Son las bases, decepcionadas de sus líderes, las que huyen del PP
Miguel Massanet Bosch. Mucho nos tememos que, la actual cúpula del PP español, no ha sabido entender que los cargos importantes que han dejado el partido o se han retirado de la primera línea del mismo, no son más que la cima del iceberg, la seña evidente de que, dentro de la formación y a nivel de las bases, se está produciendo un movimiento, cada vez más acelerado y profundo, de verdadero descontento con la deriva que los actuales dirigentes, encabezados por el señor Rajoy, le están imprimiendo a este partido. Por mucho que la señora Cospedal se empeñe en hacernos ver que el PP es un oasis de paz y tranquilidad y que, este congreso de Valladolid que se celebra, será la confirmación de que no está sucediendo nada y que sólo se trata de “descargar lastre”, la realidad ( y las estadísticas lo confrontan una vez tras otra) se muestra terca en cuanto el número de presuntos apoyos al PP, que sigue en franca recesión a medida que va transcurriendo la legislatura y los votantes y simpatizantes del partido se aperciben de cambios, en la política del partido, que nada tienen que ver con los principios que sustentaban el PP en la legislatura del señor Aznar. De hecho, salvo en el aspecto económico, nada ha cambiado, que se pueda entender como el cumplimiento de las promesas electorales que se les hicieron a los votantes. Se han aumentado los impuestos, se sigue cediendo en el tema catalán; se mantienen posturas encontradas en el tema del aborto y no han conseguido parar la sangría del desempleo, para no hacer referencia al tema de los matrimonios gays, que sigue de mal en peor.
El no afrontar el problema de cara, como ha sucedido con el caso Bárcenas, y negarse a enfrentar la realidad tal y como se presenta, intentando por medios poco inteligentes, de ocultación de pruebas y, aferrándose a versiones prefabricadas con las que intentar escurrir responsabilidades, ocultar actividades poco ortodoxas y salvar a sujetos poco recomendables; que se han valido de sus cargos en el PP para enriquecerse y llevar a cabo actividades que, a la postre, han resultado ser una carga para el resto de miembros del partido y una verdadera fuente de disgustos, descrédito y escándalo, que en nada ha favorecido al buen nombre y propaganda de la formación política actualmente en el gobierno.
Si el señor Rajoy y la señora Cospedal piensan que ninguneando a los disidentes o criticando el que hayan intentado mantener todo aquello que le dio razón de ser al partido del señor Fraga, van a lograr recuperar los votos de los cientos de miles o millones de antiguos votantes que han decidido apartarse del PP, creo que no se han dado cuenta del grado de decepción existente entre aquellos que se apartaron del partido cansados de que les dejara de tener en cuenta. No porque estén en desacuerdo con los ideales y los principios fundamentales de la formación, sino precisamente por lo contrario, por entender que la actual dirección ha venido haciendo dejación de la defensa de puntos esenciales de la doctrina sostenida por el PP de siempre. No es cierto, como pretenden afirmar, entre otros, la señora Sánchez Camacho, que el partido actual sea el de siempre. En manera alguna es aceptable el trato que se pretende dar al tema del terrorismo en el País Vasco, con una señora Quiroga que parece dispuesta a ponerse de acuerdo con aquellos que no tuvieron empacho en asesinar a 800 españoles, aferrándose a la teoría de que: con el pasado “pelillos a la mar” y que con quienes han sido cómplices, encubridores y en ocasiones miembros de ETA, ahora se les debe aceptar en la vida civil y permitirles que se encumbren a puestos políticos, como si en su pasado los asesinatos y las torturas contra inocentes. Se considera a las víctimas del terrorismo como un estorbo, algo de lo que conviene apartarse porque la nueva Euskalerria necesita libertad para reconstituirse.
Tampoco se puede entender que, las continuas muestras de rebeldía de los gobernantes de la autonomía catalana, se hayan permitido aunque, en algunos casos, hayan supuesto el incumplir las sentencias de los tribunales, enfrentarse a los preceptos constitucionales o despreciar las resoluciones y normas emanadas del gobierno Central de Madrid. En ningún caso ha existido la menor duda de cuales son las verdaderas intenciones del Gobern de la Generalitat ni se han escondido por parte de sus dirigentes que lo que van buscando es la emancipación de Catalunya de España. Si una autoridad tiene noticia de que se va a cometer un crimen no tiene que esperar a que se cometa para poner los medios encaminados a evitarlo. En el caso de Catalunya se viene cediendo al chantaje, se les ofrece financiación especial, incluso en perjuicio del resto de autonomías, se les ofrece una fiscalidad ad hoc y es la autonomía a la que se le han cedido más competencias y prestado más dinero, muy por encima de Madrid y del resto de aquellas regiones de España en las que su situación es mucho más precaria que en el territorio catalán.