Sistema educativo y economía
Fernando Villar. Es de desear que los planes del Ministro de Educación, para conseguir un pacto escolar, se puedan ver concretados. La necesidad de hacer algo para la mejora de nuestro sistema escolar es algo que no tiene discusión.
Durante los años que llevamos de democracia se ha cambiado varias veces el sistema educativo, dos por el partido socialista, LOGSE y LOE, y una en la época de gobierno del PP que no se llegó a ponerse en práctica. Los resultados no pueden ser más negativos: tasas de media nacional cercanas del 31% de fracaso escolar. Hay comunidades con cifras muy superiores. Estar en el vagón de cola en todos los estudios comparativos realizados, sobre conocimientos educativos en materias fundamentales como lengua, matemáticas y ciencias, tanto por la CEOE como por la UE. Tener una fuerza laboral sin cualificación, en una sociedad altamente tecnificada, que supone un lastre para conseguir cifras de empleo a la altura de los países de nuestro entorno.
Los objetivos educativos durante este periodo han estado presididos por la demagogia pedagógica: la ley del mínimo esfuerzo, el deterioro de la autoridad del profesor, falta de valores en el entorno escolar y familiar, fomento de la libertad con ausencia de sentido de responsabilidad.
Lógicamente estos planteamientos están repercutiendo en nuestra economía ,de tal manera que altos responsables gubernamentales hayan tenido que plantear la cuestión de conseguir un pacto escolar que cambie el futuro de nuestro país, que dé consistencia a nuestro futuro económico y nos mantenga en el lugar de país avanzado que hemos alcanzado.
Para conseguir este pacto los partidos políticos y colectivos ajenos a la labor educativa han de renunciar a “meter la mano” en los centros escolares.
El objetivo debe ser educar, entendiendo por esta palabra no sólo la instrucción sino el crecimiento en valores como personas.
Para esto cada uno ha de ocupar el lugar que le corresponde: el Estado a la planificación, control y ordenación educativa. El resto es una cuestión de los verdaderos protagonistas de la educación: padres, profesores y alumnos, por este orden. Nada se conseguirá si los padres renuncian a sus obligaciones como primeros educadores y delegan en los Centros. La coordinación de estos con los tutores de sus hijos, con objetivos de mejora comunes hará posible que los escolares vayan consiguiendo las metas educativas que se vayan proponiendo.
Esperemos que todos sepan estar a la altura de las circunstancias y se pueda conseguir un sistema educativo, más eficaz y libre de objetivos ideológicos.