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Diario YA


 

Superar la situación actual es nuestra responsabilidad

Manuel Morillo. 15 de Septiembre.

En algunos escritos aparecidos en tablillas asirias, datadas alrededor del 2800 a.C., recogidos por Doval, en su traducción podemos leer el siguiente texto: "en estos últimos tiempos nuestra tierra está degenerando, el cohecho y la corrupción son comunes". También Sócrates se quejaba de que "los hijos son ahora tiranos, ya no se ponen en pie cuando entra un anciano a la habitación, contradicen a sus padres, charlan ante las visitas, engullen golosinas, cruzan las piernas y tiranizan a los maestros". Platón redundaba en las mismas opiniones : "¿Qué está ocurriendo a nuestros jóvenes ? Faltan al respeto a sus mayores, desdeñan la ley, se rebelan en las calles inflamados de ideas descabelladas. Su moral esta decayendo ¿Qué va a ser de ellos?"
 
¿Qué pasa?, ¿los hombres estamos destinados a quejarnos eternamente?, ¿los tiempos pasados siempre fueron mejores? Evidentemente que no. La humanidad va progresando, no sólo en los ámbitos técnicos y científicos sino también en sus niveles morales, a pesar de que muchas veces las clases dominantes han querido parar y desviar ese progreso moral del género humano y han querido imponer filosofías contrarias al desarrollo y la libertad, y por ello en muchas veces daba la apariencia de dominar sobre el sentido transcendente, por ser las recogidas en los medios de comunicación. Pero en el discurrir de las épocas esas doctrinas erróneas estaban sólo en la superficie de la cultura y las vivencias de las gentes, como la basura, que flota visible en el río, cuando la inmensa mayoría del caudal de agua limpia corre debajo de la superficie.
 
Pero ha sido así porque ha habido en todas las épocas quienes ha combatido por que la sensatez y el orden natural se mantuviesen presentes.
 
Por eso, el que en todos los tiempos haya habido sus cuitas no es razón para que se acepten las presentes, con una actitud de resignación y falsa tolerancia, que muchas veces es la justificación de una actitud egoísta, cómoda y cobarde, de los que sólo aspiran a que nadie les moleste o a no molestarse por lo demás.
 
El futuro está en nuestras manos y por ello es nuestra responsabilidad, ya que como dice Unamuno (Vida de Don Quijote, XXI) tenemos la oportunidad de ser "padres de nuestro porvenir que no hijos de nuestro pasado".
 
Para la construcción de ese futuro debemos obrar como hizo Nebrija : "nunca dexe de pensar alguna manera por donde pudiesse desbaratar la barbaria por todas las partes de España tan ancha y luenga mente derramada. Y luego se me ofreció el consejo de que S. Pedro y S. Pablo, principes de los Apóstoles usaron para desarraigar la gentilidad e introduzir la religión Cristiana. Porque assí como aquéllos para echar los cimientos de la Iglesia no acometieron unos pueblos escuros y no conocidos, como suelen hazer los autores de alguna seta falsa, mas el uno dellos a Athenas y entrambos a Antiochia, ciudades en aquel tiempo mui nombradas en el estudio de las letras, y, después, el uno y el otro a Roma, la reina y señora de todo el mundo. Assí, io, para desarraigar la barbaria de los ombres de nuestra nación no comencé por otra parte, sino por el estudio de Salamanca, el qual, como una fortaleza, tomado por combate, no dudava io que todos los otros pueblos de España vernían luego a se rendir".
 
Es decir debemos aspirar a ir a los mejores, a los que, siendo los mejor dotados, entiendan su actuación como servicio a la sociedad y como vocación sacrificada personal, para ganarlos para la causa de la verdad.
 
El enfrentarnos con una tarea tan complicada nos puede atemorizar. De nuevo es Platón quien observa que "no hay hombre tan cobarde a quien el amor no haga valiente y aún transforme en héroe". Sirva nuestro amor a España y los españoles, nuestro amor a los valores que la han configurado, el que nos dé el valor, y aún el heroísmo, en las situaciones necesarias para mantener nuestra tarea de extender los principios esenciales.

 

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