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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

“Sólo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboraciónal esfuerzo"

"Si todos prefieren gozar su fruto, la civilización se hunde"

“Sólo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboración al esfuerzo. Si todos prefieren gozar el fruto, la civilización se hunde”.  José Ortega y Gasset

Miguel Massanet Bosch. Muchos a veces nos preguntamos si, esta España en la que vivimos, tuvo alguna vez quien la gobernara con sensatez, a la vez que reflexionamos sobre si, los españoles, somos un pueblo gobernable por medio del sistema que se utiliza en la mayoría de países, por ser considerado el menos malo de todos: la democracia o, si sólo somos capaces de progresar y mantener la paz cuando se nos ata corto y se nos muestra la estaca.

Uno podría pensar que, cuando en este país existía un elevado índice de analfabetismo, como en tiempos de la segunda República de abril de 1.931, acompañados de unos altos índices de pobreza; el descontento del pueblo con sus gobernantes llegaba a extremos tan exacerbados que surgieran explosiones sociales de descontento, en ocasiones violentas, que conducían a sucesos  tan horribles como el ocurrido en Casas Viejas (Andalucía) en Enero de 1.933., siendo presidente del gobierno don Manuel Azaña. En tal fecha se produjo un enfrentamiento sangriento entre la Guardia Civil y unos jornaleros en paro, parapetados tras los muros de una cabaña. El trágico balance de aquel enfrentamiento fue la muerte de 14 de los implicados, lo que despertó una verdadera ola de críticas en toda la nación.  Otro  precedente lo encontramos en la Rusia de los zares, donde el descontento del pueblo ocasionó la sublevación bolchevique del año 1.917 que ocasionó centenares de miles de muertos en una gran purga política.

La falta de cultura de muchos, la lejanía entre los  pueblos y ciudades, encerrados en sus círculos locales; la carencia o el retardo en recibir la información sobre los sucesos que tenían lugar sólo a unos cientos de kilómetros y la natural abulia y conformismo de un campesinado acostumbrado a depender de la voluntad de los caciques y de las “fuerzas vivas” locales, amos y señores de pueblos y villorrios; reducían el ejercicio de la política a unos pocos privilegiados que podían permitírselo, que compartían sus escaños en el Parlamento de la nación con unos atrevidos liberales imbuidos de ideas libertarias y aquellos exaltados revolucionarios que habían sabido comer el coco con su oratoria, sus promesas de una vida mejor y sus propuestas apocalípticas y subversivas, a aquellas gentes sencillas, iletradas y poco informadas, presa fácil para todos aquellos anarquistas y comunistas que sabían como arrastrarlos a su redil; a los que votaron para que las representasen, sabiendo que nada tenían que perder , porque vivían desesperadas en los linderos de la miseria e indigencia.

Pero esto fueron tiempos pasados, el analfabetismo ha sido erradicado y son la mayoría los jóvenes que estudian, cursan carreras o se inclinan por la formación profesional; viajan a otras naciones; han sido mimados por sus padres y han tenido la posibilidad de gozar de un nivel de vida del que sus padres nunca soñaron disfrutar. Sin embargo, el virus revolucionario permanece en muchos de ellos que, sin valorar el esfuerzo de sus padres y de la Sociedad, no dudan en desperdiciar su tiempo, sus energías y su talento, convirtiéndose en subversivos, antisistema, agitadores y  progres que no dudan en enfrentarse al Gobierno, ocupar las calles, destrozar escaparates y quemar contenedores como si, con ello, se pudiera conseguir arreglar el Mundo y hacer que el país progrese. Lo malo es que son sus propios maestros y profesores los que les han imbuido estas ideas extremistas pero, se da la circunstancia de que, a ellos, también les han lavado el cerebro los partidos políticos. Una cadena de insensateces de pésimo resultado.

El adoctrinamiento de socialistas y comunistas ha sido la cizaña sembrada en nuestra juventud. Últimamente, el nacionalismo, tanto vasco como catalán, por medio de las escuelas públicas ha llevado a cabo una eficaz labor de proselitismo que, incomprensiblemente, ha sido permitida por los gobiernos, tanto socialistas como populares; lo que nos ha llevado a otro fenómeno: el independentismo. La familia ha sido desacreditada; la autoridad del pater familia suprimida; la disciplina en las aulas ha desaparecido (unas veces fomentada por los profesores y otras en contra de su voluntad); la moral y la ética desbancadas por las teorías relativistas; las calles convertidas en lugares de manifestaciones, huelgas, salvajadas,  destrozos y en campos de batallas, en los que los más brutos, descarados, atrevidos y brutales gamberros dan suelta a sus instintos irracionales. ¡Y así nos va!

Los partidos políticos son los primeros en dar mal ejemplo. Las izquierdas no han aceptado nunca que una mayoría aplastante de los españoles votara a la derecha. No sólo han utilizado todos los trucos parlamentarios para intentar hacer caer al actual Gobierno, sino que han sido los primeros en utilizar las calles, las huelgas política, las manifestaciones y todos los recursos que han podido, para entorpecer los esfuerzos de un Ejecutivo que ha tenido que apechugar con una herencia económica, financiera, social y de falta de valores; siendo a la vez criticado, obstaculizado, desacreditado y entorpecido por, prácticamente, toda la oposición formada por las izquierdas y los nacionalistas. No sólo dentro del país, sino que las acciones negativas de algunos partidos han ido más lejos, llegando a conspirar contra España en los mismos foros e instituciones internacionales.

Sin embargo, para mayor INRI y desconcierto de los electores, el propio gobierno del PP, regido por el señor Rajoy, ha conseguido desencantar a todos aquellos que lo votamos cuando, pasados dos años desde que fueron elegidos, se da la circunstancia de que no ha cumplido el 90% de sus promesas electorales. Si admitimos que, en el aspecto del rescate, de la confianza de las Bolsas internacionales y de las relaciones con la CE hemos mejorado; en cuanto al desempleo, la recuperación económica, la confianza de los españoles, los temas del aborto y matrimonios gay, el secesionismo catalán y vasco; la honradez de algunos de sus políticos y, especialmente, en el problema Judicial deberemos admitir que han fracaso estrepitosamente. Lo que ha ocurrido con el nombramiento de los miembros del CGPJ roza con el absurdo y no se trata más que de una de esas vergonzosas componendas entre políticos para controlar, suma y sigue, a los magistrados y jueces tal y como sucede con el TC, que cada vez que se debe renovar aparece la pugna política entre los partidos para conseguir colocar a los miembros que a cada uno le conviene. ¿Por qué este interés? Muy fácil, para controlarlos.

La independencia de los tres poderes del Estado se ha convertido, en este país, en una filfa o tomadura de pelo y esto es la causa de que, la Justicia, esté tan mal valorada por los españoles y que, su falta de independencia, produzca fenómenos tan deleznables como el del juez Garzón, un ejemplo del peligro que representa para el pueblo el que, la política, invada el espacio de la Justicia; una función que sólo debiera ser ejercida por los jueces y magistrados cuya solvencia moral los sitúe por encima de cualquier partidismo o soborno. España va mal, los españoles hemos perdido el sentido de la medida, el esfuerzo, el trabajo y, lo que es peor, el sentido común, enterrado bajo toneladas de frivolidad, sexualidad, laicismo, egoísmo y despreocupación. Así, señores, esta nación va directa al abismo. O así es como lo veo yo.