Sudán del Sur, historia de un fracaso por imposibilidad de los radicales islámicos de aceptar a los cristianos
José Luis Orella. Sudán del Sur, el 54º estado africano y 193 del mundo, ha nacido, es la historia de un fracaso, la imposibilidad de los radicales islámicos sudaneses de aceptar a los cristianos del sur, quienes históricamente alimentaron las caravanas de esclavos que partían al otro lado del mar Rojo. La difícil unidad de un país que fue colonia mal administrada por Egipto, que fue cuna del nacimiento del primer islamismo radical, la revuelta del Mahdi de 1888, y que finalmente ha sido protagonista de cruentas guerras civiles -la primera entre 1955 y 1972, y una segunda que duró 21 años, entre 1983 y 2005, entre las dos casi cuatro millones de muertos.
El nuevo país nace con ocho millones de habitantes, aunque pueden sumarse otros cuatro millones de desplazados que huyan del norte en proceso de islamización. Los cristianos no querían separarse, ha sido la búsqueda de la supervivencia lo que ha obligado a materializar la separación. El nuevo país dispone de enromes bolsas petrolíferas, y países como China y las potencias anglófonas quieren apadrinar el desarrollo del país. Sus vecinos Uganda y Kenya se encuentran deseosos de formar una comunidad económica con un país que no dispone de salida al mar, y que debe importar de sus países los útiles de construcción para la nueva capital de Juba.
La llegada de los refugiados en el extranjero para formar los cuadros de la nueva nación, es una realidad, pero que chocará con los antiguos guerrilleros, con menor preparación, pero que se niegan a dejarse arrebatar el control político de la victoria.
Entretanto, la Iglesia Católica de Sudán ha ido preparando el terreno a su manera. Subrayando la necesidad de futuros cuadros del país, desde hace dos años funciona la Universidad Católica de Santa María en Juba, que proporciona educación universitaria a los miles de jóvenes sudaneses del sur con deseos de formarse y levantar a su país.