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Diario YA


 

¿Vencerá el continuismo o habrá nuevos aires para el país? ¿Aceptarán el resultado los perdedores o harán una llamada a la rebelión?

Siete de Octubre en Venezuela, mucho más que unas elecciones

Luis Montero Trénor.   No solo es el futuro de un país. El destino inmediato de gran parte del mundo hispanoamericano se pondrá en juego este domingo, día en que los venezolanos están llamados a las urnas. Y es así porque a ellas concurre Hugo Chávez, el indiscutible caudillo de una Revolución Bolivariana que pretende propagarse de forma imparable por el continente. Frente a él, un abogado de cuarenta años se presenta como única alternativa de poder. Ha vencido en todos los procesos electorales a los que se presentó y por eso llegó a ser alcalde, gobernador del Estado Miranda y jefe de la oposición. Muestra allá donde va una gorra de béisbol con los colores de la bandera nacional y esconde, según su archienemigo electoral, la intención de aplicar un “paquetazo” de medidas económicas dignas del más odioso neoliberalismo.

De las seis principales encuestas publicadas en el mes de septiembre, la mitad favorece a cada uno de los candidatos. Presidente y opositor afirman allá donde van que su victoria está asegurada y que si las urnas no reflejaran ese resultado se debería sin duda a una trampa electoral; así, los dos elevaron el tono de campaña alertando de un posible conflicto  armado en el caso de que el perdedor -para Capriles será Chávez, para Chávez será Capriles- no acepte deportivamente su fracaso. Y si hacemos caso de sus palabras y  escuchamos con atención las acusaciones mutuas, entenderemos que no es un escenario improbable.
 
Como aperitivo de ese posible estallido de violencia, la campaña ya se ha cobrado tres muertos, todos militantes del partido de la oposición “Primero Justicia” que lidera Capriles. Sucedió en Barinas, precisamente la localidad natal del actual presidente, mientras se celebraba una caravana electoral. Pero no ha sido el único hecho de tales características acaecido en las últimas semanas; antes, cuatro personas resultaron heridas tras el tiroteo que tuvo lugar en un acto propagandístico, y catorce presentaron lesiones de diversa consideración después de ser asaltadas con piedras por partidarios de Chávez que intentaban evitar la celebración de un mitin en Puerto Cabello. Los agredidos, en todos los casos, han sido  simpatizantes del grupo opositor. 
 
Atendiendo a la situación de violencia e inseguridad que padecen cada día los venezolanos, poco o nada pueden extrañar estos ataques llevados a cabo en pleno proceso electoral y más bien podríamos incluirlos en la espectacular escalada de una delincuencia que deja números  terroríficos. Si cuando accede al poder el comandante Chávez -en 1998- se producen  4550 asesinatos en toda la nación, el año pasado  la cifra se elevó hasta nada menos que 19.336.  Ni sumando los homicidios  de Estados Unidos y la Unión Europea se alcanza una cantidad tan demoledora. Este es el gran fracaso de un hombre bajo cuya presidencia asistimos a la degradación de la capital del país, Caracas, que pasa por ser la ciudad del planeta en donde más delitos se cometen.
 
El caudillo bolivariano intenta ocultar a toda costa los dolorosos síntomas del cáncer que le fue diagnosticado en junio de 2011. Afirma que es una dolencia superada, pero fuentes médicas aseveran que no es cierto. Ante el deterioro de su salud, Chávez tuvo que bajar el ritmo de campaña y protagonizar un número de actos muy inferior al de otras citas electorales. Cuando el comandante visita una ciudad, Capriles ha estado en diez. Pero el presidente, el eterno presidente, intenta compensarlo mostrándose risueño, combativo y hasta cantando. Sin embargo, hay un convencimiento general en el país de que la enfermedad progresa y todos se preguntan quién le sustituiría en la jefatura del Estado si volviera a ganar las elecciones pero tuviera que renunciar. Según la constitución el puesto sería ocupado por el vicepresidente, pero este ya declaró que no está dispuesto a “mancillar” un lugar del que solo Chávez es digno. Su renuncia otorgaría serias posibilidades a Diosdado Cabello, presidente de  la asamblea Nacional que participó junto al comandante en el fallido golpe de estado de 1992, e incluso a una las hijas del presidente con la que se podría gestar una dinastía socialista al estilo de Cuba.
 
 Faltan pocas horas para que el mundo entero ponga sus ojos en Venezuela y despeje dos preguntas fundamentales: ¿Vencerá el continuismo o habrá nuevos aires para el país? ¿Aceptarán el resultado los perdedores o harán una llamada a la rebelión? El siete de octubre, las respuestas.