdas cometan un error, un delito, un acto disparatado o una grave equivocación económica, financiera, administrativa, o de cualquier otro tipo, todo el aparato de los partidos se pone en marcha, la prensa ( la mayoría depende de ellos) se moviliza y las TV organizan sus informativos; de modo que todos se vuelcan en defensa de aquellos que incurrieron en el acto, de modo que, cuando la derecha se quiere dar cuenta, las culpas de todo resultan que caen sobre ellas. Si, como está ocurriendo actualmente, el caso perjudica a un partido de la derecha, el aluvión de juicios paralelos, las tertulias radiofónicas o televisivas, la prensa, los partidos de la oposición y todos los grupos marginales, cargan a una contra él, de tal modo que, tenga o no razón, cuando se quieren dar cuenta ya han sido juzgados por la ciudadanía, independientemente de que luego pudieran resultar declarados inocentes por los jueces.
No creo que el señor Rajoy sea una persona corrupta porque, como dice él, seguramente el entrar en política le perjudicó económicamente, pero tiene un defecto como gobernante, siempre se le adelantan sus enemigos y se ve obligado a mantener a la defensiva; una postura que, a la larga, puede resultar muy perjudicial para él y su partido. El PP, con su mayoría absoluta, no debería encontrase en la situación a la que le han conducido políticas excesivamente dialogantes, pactistas, suaves y, evidentemente, carentes de firmeza, que han dado lugar a que nos encontremos ante una España amenazada de convertiste en un país ingobernable, en manos de una multitud de pequeñas formaciones y amenazada directamente por aquellos partidos nacionalistas empeñados en separarse del resto de la nación. ¡Malos tiempos, señores, para una nación que necesitaría unidad, sosiego, templanza, serenidad y patriotismo! O esta es, señores, la opinión de quien escribe.