Sin horizonte esperanzador
Pues nada, se ha puesto de moda darle caña a Mariano Rajoy. No digo yo que sea un Benjamín Disraeli, que no lo es, pero no tenemos otra cosa. ¿Acaso Rosa Díez? ¿Tal vez Alternativa Española? ¡Por favor!, todavía no. Seamos realistas. Quienes estamos harto de que España esté gobernada por un partido cada vez más estatalista e igualitarista, cuyo intervencionismo, demagogia y oportunismo va en aumento, con acusada tendencia al federalismo, no por ideología, sino por debilidad o ignorancia histórica; un partido que origina cada vez más segregacionismo y alardea de progresista, siendo como es reaccionario en valores fundamentales, y presume de laicista, cuando en realidad es anticlerical, y, por si fuera poco, es corrupto y falsario; quienes, repito, queremos un cambio porque la experiencia ha demostrado la ineficacia e incompetencia de este Gobierno, no podemos permitirnos el lujo de tirar piedras al tejado de la única alternativa posible de la que, hoy por hoy, disponemos.
Sin entrar en otras muchas actuaciones deplorables del Gobierno de Zapatero, y que se prestan a diversas opiniones según las ideologías, hay algo por lo que merece general descalificación: la política económica. Porque es el caso que en esto el Gobierno anda jugando a la gallinita ciega. En un año ha revisado tres veces las previsiones económicas. Eso indica que viene actuando de improvisación en improvisación. Y todo, con la vana intención de ocultar, como si fuera posible, la polvareda que levanta el desplome económico.
En la última y recientísima revisión, el vicepresidente del Gobierno ha intentado, al fin, hacer un ejercicio de sinceridad al reconocer el alcance de la recesión. Ya habla de un crecimiento negativo, el 1,6 por ciento para 2009. Entre el fárrago de cifras publicadas el viernes, los datos del paro son los más desalentadores. Pedro Solbes reconoce que se han destruido 600.000 puestos de trabajo en el presente ejercicio. Así que vamos a superar los cuatro millones de desempleado, diga lo que diga el ministro de Trabajo.
Estamos, según señalan los que, como el PP, vienen desde hace mucho anunciando la gravedad de la crisis (cuando el Gobierno se negaba a reconocerla y les acusaba de antipatriotas), ante la recesión más grave de la historia de España. Y el Gobierno no tiene capacidad para sacarnos de ella. Eso está más que demostrado. El PP, en cambio, ya demostró, cuando Aznar ganó las elecciones, que sí es capaz.
Y si esto es así, que lo es (basta recordar el éxito que en materia económica consiguió el PP durante los ocho años de su gobierno) ¿por qué nos dedicamos a zaherirle, descalificarle y poner, como se pone cada mañana a su líder, Mariano Rajoy, y a otros dirigentes populares, a caer de un burro, en vez de alentarles para que pongan rumbo, con espíritu de victoria, hacia los procesos electorales venideros?
Mariano Rajoy, vuelvo a repetir, posiblemente no sea el candidato ideal. Su imagen no entusiasma; es cierto. Tampoco entusiasmaba la de José María Aznar y su gobierno fue el más eficaz de todos los gobiernos de la España democrática. Tengo, pues, la convicción moral de que Rajoy lo haría bien; desde luego muchísimo mejor que Rodríguez Zapatero; pero el cainísmo se ha instalado entre los afines del único partido capaz de ofrecer una alternativa seria de gobierno. Así que el horizonte que se nos presenta no es nada esperanzador. Tenemos lo que nos merecemos, a Zapatero, a Maleni, a Rubalcaba, a Bermejo y a todos los demás. Y volverán a ganar las elecciones, para que el señor Blanco siga desesperando a muchos.