SOBRE ESTA CLASE (DE) POLÍTICA
JM Alesson
Hay negrura en todo esto, porque hay demasiada mentira en cada asunto que tocan. Demasiada oscuridad.
Nuestra clase de política ha degenerado en el arte de mancillar nobles objetivos e ideas, convirtiéndolos en una mera caricatura de cuanto podrían haber sido. Y pone de manifiesto la incompetencia y falta de formación de estos pretendidos políticos, que no se sonrojan al mostrarse en público, iluminados con esa sonrisa y altivez que los definen, aunque no hayan hecho nada de lo que prometieron. Salvo buenas palabras, que tampoco dicen nada, y unos pocos ideales, manchados de soberbia.
Merced a ese ideal político ―que en su inmensa mayoría consiste en sobrevivir en el poder a costa de todo, sin que importe un comino pisotear la Constitución, la Historia y la economía―, en España se ha perdido el rumbo. Y como todo esto es pura oscuridad, la verdad resulta al revés de como la cuentan. Y sus pretendidas políticas de progreso redundan en retroceso, desprestigio y penuria. En el desperdicio de un tiempo valioso e irrecuperable.
Esa política, todavía hoy tan suya, si bien liquidada hace tiempo en una mayoría de países por errónea y caprichosa ―caprichosa, además de oportunista y maligna― deviene sin remedio en una insufrible pérdida de verdaderas oportunidades y verdadero progreso. Y así muchos jóvenes, formados en España, se ven en la penosa obligación de emigrar al extranjero, en busca de unas oportunidades profesionales que esta política, tan progresista como pobre, les niega. Y como hay oscuridad y malas artes, nunca sabremos cuantos se han quedado para siempre fuera de España. No hace falta añadir que esos países pueden acogerlos porque sus políticos hacen justo lo contrario de los nuestros, ya que nuestra política es progresista, y la de ellos, obviamente, no.
Otro hecho contrastado: no hay país más anticomunista que un antiguo país comunista.
En el aire queda alguna pregunta sin respuesta. Por ejemplo: Si para ejercer cualquier profesión se requiere una formación previa, ¿cómo se puede llegar en España a presidente de gobierno, sin una preparación específica, que presuponga cierta conducta moral? Será por eso que nunca se pide responsabilidades por una gestión política catastrófica. ¿O tal vez la política no debería ser considerada una profesión relevante…, aunque para estos ―también resulta obvio― sí lo sea?