Somos objetivos: cuando hay que alabar al Rey, se le alaba.
“El príncipe no es señor, sino administrador de los bienes de los particulares” J. de Mariana Miguel Massanet Bosch Es evidente que las personas somos muy distintas las unas de las otras y cada una de ellas tiene sus defectos, cualidades, sentimientos y capacidades, las unas más que las otras; pero también lo es que, aún el menos equipado física o intelectualmente, es muy probable que tenga alguna habilidad, don o cualidad de la que carezcan los otros y lo haga diferente y capaz de sobresalir en aquel aspecto aunque, es verdad, que en muchos casos, puede pasar toda la existencia sin que nadie, ni el mismo, consiga encontrar aquella atributo o peculiaridad que lo individualiza y distingue del resto de los mortales. No somos partidarios, precisamente, del régimen monárquico; aunque debemos precisar que somos de derechas, tenemos creencias cristianas y amamos nuestra bandera tal cual hoy ondea en nuestros edificios públicos y rechazamos, por representar un republicanismo de tipo izquierdista trufado del más rancio comunismo antisistema, aquella horrorosa bandera en la que se había sustituido el rojo alegre y espectacular de una de sus barras, por el cenizo y tenebroso morado, fúnebre y luctuoso. Pero, en honor a la verdad deberemos reconocer que, junto a errores imperdonables en un monarca, ha tenido y sigue teniendo, aspectos positivos que, sin duda, han resultado beneficiosos para España y el pueblo español. Si le hemos criticado con dureza cuando se ha equivocado o ha cometido alguno sus deslices de alcoba; no debemos ser cicateros, tampoco, a la hora de reconocer sus méritos y ensalzar sus aciertos que, como cualquier ser humano, también los tiene. El viaje realizado por S.M. el Rey a los Emiratos y Kuwait ha sido una muestra de que, en cuanto a las relaciones con los países árabes, don Juan Carlos parece un comodín insustituible. Su campechanía, su indudable savoir faire, su preparación y domino de idiomas y, por qué no decirlo, su aspecto físico, algo deteriorado por los achaques últimamente sufridos, pero con la indudable prestancia y empaque propios de un monarca al que le viene de casta y solera su indudable distinción. No es la primera vez que la presencia de don Juan Carlos en unas negociaciones de tipo comercial, junto a grupos de empresarios, miembros del Gobierno y representantes de países extranjeros; hayan servido para suavizar tensiones, aplacar discusiones, ganarse voluntades y, en fin, actuar de mediador cualificado para ayudar a rematar importantes acuerdos para España y los españoles. Los resultados obtenidos en esta última visita avalan, sin duda, no sólo la labor, siempre eficaz y esforzada de la señor ministra de Fomento, Ana Pastor, que viene demostrando, a través del tiempo que viene ocupando su cargo al frente de su ministerio, su preparación, su sentido común, su indudable faceta negociadora y su capacidad para resolver problemas que, en un principio, pudieran parecer insolubles; sino también la solvencia y categoría de los empresarios que han acudido a la cita, bien preparados, con ofertas convenientemente estudiadas y con la intención manifiesta de extender los negocios de sus empresas en unos países donde el dinero fluye con abundancia y, en consecuencia, tienen previstos proyectos mastodónticos entre sus objetivos inmediatos y buscan a aquellas empresas que merezcan su confianza, tanto en el aspecto técnico (donde España está situada en los primeros lugares) si no en su capacidad para hacerse cargo de unas obras que, por su importancia y coste, no están al alcance de todos el poder acometerlas. No vamos a entrar en detalles, pero a los tres metros para RIAD, contratados en el 2013 y el Ave a La Meca, la capital de Arabia Saudí un proyecto valorado en 6.700 millones de euros, entre otros, parece que en este último viaje la representación española, encabezada por el Rey, se ha traído las alforjas repletas de importantes contratos que, sin duda, van a ser bien recibidos por nuestra economía, a la vez que elevan el ranking de nuestras empresas con proyección internacional lo que, sin duda, contribuirá a que, en un futuro cercano, consigan nuevos encargos aunque, para ello, se vean obligadas a luchar con las importantes empresas de la competencia norteamericana. Algunos, los que siempre encuentran el medio de hacer la pascua y criticar todo aquello que se hace en España, sin tener en cuenta que son muchos, la mayoría, (encabezados por los EE.UU.) los países que tienen fábricas de armamento y que consiguen contratos para exportarlos a otras naciones, para sus ejércitos, critican que les vendamos armas a los árabes. Mencionamos las fragatas que, en tiempo de Rodríguez Zapatero, se construyeron para el señor Hugo Chávez de Venezuela sin que nadie de ellos se opusiera. Ahora se quejan de que se haya contratado una importante venta de infraestructuras, barcos y aviones. También se ha convenido la venta de armamento a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Uno de los logros más importantes ha sido conseguir la adjudicación de la puesta en marcha de la nueva terminal del aeropuerto de Abu Dabí, con un presupuesto máximo de ejecución de 12’5 millones de euros a desarrollar en 4 años. Todo ello se ha debido, en gran parte, a las amistades árabes del Rey, entre las que se encuentran el señor Mohamed Eyad Eyad Kayali (el que preparó la cacería de elefantes en la que se lesionó don Juan Carlos) propietario de Euroamykasa, así como su buena amistad con el príncipe saudí Alwaleed Bin Talal (sobrino del rey Abdullah) que le viene ayudando en la búsqueda de oportunidades para nuestras empresas internacionales. En el 2013 la venta de armas a Emiratos y Arabia Saudí representó el 44,1% de las exportaciones de armas en España No está España ni los españoles para renunciar a una importante fuente de divisas, cuando es evidente que si no las vendemos nosotros, inmediatamente habrá otros países que se aprovecharán de ello para vender las suyas. Con casi 5.800.000 de parados el darse golpes de pecho y escandalizarse porque fabriquemos armas en España, no es más que un ejercicio de hipocresía; máxime cuando, con toda seguridad, muchos de los que se rasgan las vestiduras por que lo hagamos seguramente estarán de acuerdo en que se masacren fetos humanos, en número superior a los 100.000 anuales, sin que ello les parezca un crimen ni se alarmen por tamaño genocidio. En cualquier caso, no podemos dejar de agradecerle a don Juan Carlos que cumpla con su deber de representar a España, que lo haga de forma ejemplar y que, se valga de su indudable influencia con el resto de mandatarios extranjeros, especialmente árabes, para ayudar a que nuestro país salga beneficiado con suculentos contratos de los que tan necesitados estamos. Es de justicia hacerlo porque, si lo hemos criticado cada vez que nos ha parecido que lo que hacía iba en desprestigio de los españoles, justo es que lo alabemos cuando se esfuerza en conseguir algo positivo para el pueblo español. Los extremismos, en ocasiones, pueden convertirse en enemigos irreconciliables con el sentido común, la objetividad y la justicia. No caigamos nosotros en ello, y seamos capaces de distinguir lo que es el trigo del salvado. O así es, señores, como, en esta ocasión, nuestra óptica como ciudadanos de a pie, nos hace ver algo positivo para nuestro pueblo y su tambaleante economía.