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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

dio su experta opinión sobre la

Sobre el General (r) Luis Alejandre,exjefe del Estado Mayor del Ejército, en sendos artículos publicados

Francisco Alaman. Luis Alejandre, General (r) y miembro de AEME, exjefe del Estado Mayor del Ejército, en sendos  artículos publicados en La Razón de los día 4 y 11 de abril pasado, dio su experta opinión sobre la  
situación en Defensa y en Cataluña que sigue estando de rabiosa actualidad y que, pese al poco 
espacio del BOMU, no podemos ni queremos intentar sintetizar, por el calado de cada párrafo.
 
I.‐ Varios «radares avanzados» orientados sobre Defensa anuncian una drástica reducción de cuadros de mando y tropas en los Ejércitos, en lo que denomina una vez mas «racionalización de estructuras y supresión de lo prescindible». Eso sí,añadiendo la archiconocida coletilla de que «no afectará a la operatividad de las fuerzas». Mi mensaje de hoy no vadirigido sólo a los actuales responsables del Ministerio. Les conozco bien porque conviví con ellos cerca de cuatro años. Séde sus capacidades y de su honestidad. Sólo creo que les ha faltado coraje para relevar a personas de fervientes lealtades al régimen que nació el 11‐M. Ángel Acebes no explicó suficientemente a los ministros actuales su amarga experiencia con los mandos de la Policía que no relevó a tiempo.
 
Hoy debo dirigirme más especialmente a quienes han reducido el presupuesto del Ministerio a cotas tercermundistas, mientras encuentran medios para salvar bancos, para enjugar cuantiosas deudas autonómicas, para sufragar a partidos políticos y sindicatos. La seguridad no es sólo incumbencia del Ministerio de Defensa. Sus responsables actuales son sólo depositarios temporales de su administración, por supuesto legitimada por una opción política que ganó unas elecciones.
 
La seguridad es de todos, y por tanto, del Gobierno de todos. ¡Ya tuvimos otros ministros que quisieron suprimir a la Guardia Civil y a la Legión! Lo recordaba hace unos días viendo las emocionantes imágenes de Málaga y de la Legión ante su Cristo de la Buena Muerte. En próxima Tribuna me referiré al eco mediático de este acto, centrado en el Cristo de Palma Burgos, al que aún denominamos Cristo de Mena.
 
¿Reducciones? En otros momentos quizás diría sí. Hoy digo respetuosamente, no. Basta leer las crónicas que vienen de Cataluña. Imagino la sonrisa de un conocido líder de doble lenguaje al conocer la noticia. Ya nos esquilmó todo lo que pudo en el pacto del Majestic, firmado con Rato en el 96. Ahora pedirá eliminar totalmente nuestra presencia en el Principado. ¡Al tiempo! Ya han leído las primeras declaraciones de uno de los trece expertos designados para formar el flamante «Consell per a la Transició Nacional de Catalunya». Sólo ve al Ejército como amenaza a un proceso al que van lanzados. Basta con estar atentos a lo que se mueve en torno a ETA en Noruega, en París o en el propio País Vasco. Y basta con comprobar las prácticas de determinadas izquierdas, habituales cuando pierden unas elecciones: pancartas, manifestaciones, plataformas, huelgas. Ahora añaden los ataques personales a viviendas, al lanzamiento de basuras, al acoso mediático, al griterío. Ojo que del escrache al tiro a la barriga de aquellos que quemaron el Cristo de Mena en los años treinta no hay tanta distancia. Demasiadas veces hemos contado lo que vivimos en Yugoslavia. ¿Alguien puede asegurar hoy que se acabará esta legislatura de forma ordenada? ¿Es completamente descartable un golpe de estado  
semejante al del 11‐M, tras una crisis real o provocada?
 
Las Fuerzas Armadas, que no tienen nada que ver  ni con los sinvergüenzas que han saqueado ciertos bancos y cajas, ni con los administradores públicos que han actuado en beneficio privado, ni con los desbarajustes de unas autonomías que han hecho la guerra por su cuenta, ni con unos gobernantes incapaces y corruptos que han dejado al país en quiebra, pagan ahora los platos rotos. Alguien cree que basta con recordar a las gentes de armas aquella estrofa de Calderón de la Barca –«Aquí la más principal/ hazaña es obedecer,/ y el modo como ha de ser,/ es ni pedir ni rehusar»– para que disciplinados y callados asuman las decisiones políticas. Tengo claro que Calderón se refería al mundo de la milicia, no al de la política.
 
En tiempos en los que el propio Enrique Rojas dice que «España está ardiendo» y que nuestra sociedad actual ha producido «seres humanos cada vez más endebles, frágiles, inestables, resbaladizos y sin criterios sólidos», nosotros queremos reducir a los seres más fuertes, endurecidos, estables, seguros de sí mismos, leales servidores públicos y con criterios apoyados en valores, de la propia sociedad. «Tiempos de extravío, de masas de gentes a la deriva», termina ratificando el psicólogo sevillano. Y a una de las instituciones que pueden proporcionar nortes, referencias y áncoras, se la esquilma. Ya lo intentaron otros. Las reducciones de este tipo entrañan disputas y recelos entre ejércitos que harán todo lo posible para endosar el mayor peso de la crisis sobre los otros. Se producirán desencuentros entre promociones y dentro de ellas entre compañeros. Los anunciados «amplios cupos de reserva para cuadros de mando» no serán más que hervideros de descontentos, recriminadores vitalicios, críticos con quienes permanecerán. Se romperá la debida cohesión, ante la cínica sonrisa de unos pocos. Y ya saben a lo que conduce una falta de cohesión. No. No es el momento.
 
II.‐ Por supuesto soy sensible a los ecos de los «radares avanzados» de los que hablaba el pasado jueves día 4. Importantes para mí los procedentes de cuadros en la reserva o retiro, desprendidos de ambiciones personales o económicas. Aún más, los testimonios que llegan de tierras lejanas, de hombres y mujeres que viven día a día sobre terreno hostil con esfuerzo, sacrificio, separación e incertidumbre. Y reconozco los esfuerzos que se están haciendo desde el Ministerio. Hoy mismo se constituye en el Congreso la subcomisión encargada de abordar la imprescindible reforma de la Ley de la Carrera Militar. Porque no todo reajuste debe ceñirse sólo a aspectos presupuestarios. Unos malos planes de la enseñanza militar pueden tener efectos más perniciosos que un déficit económico, ya que pueden romper el arma más valiosa de un Ejército, su capital humano, quebrando la vocación de sus miembros, rompiendo su cohesión.
 
De los problemas presupuestarios que arrastra desde hace años la vida de las Fuerzas Armadas, se ocupó recientemente el  general intendente (R), Francisco Pérez Muinelo en dos magníficos trabajos publicados por la revista «Atenea». En ellos demuestra que los factores de política industrial que guiaron a los distintos gobiernos a decidir contratos de Defensa primaron sobre las propias necesidades de los ejércitos. Pone como ejemplos el contrato de las Fragatas F‐100 que intentó mitigar la crisis de la construcción naval o el de los helicópteros Tigre, sustitutivos de los requeridos norteamericanos Apache, con tal de facilitar la discutible instalación en Albacete de una planta del fabricante Eurocopter.
 
Es decir, que decisiones políticas han podido lastrar los presupuestos necesarios o requeridos. Pero, como comprenderá el
 
lector, todo tiene sus pros y contras. Pero, también hoy, debe obrarse en consecuencia. Porque hay otros gastos no
 
imputables a los ejércitos y a la Armada que podrían reconsiderarse.
 
Uno. Me preocupa el concepto de «enajenación de inmuebles aunque sean patrimonio histórico ». ¿Qué ayuntamiento o
 
autonomía puede hoy adquirir patrimonio histórico. Pronto veríamos cómo se degradaban instalaciones conservadas
 
durante décadas. Anoto una posible solución que ya se utiliza con el patrimonio de la Iglesia. ¿No puede convenir Defensa
 
con Cultura unas partidas para custodia de su patrimonio histórico, sin necesidad de mermar su propio presupuesto?
 
Dos. El propio Órgano Central del Ministerio debe asumir reducciones. Un ejemplo. Muchos nos seguimos preguntando qué
 
necesidad había de crearse una Secretaria General de Política de Defensa hecha sólo a medida de una persona lista y
 
ambiciosa?
 
Tres. Vuelvo al alma de la Institución. Me refiero nuevamente al desembarco de la Legión en un barco de la Armada en Málaga, la liturgia alrededor del Cristo de la Buena Muerte y las imágenes de adhesión a un sencillo rito que dieron la vuelta al mundo. Y casi a coste cero, a diferencia de las bien remuneradas campañas publicitarias que contrata Defensa repitiendo hasta aburrir, que nuestros uniformados son los más altos, más buenos y más solidarios que pueblan la tierra. Las fotografías y reportajes de Málaga no sólo dieron la vuelta al mundo. Llegaron de muy diversas formas a parte de los sectores más jóvenes de los que deben salir vocaciones. A cuantas más vocaciones, mejor selección. Y de la selección saldrá el capital humano. La alternativa de Málaga es el «guetto», es encerrarnos en nosotros mismos. Podría decir lo mismo de los Reservistas, este valiosísimo capital humano, hoy arrinconado y desmotivado también por limitaciones presupuestarias.
 
Cuatro. Hay un último punto que nunca puede faltar: la reducción de generales y almirantes. Redúzcase si es necesario,
 
pero no sólo para buscar el aplauso. Un general no es más que un nivel 30 en la Administración del Estado. Estos niveles
 
proliferan en otros ministerios entre funcionarios y políticos con menos años de servicio y menos conocimientos. Con
 
otra diferencia: los uniformados no consolidan el nivel; lo pierden cuando pasan a retiro e ingresan en el Régimen General
 
de la Seguridad Social como cualquier hijo de vecino a quien se le han retenido durante años determinadas cantidades.
 
Cinco. Podría hablar de otros gastos que se imputan a Defensa y que corresponden a otros ministerios. Sin entrar a discutir
 
ahora la decisión de crear la Unidad Militar de Emergencias a consecuencia de la desastrosa gestión del incendio de
 
Guadalajara, y teniendo en cuenta que todas las Fuerzas Armadas están a disposición del Gobierno ante cualquier
 
emergencia, el coste de la unidad debería corresponder al Ministerio del Interior, al igual que el Ayuntamiento de París
 
paga a su Brigada de Sapeurs Pompiers desde los tiempos de Napoleón III. También influyó esta Unidad en la decisión
 
del Gobierno de crear la UME. Vuelvo a la idea fuerza de mi tribuna anterior. No deben pagar sólo las Fuerzas Armadas
 
desajustes anteriores y presentes. Va con ello nuestra seguridad y la de nuestros hijos.