Sin saber quién recoge, sembrad
"Sin saber quien recoge, sembrad
serenos sin prisas
las buenas palabras, acciones, sonrisas...
Sin saber quien recoge, dejad que se
lleve la siembra las brisas"
(Sor Cristiana de Arteaga) .
La sugerencia de la escritora hispana es permanentemente válida para los que operan por la causa de los valores, sobre todo cuando el trabajo, en un medio ambiente generalmente hostil a éstos, creemos ver que no tiene resultados, al menos inmediatos, e invade el desánimo ante un aparente fracaso, que, a veces se interpreta, erróneamente, descalificando los principios como ya caducos.
Un desánimo que puede afectarnos más cuando, ante un trabajo de compromiso con los valores, son nuestros amigos y familiares, los que ganados por la indiferencia a que induce el sistema, con un falso pragmatismo, nos reprochan por lo que estiman que es una pérdida de tiempo, una empresa quijotesca, bonita pero inútil.
Quién alguna vez no se ha sentido identificado con Unamuno, cuando éste reflexiona sobre qué cosa tan grande como terrible es la de tener una misión de que sólo es sabedor el que la tiene y no puede a los demás hacerles creer en ella: la de haber oído en las reconditeces del alma la voz silenciosa de Dios, que dice: "tienes que hacer esto", mientras no les dice a los demás: "este mi hijo que aquí veis tiene esto que hacer". Cosa terrible haber oído: "haz eso; haz eso que tus hermanos, juzgando por la ley general que os rige, estimarán desvarío o quebrantamiento de la ley misma; hazlo porque la ley suprema soy Yo, que te lo ordena". Y como el héroe es el único que lo oye y lo sabe, y como la obediencia a ese mandato y la fe en él es lo que le hace, siendo por ello héroe, ser quien es, puede muy bien decir: "yo soy quien soy, y mi Dios y yo sólo lo sabemos y no lo saben los demás".
El trabajo por los valores implica un grado de compromiso material y espiritual, que al evaluarlo, a veces, nos asusta por las barreras que intuimos encontraremos por el camino y las batalla que deberemos librar para superarlas.
Pero los obstáculos materiales e intelectuales incluso sentimentales, que pretenden hacernos desistir de la empresa, no nos deben de adormecer el alma ni hacernos titubear ante el esfuerzo.
Un esfuerzo personal que tenemos la obligación de ser capaces de coordinar con otros individuos y entes para que se pueda alcanzar una "masa crítica"de personas activas que desencadenen la reacción popular generalizada que nuestra Patria necesita para instaurar un nuevo orden social, opuesto al "Nuevo Orden Mundial", que sea el resultado de aplicar una escala de valores, los propios de la Naturaleza humana.
Y para esta tarea debemos aplicar una tactica nueva, que como enunciaba una gran maestro, exige una amor intenso a la Verdad, que nos impida caer en el engaño ; un rearme ético, que evite nuestra impregnación ambiental ; y un espíritu de fe, que nos comprometa en la lucha que la mejor doctrina propone al decirnos : "Es la persona humana la que hay que salvar, y es la sociedad humana la que hay que renovar"(Gaudium et Spes)