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Sobre "Interés General" y "Bien Común"

Manuel Morillo. 2 de marzo. Mucha gente piensa que son dos expresiones con un contenido similar o cuando menos parecido. Fruto de la confusión del lenguaje, muchas personas emplean ambas expresiones de forma indiferente, sin malicia.

Pero son dos conceptos no solo diferentes sino, tal como están siendo usados ahora por políticos relativistas, opuestos.

El "interés general", trayendo viejas reminiscencias de "contratos sociales" y cuestiones parecidas, se quiere presentar como la conciliación de las sumas de los intereses particulares. 

En  la teoría de quienes lo defienden, el mejor de los casos, el "interés general"  supone la defensa y armonía de los derechos y libertades de los ciudadanos, mediante el establecimiento de un orden jurídico que los define, los proteja y armoniza. Es decir, la afirmación y declaración de las libertades fórmuladas que en el texto legal u orden jurídico se declaran y definen. Teóricamente, de esta concepción lo que se deriva, es el "laissez faire laissez passer" del Estado liberal. Cada cual puede hacer lo que le plazca con tal de que respete y se mantenga dentro del orden jurídico y constitucional. ¿A que a todos nos suena la letra?

El "bien común" de la sociedad política   es un bien complejo: comprende aquel conjunto de condiciones de la vida social con las que puedan los hombres conseguir con más plenitud y facilidad su propia perfección.

El fin intrínseco o bien común de la sociedad política es aquello por lo que los hombres han formado la sociedad política y buscan en ella, a saber aquel conjunto de bienes útiles que necesitan para poder realizarse íntegramente como personas, tanto a nivel biológico, como a intelectual y moral; bienes que no pueden obtener por sí solos o en familia.

Es evidente que esos bienes, que los hombres al formar la sociedad política, comprenden: en primer lugal y fundamentalmente, la defensa (tutamen) de sus derechos y libertades individuales, familiares y profesionales; y en segundo lugar, aquella suficiencia de medios y condiciones de acción, que les ayuden (invamen) para el mejor cumplimiento de los fines humanos; fines que se concretan en la realización integral de la persona humana, en su triple aspecto: físico (educación física), intelectual (educación intelectual) y moral (educación moral y religiosa). "El bien común de la sociedad política abarca a todo el hombre, tanto en las necesidades del cuerpo, como a las del espíritu" (PT, 57)

En la época moderna este bien común se pone principalmente en la salvaguarda de los derechos y deberes de la persona humana, entre los que se encuentra el deber religioso. De ahí que "el bien común se ha de procurar por tales procedimientos que no solo no pongan obstáculo, sino que sirvan igualmente a la consecución del fin ultraterreno y eterno del hombre(PT 59)

"El bien común no puede determinarse por concepciones arbitrarias, ni recibir su norma en primer término de la prosperidad material de la sociedad, sino más bien del desenvolvimiento armónico y perfección natural del hombre, para lo que el Creador ha destinado la sociedad como medio" (Pío XII SP 45)

"Una parte y fundamental del bien común es el orden público, que resulta de la eficaz tutela de los derechos y obligaciones de todos los ciudadanos y de su pacífica composición y armonía entre sí ; de la debida observación de la moralidad pública y ordenada convivencia de todos en la auténtica justicia" ( DH 7)

De esta forma el " bien común" del Estado no es sólo una concepción negativa, la defensa o tutela (tutamen) de los derechos y libertades de los ciudadanos y demás entidades infraestatales; sino también y principalmente positiva, la ayuda (iuvamen), proporcionando, con la colaboración de todos, los medios necesarios para la realización de esos derechos y libertades. Ya se entiende, de aquellos medios, que el hombre o sociedades inferiores no pueden conseguir por su propio esfuerzo.

De este modo, las libertades y derechos, que se reconozcan a los ciudadanos no serán meramente formales (reconocidos), sino reales, es decir, contarán con los medios necesarios para su realización, proporcionados por la misma sociedad, puesto que ese es su fin propio y específico.

La realidad  del día a día es que los que hablan de "interes general", y nunca de bien común, son los que defienden intereses partículares, aún cuando éstos sean contrarios al derecho natural. 

Y si dejamos de teorizar, viendo la realidad actual, apelando a la fórmula del "interés general" se han matado en España más de 512000 niños, se han repartido píldoras abortivas a niñas, se han subvencionado desfiles blasfemos o se han votado estatutos autonómicos que han traído la discriminación y la insolidaridad entre los españoles.

A pesar de que puede sonar bien, cuando oigamos hablar de "interés general", no lo interpretemos como igual al bien común y  pongámonos en guardia porque nos la quieren jugar. 

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